I.
El título surgió en medio de una
propuesta lectora grupal, y optamos por él porque no solemos frecuentar entre
nuestras lecturas el género policial. Para colmo de bienes, era un legado
paterno de quien lo propuso y cumplimos, así, con el ritual de homenajear su
memoria. En lo personal, yo lo había adquirido por recomendación de una
lectora, fanática de esta clase de trabajos.
II.
La historia comienza en Estambul, Turquía.
Charles Latimer era un catedrático inglés de Economía; había escrito libros
sobre el tema pero decidió incursionar en la literatura escribiendo novelas
policiales. Tal fue su éxito que, tras una enfermedad que minó su salud -y le
obligó a buscar una cura en Grecia-, y un entredicho con las autoridades
universitarias, decidió abandonar la docencia y migrar hacia tierras otomanas
plenas de luz, para iniciar una nueva novela.
III.
Es allí donde toma contacto con
un coronel local –jefe de la policía secreta-, apasionado de la novela policial
quien, en aras de obtener más información acerca de la creación artística, le
ofrece una sólida historia al escritor para que éste pueda elaborar un nuevo
trabajo. Se trata sobre un criminal llamado Dimitrios Makropoulos, asesino,
espía y traficante de drogas, quien acaba de ser asesinado. Su cadáver se halla
en la Morgue local y parece no haber dudas de su identidad. Si bien la policía
tiene un dossier sobre él, la falta de ciertos datos dispara en Latimer la
curiosidad de investigar por sí mismo la vida del occiso.
IV.
Ambientada en la Europa de entreguerras, Ambler
desarrolla un policial negro que nos va llevando a través de medio continente
buscando pistas y certezas, y en los que el narrador y protagonista también se
ve incluido –y amenazado- por personajes de baja estofa en busca de cierto
botín en poder del muerto, con quien intentan saldar viejas deudas. Si bien la
resolución no está a la altura de las circunstancias, escrita en 1939, la obra parece
ser la precursora –o disparadora- de los thrillers
de suspenso que han aparecido después.
V.
De estilo directo y coloquial, con una prosa amena y fluida, escenas fuertes y diálogos muy bien provocados, Ambler conjuga todos los elementos de un policial clásico, donde lo que parece ser no es; los hechos cambian según quién los relata y hasta el muerto puede no serlo o estarlo. En suma, una novela muy entretenida que será del agrado de quienes frecuenten el subgénero. Si le faltaba algo, existe una versión cinematográfica –que no pude allegarme- filmada en 1944, dirigida por Jean Negulescu y protagonizada por Peter Lorre, por si hubiera interesados en visitar el séptimo arte.
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