I.
No soy partidario de leer
novedades y mucho menos aquellas que, como la de marras, ha recibido el Premio
Alfaguara de Novela 2025, pero existía un motivo excluyente para hacerlo. El
grupo lector al que lo propuse, cuenta entre sus miembros con un puñado de
personas que habitan distintas geografías del país. Nuestras opiniones se
reúnen –y expresan- a través de un encuentro virtual mensual. Entre esos
miembros hay uno que vive en la misma localidad a la que el autor refiere en la
novela. El cotilleo final estaba garantizado.
II.
La historia se desarrolla en la Villa, un
balneario en la costa marina al que, a principios de la década de los pasados ’90
desembarcan los Esterházy: él, un húngaro descendiente de la nobleza; ella, una
sensual pelirroja y sus dos vástagos: la hija mística y el hijo con tendencias
violentas. Ellos darán vida al Hotel Habsburgo, un centro de hospedaje
veraniego por donde pasará el quehacer del pueblo y de su correspondiente
chismerío.
III.
Al borrachín y ludópata
aristócrata, junto a la voluptuosa y promiscua cónyuge con aires de poeta, le
acompañan todo un séquito de personajes secundarios propios de un pueblo de provincia:
el intendente corrupto, el secretario coimero, el comisario represor, el editor
de la prensa local y su amigo, el sigiloso remisero,
entre otros. Así, nos veremos inmersos en una trama policial que exhibe al
desnudo un cúmulo de bajezas humanas y los intereses personales detrás de
ellas, como si el conjunto social compusiera una enorme caldera a punto de
estallar.
La versión digital, gentileza de una amiga lectora
IV.
La novela tiene todos los condimentos
necesarios para mantener la tensión narrativa hasta el final: presencia de narcos, operadores inmobiliarios, chivos expiatorios y víctimas obligadas,
capaces de hacer de la misma un thriller
clásico, donde los sucesos giran en derredor del hotel y sus habitantes. Pero
el conjunto resulta tan trillado que no logra concitar el interés del lector. Así,
toda la trama se diluye hacia un final previsible y tibio que deja un sabor
agridulce.
V.
En lo personal, lo más jugoso fueron
los comentarios de nuestra lectora, quien comenzó diciendo que ni la novela –ni
el galardón- habían trascendido para el público local y desgranó algunas
conjeturas sobre ciertos personajes reconocibles para ella y su entorno. En
estilo ameno y coloquial, de frases breves y capítulos cortos, Saccomanno
construye un relato que intenta sacudir al lector, sin conseguirlo. Un libro
entretenido, para ocupar unas horas de viaje o llevar de descanso un fin de
semana.
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