I.
Este título surgió gracias a una
nueva traducción -que tuvo lugar bajo otro sello- de esta afamada obra de la
autora que, curiosamente, no suele ser abordada entre núcleos lectores, aun
cuando pudiera considerarse una obra de vanguardia para su tiempo, pues su
contenido constituye la primera voz que en el campo literario toma postura
sobre las necesidades de las mujeres, que no se agotan en la organización
doméstica del hogar y la procreación –como lo sugería el puritanismo
victoriano-, sino que plantea sin cortapisas la realización personal tanto en
el plano laboral e intelectual como también –y nada menos- en el ámbito sexual.
II.
Edna Pontellier es una mujer casada con un
hombre que le brinda estabilidad económica y emocional. Es madre de dos hijos
pequeños, a los que adora, pero por los que no siente mayor apego. Ambientada en
New Orleans de fines de siglo XIX, Edna alterna su vida urbana con largos periodos
de veraneo en la costa, particularmente en Grande Isle, donde se desarrollan
los sucesos. Agraciada y de buen porte, suele deshacerse de los
convencionalismos sociales propios de la época. Tiene en Adele Ratignole a una
confidente y la mejor muestra de lo que se espera de una mujer: prolífera madre
y amante esposa.
III.
Sin embargo, Edna no se
circunscribe a los roles que la sociedad de su tiempo le impone, sino que va
más allá; su deseo de trascender en el arte de la pintura no va a la zaga de
ganar independencia: el hecho de haber aprendido a nadar le otorga un grado de
libertad que despierta su conciencia. Así, Edna renuncia a participar en reuniones
que tienen como fin dar muestras de pertenencia a cierto estrato social y le da cabida a una relación de adulterio, para hallar un gozo sexual que el matrimonio
no le había propiciado.
IV.
Destaco la prosa de Chopin, tan poética como
precisa a la hora de describir escenas y sentires. Publicada en 1899, no deja
de asombrar el realismo con que la narradora desgrana el acontecer de Edna, su
descubrimiento y razón de ser: la mujer tiene derecho de igualdad con el
hombre; adentrarse en el placer sensual y gozar de él es parte de ello. Al
lector perspicaz no se le escapa que Edna pertenece a una clase dominante: la
única capaz de pensar en su realización personal, pues al tener asegurado su
bienestar diario no tiene que ocuparse de la supervivencia.
V.
De estilo directo y frontal, aun con desencantos y fracasos amorosos, Chopin brinda a su heroína una existencia bastante más libre que la que había en su entorno. En ese aspecto, esa toma de conciencia que Edna encarna es una avanzada que la autora se permite exhibir por una vida más plena. No es casual que la crítica de su tiempo haya denostado el texto: no responde al canon de aquello que se espera de una mujer. Para leer de un tirón. Lectura sin desperdicio.
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