jueves, 3 de noviembre de 2011

Versión moderna de una Odisea alemana. El regreso, Bernhard Schlink


Anagrama, 2007

           Peter Debauer relata su infancia en Breslau, donde sus abuelos editaban novelas y dejaban en sus manos las pruebas de impresión, para usar los reversos como borrador, con la condición de no leer la parte escrita. Un día, desobedece la consigna y se ve atrapado por la historia de un soldado alemán del frente ruso que, al regresar a su casa al fin de la guerra, después de muchas peripecias y varios años de ausencia, es recibido por su mujer, casada ahora con otro hombre con quien tiene dos hijas. Desafortunadamente, las hojas que indicaban el título, el autor y el desenlace han sido usadas. Pero está dispuesto a conseguirlos.
            Así se inicia esta novela, una suerte de reelaboración moderna del mito homérico de Ulises, basada en el género literario del “regreso”, muy popular y extendido en Europa durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial y el ocaso del nazismo. Lo interesante es que el protagonista, en su afanosa búsqueda de saber cómo termina su lectura, se ve ahondando en su propia biografía. Un padre ausente o muerto, una madre muy evasiva respecto del pasado y la búsqueda del fin de su lectura lo conducen hacia su pueblo natal. La historia del protagonista se entremezcla, así, con la de su novela, desdibujándose la línea que separa ficción de realidad, derivando hacia alternativas insospechadas.
            Una trama bien llevada, en estilo fluido y ameno, es el nervio conductor del texto, en el que Schlink incorpora elementos autobiográficos junto a otros recursos –medias palabras, la aparición velada de detalles del pasado, etc.- con los que va modelando un relato sólido, de forma tal que Debauer compone un Ulises moderno, que orilla el tema del nazismo sin adentrarse de lleno en él.
            Contiene también un aspecto filosófico nada desdeñable. Schlink propone una discusión acerca de la responsabilidad en el estado de derecho. ¿Hasta qué punto el autor de un libro es responsable del escrito?; ¿no será que el responsable es el lector, puesto que suya es la interpretación que hace de lo leído en él? Por otra parte, si la condena de un delito de asesinato de un ser humano depende de la ponderación de cuánto dolor ocasiona la ausencia del mismo a sus parientes y amigos –tal como resulta en culturas tribales-, ¿no será mejor aislar y exterminar a todo el grupo, de manera que no quede nadie para reclamar? Esa burda explicación del nazismo, de su modus operandi respecto de los judíos, -que se intenta a modo de justificación, si es que la hubiere- es la que el autor critica acerbamente.
            Es decir, en el libro se postula que hay quienes piensan que no sólo no alcanza con hacer el bien sino que para lograrlo hay que mezclarse con el mal y dejarse poseer por él. Acaso, ¿no tuvo Ulises que valerse de argucias y mentiras oportunas y bien dispuestas para poder regresar a su Itaca y a Penélope? En ese sentido, el relato se vuelve introspectivo, pues profundiza sobre los límites que pueden alcanzar nuestros principios morales, toda vez que son sometidos a un miedo visceral, mortal. Indaga en la naturaleza del Mal -que supone parte constitutiva del ser- y cómo éste aflora en circunstancias extremas. Pero, a diferencia de posturas mucho más comunes –y más superficiales-, el Mal no está en los demás; se halla en nosotros mismos.
            Para sostener esta reflexión, se narra un “experimento” en el que Debauer toma parte –muy similar a los reality shows del estilo “Gran Hermano” (“Big Brother”)- donde se ponen de manifiesto conductas primitivas que provocan humillación vergonzante. Finalmente, el autor redondea la épica odisea que su personaje principal protagoniza a lo largo del relato, quien salió a buscar el fin de una novela para hallar a su regreso su propia identidad. Un libro sustancioso y recomendable.

Marcelo Zuccotti

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