miércoles, 15 de enero de 2014

Sutil erotismo. El amante de lady Chatterley, David H. Lawrence


RBA, 1995

          Este es un clásico de la literatura universal que la mayoría de quienes lo han leído lo sugieren como modelo de erotismo. Claro, escrito a fines de la Primera Guerra Mundial –la Gran Guerra- no dudo que debe haber causado cierta conmoción en la pacata sociedad inglesa de su tiempo, recién librada del puritanismo de la era victoriana.

            Es la historia de Constance Reid y Clifford Chatterley, quienes se unen en matrimonio antes de que él se enrole en la milicia, puesto que su pertenencia a la clase aristocrática lo obligaba a ello. Al volver, mutilado e inválido, los esposos fijan su residencia en Wragby, Midlands, un lugar poco propicio para vivir, con la cercanía de las minas de carbón que los Chatterley han explotado desde siempre. Así las cosas, la imposibilidad de consumar sexualmente el himeneo y la sombría perspectiva de una vida sin heredero –cosa no menos importante para la familia- generan el sitio propicio para un debate de fondo: ¿aceptaría Clifford el adulterio de su esposa con el fin de engendrar un vástago? Si, con la condición de que no sepa quién ha sido el responsable.

       Pero Mrs. Chatterley, relegada al papel de asistenta de un discapacitado, necesita darle cauce a su propia sexualidad. El único varón existente en las inmediaciones es el guardabosque, Oliver Mellors, separado y con una hija que vive con su abuela paterna. El descubrimiento del sexo, la pasión y el amor en brazos de este hombre es el argumento central que Lawrence desarrolla en esta suerte de triángulo amoroso con visos de ‘adulterio consentido’.

            La historia no solo se centra en los tres protagonistas, sino que no faltan personajes secundarios que brindan el marco de referencia apropiado para la narración. Tampoco está ausente la mirada social, particularmente enfocada en la realidad pueblerina opuesta a la vida de los mineros quienes, para ese entonces, veían disminuir sus ingresos por falta de la explotación adecuada y el cambio del patrón tecnológico – productivo en beneficio del novedoso petróleo.

            Escrito en lenguaje fluido y coloquial, el texto es dinámico y lineal. Lawrence construye la ficción en un continuo contrapunto entre el sopor y aburrimiento que sufre su heroína en su convivencia conyugal y la realización plena como mujer cuando comparte sus emociones con su amante. Por ello, la novela destila un sutil erotismo en todas sus páginas, con una pizca de clandestinidad necesaria para mantener la tensión y una descripción equilibrada de las sensaciones, sin caer en obviedades ni en mal gusto.

            El tema hoy parece superado, con todo lo que puede observarse en los culebrones que pululan en las pantallas de TV. Sin embargo, el estilo literario aun conserva una reminiscencia de la gran novela inglesa del siglo XIX, bien escrita y fiel reflejo de su tiempo. Un libro interesante, sin dudas.

6 comentarios:

  1. Leí este libro en esos años en los que anda uno descubriendo cosas y no aprecia el valor de las sutilezas. Quizás se merecería una relectura la pobre Lady que tampoco tenía muchas opciones respecto a lo de tener hijos.
    Besitos gordos

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    1. Suele ocurrir lo que comentas, Norah. Hay libros que han sido leídos en momentos poco propicios para ellos, y no dejaron huella. Lawrence no omite el tema de la maternidad, al contrario, pero no le da tanta trascendencia como a la sexualidad, me parece. Besos para vos!

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  2. Hace tiempo que la leí y recuerdo que me gustó ese sutil erotismo del que hablas. Cierto que es sutil pero no por ello deja de ser muy sugerente.
    La figura de la mujer de clase alta aburrida y sin nada qué hacer, enclaustrada en el espacio doméstico y con pocas opciones personales para desarrollarse, busca recovecos por donde los encuentra.
    Un guardabosques no está mal ¿no? :))

    Un beso!!!!

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  3. No, no está mal. Para colmo el marido, consciente de la situación, se debate entre dar anuencia o no. Pero, claro, el sexo se permite sólo con fines de sucesión hereditaria... De placer, ni hablar.
    Besos para ti!

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    1. Sexo sin placer es obligación y no me da esa impresión eh??

      Besos y buen finde!!

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    2. Comparto la apreciación, pero para Charles lo que importa es engendrar el heredero, no el placer de su esposa. Y es sólo por egoísmo, puesto que él ya no puede gozar de ese placer. Además, teme que si a Constance el sexo termina gustándole, él corra el riesgo de ser abandonado! Creo que ésa es la cuestión por la que prefiere no enterarse de nada y que su mujer aparezca preñada un día, sin mayores detalles.
      Buen finde para ti también! Un beso grande.

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