domingo, 5 de enero de 2014

Versión Original 5. Siempre somos demasiado buenos con las mujeres, Raymond Queneau


Seix Barral, 2003

            Quería iniciar el año con la reseña de una obra entretenida, que nos hiciera distender y disfrutar de la lectura, y encontré ésta, publicada hace cuatro años exactos. Ojalá que se la pueda conseguir, porque no tiene desperdicio a la hora de reir. Realmente, un hallazgo.

            Necesitaba un libro divertido para concluir un 2009 si se quiere algo desafortunado en lo personal. Con un par de amigos con los que me reuní a principios de noviembre a cenar, terminamos deambulando en búsqueda de un café donde enfrentar la somnolencia ya entrada la madrugada de un sábado. Al pasar ante un escaparate de una librería notamos que se habían reunido una serie de títulos de este autor, ignoto para mi hasta ese instante. Uno de los presentes –asiduo lector- me indicó que quedaban pocos ejemplares del libro de marras –advirtiéndome que a un precio exorbitante-, pero que lo recomendaba. Pocos días después, cuando lo fui a buscar, el librero dudó de tenerlo pues no recordaba el título pero, hurgando en medio de otros, apareció el último ejemplar.
            Contar que me reí a carcajadas en más de un pasaje, es poco. Se trata de siete puritanos irlandeses que participan en 1916 de una insurrección con el fin de sacudirse el eterno yugo británico y, para eso, ocupan la oficina del correo postal en Dublín, dispuestos a resistir el asedio de la ofensiva inglesa aun a costa de sus vidas. Con ese motivo, evacuan el local sin percatarse de que en el closet se encuentra una bella y joven empleada rubia, de ojos azules, que a su vez es la prometida del comodoro enviado a reprimir el levantamiento.
            Con un estilo ácido y mordaz, Queneau narra las desopilantes acciones de estos irlandeses, tanto en el frente externo –contra los ingleses- como lo que va aconteciendo con la seductora rubia rehén en el interior de la estafeta. La combinación de la joven que descubre su atractivo entre los rebeldes; éstos, cuya ética católica les impide deshonrar a su víctima y el comodoro, a quien le han dado la orden de bombardear la estafeta donde trabaja su novia, hacen las delicias del libro.
            De a ratos brutal como “Boogie, el aceitoso” del Negro Fontanarrosa, o sarcástico como Groucho Marx, el autor no escatima burlas a las infantiles creencias de la época ni al pacato puritanismo eclesial en materia sexual, haciendo gala de un humor corrosivo e irreverente. Además, utiliza un lenguaje grotesco y chispeante a través de una multitud de diálogos, que enfatiza la caracterización de cada personaje y realza el texto volviéndolo más fluido y veraz. Pero lo destacable es la forma en que hilvana los sucesos, de manera de transformar actos violentos en disparatados y graciosos.
            Por último, no habría que perder de vista que la obra se desarrolla en torno a los hechos morales (la lucha por la patria, la castidad, el ejercicio del poder, la autodeterminación), puestos bajo la visión de un observador no neutro aunque criterioso, todo ello inmerso en un clima de violencia y descarnada brutalidad, que no son óbice para contener escenas cómicas y memorables.
            Si llegas a encontrarlo –cosa poco probable-, no dudes en llevártelo. Augura buenos  momentos. Sin dudas, lo pongo en el “top five” de los mejores libros leídos en el año.

4 comentarios:

  1. Lo apunto, me encanta todo lo que explicas, incluso en qué circunstancias lo conociste, deambulando en la noche.

    Algo me sonaba, he visto la película de Malle: Zazie en el metro. Estupenda.

    Besos!!

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  2. Me alegra, Luna, que te interese puesto que es muy divertido. No vi la peli de Malle, pero el libro no me pareció trascendente. Puedes leer mi opinión aquí al costado.
    Besos para ti!

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  3. Hola, Marcelo
    No conocía de nada el libro. Fijate que sin tener nada que ner me ha recordado al humor de Jerome.
    Lo voy a buscar, tengo un peculiar sentido del humor, pero creo que puede ser de mi gusto
    Besos y gracias por el descubrimiento

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  4. Hola, Silvia! Tiene un humor tan socarrón y divertido que, realmente, se lee bien y con algunas sonrisas y carcajadas. Nada tienes que agradecerme; para eso estamos tu, yo y tantos otros, ¿no? Para recomendarnos buenas cosas. Un beso grande!

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