lunes, 25 de agosto de 2014

Incunables 4. Surrealismo puro. El castillo de la carta cifrada, Javier Tomeo


Anagrama, 1979

          Pocas veces he tenido la ocasión de encontrar una primera edición de un libro; es el caso presente. Quedé sorprendido al ver éste, el volumen n° 22 de lo que era una incipiente colección de títulos editados por esta casa fundada en 1969 por Jorge Herralde. De hecho, me resultó difícil de reconocer, pues se encuentra lejos de su habitual portada con la que solemos identificar sus ediciones. Así que lo llevé, más por sorpresa que por su contenido.

            El Marqués le pide a su buen servidor Bautista que le lleve una carta dirigida al conde, Don Demetrio López del Costillar, vecino suyo y propietario de otro castillo de las inmediaciones, para entregar en mano y esperar que el destinatario, asombrado por su contenido, haga devolución de la misma, si es que ha de efectuar algo. Lo cierto es que el Marqués se encuentra aislado desde hace veinte años y ha decidido enviar misivas a los que fueran sus antiguos amigos y conocidos con el objeto de reingresar en la sociedad –si ello fuera aun posible- que él mismo había decidido abandonar en el pasado. Para esto, comienza con el Conde con quien en otro tiempo ha sostenido algunas diferencias importantes.

            Lo que sigue es casi un ciento de páginas de monólogo del Marqués, dando todo tipo de instrucciones, dictando el curso de las acciones a seguir por su ayuda de cámara en cada alternativa que brinde la visita al Conde, sin perder la compostura ni la hidalguía que corresponde a un emisario, puesto que cualquier acto que ofenda el pundonor o la reputación de éste sería infligir una ofensa que iría en desmedro de su señor.

            Escrito de corrido, en un único párrafo de principio a fin, el texto colecciona una serie de absurdos y reflexiones disparatadas -aunque probables-, que convierten al propósito original en una narración descabellada, muy propia del surrealismo. Máxime, cuando el contenido se encuentra cifrado –se han cambiado letras y signos, de manera de hacerlo incomprensible- y hasta puede ocurrir que el castillo del Conde haya sido demolido durante todos estos años de ausencia.

           Con estilo coloquial y socarrón, el conjunto resulta una burla mordaz sobre la pacatería aristocrática, la que Tomeo aprovecha para reírse del protocolo y dejar en claro que, a su parecer, esa clase está constituida por poco menos que brutos con título de nobleza. La disposición de las frases y un adecuado uso de la jerga que fortalece la identidad de clase del protagonista, devienen en una sorna desopilante con alusiones a personajes y guiños al lector, que hacen a esta lectura por momentos entretenida y graciosa. 

4 comentarios:

  1. Las librerías de viejo en tu ciudad son envidiables. ¿Dónde encontraste esta joya? ¿En Av.Corrientes, en Santa Fé o en Palermo?

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    1. Abundan las librerías de viejo en Baires. Muchas de ellas publican en Mercado Libre, aunque no todo lo que tienen. Un ejemplo: en una de ellas estaban casi toda la obra de Cela; en otra, casi todo Sagan. Tienes que tener tiempo para recorrerlas, mucho tesón y buena fortuna. Éste lo tenía una gran librería del barrio de Villa Devoto, que acostumbra a guardar un par de volúmenes antes de la devolución. Un beso, Agnieszka!

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  2. Tengo que visitar más las librerías de viejo (lo hago por internet buscando algo concreto) para encontrarme con sorpresas como ésta.

    No he leído nada de Tomeo, nunca me atrajo y no sé los motivos. Quizás deba dedicarle atención ¿no?

    Besos entre orillas!!

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    1. Es que el diario trajín impide visitarlas puesto que a uno no le queda tiempo -y a veces, ni ganas-.
      No se si Tomeo sea de tu agrado; por lo pronto, dicen 'los que saben' que lo mejor de él es 'Amado monstruo'.
      Besitos fríos desde Baires, U-to!

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