Impedimenta, 2014
Había
descubierto esta nouvelle epistolar
hace ya algún tiempo, cuando en una librería de usados sostuve un ejemplar
editado en 1978 por otra casa editora. No conocía a la autora –con ese
apellido, la supuse de origen polaco- y lo dejé pasar. El lanzamiento de la
presente edición renovó mi curiosidad y, si bien no soy propenso a leer novelas
en forma de correspondencia, el buen recuerdo de los libros de Hanff y de Kressmann
Taylor inclinó la balanza al escogerlo.
En una docena de misivas, que parten
el 19 de octubre de 1921 y concluyen el 22 de julio de 1922, Angelina Beloff o
Belova, compañera durante diez años del muralista Diego Rivera –de quien tiene
un descendiente-, nos hace conocer su desgarradora realidad de mujer amante que
se ha quedado en medio de la miseria del París posterior a la Primera Guerra
Mundial, sin recursos económicos y, sobre todo, sin su amor. Rivera ha partido
hacia México, en busca de otros horizontes, y todo lo que había sido su vida
hasta entonces, ha quedado atrás. Sólo hay silencio por única respuesta.
¿Se puede amar hasta el paroxismo,
aun cuando es evidente que el objeto de nuestro amor ha dejado de
correspondernos?; ¿se puede negar simplemente todo lo vivido en un lapso de una
década con sólo cambiar de geografía?; ¿qué es peor: saberse y sentirse
abandonado o ser humillado al recibir una magra manutención como único
reconocimiento de lo que alguna vez fue pasión? Estas son algunas de las preguntas
que el texto de Poniatowska sugiere al lector mientras va desgranando sus
líneas.
En medio de la escasez, del
desamparo, de la muerte de su hijo, de la caridad de los amigos, Beloff se
aferra al pasado para sobrevivir. Es ese amor eterno, perdurable aun después de
su desaparición lo que mantiene con vida a su protagonista. Como contracara, la
limosna y el olvido.
Un libro intenso, conmovedor, bien
narrado, que en su escaso ciento de páginas opone al Rivera artista de
excepción al otro Rivera, el hombre tirano, miserable, ególatra. Escrito en
estilo coloquial, sus páginas reflejan todo el amor, el dolor, la miseria y la
emoción de que somos capaces cuando amamos sin medida.
Ultima mente he oído hablar mucho de este libro. Siempre para bien.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por pasar, Ana. Yo había leído algunas líneas y me recordaron haberlo tenido entre manos. Me gustó, pero es bastante desgarrador en ciertas partes.
EliminarOjalá lo disfrutes cuando lo leas!
Besos.
No conocías a Poniatowska? Curioso. Yo leí precisamente este libro suyo. Muy duro. No para los admiradores de Rivera, a no ser que quieran aborrecerlo. A Poniatowska le concedieron el Premio Cervantes el año pasado, si no me equivoco. Saludos
ResponderEliminarNo, Agnieszka, Asumo que soy poco menos que un burro. No hablemos de Rivera; comentemos la situación precaria y miserable de Quiela y de su necesidad de amor. Porque todos necesitamos amor; necesitamos trascender a través del amor. No sólo es una necesidad de perpetuarnos; es la necesidad de no morir en la memoria de aquel que amamos, aun cuando ya no nos ame. Eso.
EliminarTe mando un beso grande!
No se me habría ocurrido asociar a nadie con este animal noble por no conocer a uno de los millones de escritores que ha habido y sigue habiendo en este planeta. Me pareció curioso que no conocieras a Poniatowska porque me creía que era una especie de celebridad en tu país. En los años que me tocó vivir en Argentina, en el momento de conocerme, todo el mundo empezaba la conversación conmigo recordando a la escritora mejicana. Ignoro si realmente hayan leído obras suyas o si era más bien por algún artículo de la prensa de corazón del que se acordaban en mi presencia- Es una condesa, desciende de un rey etc. Total, percepciones mías, al parecer equivocadas.
ResponderEliminarVolviendo al libro: Quiela estaba loca por amor, así de simple. Víctima de sus sentimientos y de los tiempos que le tocó vivir. Entiendo pero no comprendo.
Un beso!
Aquí se le dice 'burro' en la escuela primaria a quien no sabe algo que los demás sí; creo que deriva del hecho de ser utilizado como animal 'de carga'.
EliminarQuizás en los círculos literarios sí la conocieran, pero entre los lectores pareciera que fue más un 'boom' en un tiempo y no mucho más. Tal vez haya sido lo que señalas de la prensa del corazón.
Comparto contigo que Quiela estaba loca de amor. Lo que escribí antes fue sólo una extensión mía; un exceso interpretativo.
Un beso.
Porque ya esta muerto que si no...Esa mujer debió ir tras él pero no para seguir alimentando su ego sino para darle un estacazo al muy miserable. No sé si leer el libro porque ya me he cabreado mucho con la reseña, esperaré a serenarme.
ResponderEliminarEse temperamento tuyo, que aflora en algunos de tus comentarios, es una de las cosas que yo más quiero de ti, Norah. Contigo, no hay medias tintas. Creo que eso es lo que tú habrías hecho en su lugar.
EliminarEl libro es breve y con contenido. Cuando pase tu enojo, apúntalo.
Un beso muy grande!
Magnífica autora y lo lleva en los genes y en el apellido aunque se prodigue en español, las preguntas retóricas que lanzan van más allá de una simple historia de amor no correspondido, imagino el tono en el que lo ha escrito Poniatowska, imagino la forma en que te ha impactado el corazón. No puedo más que llevármelo con esta reseña. Un abrazo, Marcelo
ResponderEliminarUn buen libro, Yossi, por donde lo analices. Emotivo, sustancioso y, si me permites la expresión, 'carnal'. El alma está expuesta; no hay nada más que eso -ni nada menos-. Puro corazón.
EliminarUn fuerte abrazo!
A Rivera ya lo tengo entre ceja y ceja, así que tampoco necesito mucho para encabronarme :) El libro lo tienen en la biblioteca, lo saqué una vez pero no me dio tiempo a leerlo, como sé que está ahí no me urge, pero está en los futuribles. Viniendo de Poniatowska intuyo que será algo descarnado e impactante (y bueno, por tus palabras, jejeje).
ResponderEliminarGracias y besos (¿cómo va tu progreso hacia las nuevas tecnologías?)
Tengo la sensación que lo que dices de Rivera lo comparten muchos, Ana. El libro puede leerse de un sentón una tarde otoñal. Transmite tristeza e impotencia.
EliminarRespecto del e-reader, me falta tiempo para acercarme a comparar modelos. Tengo algunos en vista no muy costosos. Imagino que para fin de año me voy a auto-regalar alguno.
Besos para ti!
Ahhhh pero es que ¿se puede aborrecer más aún a Diego Rivera? yo lo conozco poco, pero también trató a Frida Khalo como un calcetín agujerado. Sus murales me gustan, pero creo que no estaba hecho para convivir con humanos. Y nunca he leído a Poniatowska...quizás me anime con este.
ResponderEliminarUn beso,
Ale.
Parece que te unes a la opinión mayoritaria sobre Rivera, Ale. Yo tampoco la había leído, hasta éste. Andan rondando otros títulos por las librerías. Para mi, fue un comienzo auspìcioso.
EliminarGracias por darte una vuelta por aquí.
Un beso grande.
Precisamente el otro día hablaba con mi librera de la cantidad de hombres famosos que abandonan a sus primeras mujeres por otras más jóvenes pese a que la ayuda de estas en sus inicios fuera importante. Nos salió una buena lista y eso que a desistimos pronto. El inicio fue justamente el ejemplo contrario, la estupenda relación de Julio Cortázar con su primera mujer a la que lego todos los derechos sobre la reproducción de su obra.
ResponderEliminarEs muy tóxico para una mujer continuar amando a un hombre más allá de la razón y pese a que él ha dejado de amarla y la trata con desdén o peor que eso.
Lo que he leído de Poniatowska, que no es mucho, me ha gustado. Me parece que tengo alguna de sus obras pendiente en mi estantería.
Muchos besos!!
Es que a la mayoría de mis congéneres les agarra el 'viejazo' a mediana edad y lo primero que se les ocurre es 'cambiar de modelo' -como si la compañera fuera un objeto de uso-.
EliminarEs tóxico en ambos casos, aunque lo recíproco ocurre contadas veces. Pareciera que los varones tenemos una tendencia innata a 'borrarnos' de las relaciones -basta con mirar a los hijos de una pareja separada-. En fin, el tema da para mucho.
No tengo nada más de Elena, pero seguramente me haré de algún otro título, U-to.
Un abrazo grande!