Sexto Piso, 2008
Hablando
con un librero amigo salieron un par de títulos de esta casa editora entre los
que se encontraba éste. Cuando me informé de qué trataba, no dudé en llevarlo.
En un mundo cada vez más tecnológico, en el que la vida doméstica se halla
invadida de aparatos eléctricos y mecánicos; donde las más elementales
necesidades de los seres humanos –la alimentación, la higiene y el vestido- se cubren
con productos que se elaboran mediante procesos automáticos a gran escala, y
con el auge de las comunicaciones, capaces de acercarnos al otro extremo del
mundo en nanosegundos, alguien debía advertirnos sobre el peligro de transformarnos
en máquinas insensibles, que sólo responden a una función específica dentro de
la sociedad. Gaddis se tomó esa molestia.
El palíndromo del título obedece a
una visión: toda la materia tiende al caos, fin último del universo –demostrado
correctamente por la Segunda Ley de la Termodinámica-. La entropía, que mide el grado de desorden, siempre irá en aumento. Lo
mires desde donde lo mires.
Esta novela nos muestra a un hombre
a punto de morir, postrado, junto a un montón de papeles, artículos
periodísticos, libros y recortes esparcidos en derredor, formulando sus últimas
apreciaciones acerca de la mecanización y el arte. Basándose en la aparición y
desarrollo de la pianola -ese objeto mecánico dotado de un rollo perforado, que
permitía sentirse un artista con solo colocar los dedos encima de su teclado
ficticio-, el narrador se afana por darle forma a su crítica contra la llegada
de la tecnología al arte, puesto que ella conspira contra la creatividad,
último bastión del quehacer humano.
Escrito de corrido y sin puntuación
–un poco al estilo de Bernhard-, como si fuera una serie sucesiva de
pensamientos expresados en voz alta, saltando de un tema a otro –a veces, sin
conexión-, su protagonista nos hace partícipe del caos en que se han sumido sus
reflexiones. Por sus páginas desfilan Platón, Huizinga, Tólstoi, Miguel Ángel,
Turgueniev, Freud, Wagner, Glenn Gould, en una vorágine de temas relacionados
con el rol de la inspiración y la creación artística, que debe ser rescatado de
la homogeneidad a la que nos conduce esta modernidad tecnológica.
En este sentido, Gaddis se burla del
sueño democrático de que cualquiera puede alcanzar poder, fortuna, reconocimiento
y acceder a los beneficios que el progreso y la mercantilización nos brindan,
pues ese caos al que en definitiva nos dirigimos, todo lo impregna y lo vuelve
efímero, estéril. Sólo en la apreciación artística podemos sentirnos en
comunión con otros seres.
Finalmente, es un texto complejo,
ecléctico, donde abundan las críticas al entretenimiento, a la mediocridad, a
la estandarización cultural, a los premios literarios y al negocio editorial
-entre otros-. Supone un esfuerzo de concentración, pero sus líneas no tienen
desperdicio,
‘Los libros candidatos al
premio los lee un jurado cuyas decisiones son remitidas a los miembros del
olímpico consorcio, que no pierden de vista el gusto de la multitud. Nosotros
somos miles y ellos son millones, escribe la ficción que quieren o no escribas
nada en absoluto.”
¡Cómo me gusta! Y es que puntualizas muchos de mis puntos de fijación en una novela, creo que no voy a esperar y se lo voy a proponer a MientrasLeo para la semana que viene. Vamos a leer Los reconociminetos también, yo lo empecé y lo dejé, aún no sé por qué, no andaba muy perdido. Creo que lo que más me llama es ese análisis de cómo se va estandarizando la creatividad. Genial reseña. Me voy muy animado jajajaja. Un abrazo, Marcelo.
ResponderEliminarNo sabes lo que te envidio, Yossi, que puedas tener un ejemplar de 'Los reconocimientos'; por aquí, nada. Estaría bueno que tú y Mientras Leo me avisaran de lecturas conjuntas; quizás pueda participar, si no es complejo de encontrar.
EliminarGracias por tus líneas; la verdad, no se parece a nada de lo que había leído -salvo Bernhard-. El libro es muy oral; como si el personaje estuviera hablándote directamente, con los lapsus, saltos, etc. Todo un descubrimiento!
Un fuerte abrazo!
¿¡Un palíndromo como el título de una obra traducida?! Creo que vale la pena echarle un vistazo por el magnífico trabajo del traductor. Aunque el tema en sí da mucho que pensar, prefiero la perspectiva del caos al principio y no al final...
ResponderEliminarEl título original es 'Ágape Agape'; algo así como 'El banquete del asombro'. Está comprobado que es el caos el estado final del Universo, Agnieszka; hacia eso tiende irreversiblemente. Por eso el texto es caótico, pero -como siempre- dentro del caos existe cierto orden, que un observador externo puede hallar. Supongo que te gustará. Además, es breve; no supera el centenar de páginas. Fíjate y nos cuentas, ¿si?.
EliminarUn beso!
De Gaddis tengo Jota Erre curvándome la estantería, que menudo tocho. Me impone. Más de mil páginas, como Los reconocimientos. Este he visto que es más cortito así que puede que adelante su lectura al tocho, y así me aproximo a Gaddis que le tengo ganas y tú me has animado :)
ResponderEliminarGracias y un beso!
Me tomo el atrevimiento de sugerirte que esperes uno de esos días típicamente otoñales, con lluvia y viento, te quedas al calor de un hogar o estufa y lo lees de corrido. Se disfruta mejor, seguro.
EliminarSi te molesta el efecto que ejerce JR sobre la estantería -me encanta esa definición tan vuestra: 'tocho'-, mejor no tengas 'La broma infinita' en la versión cartoné de Mondadori... inenarrable!
Ésta es una buena lectura, muy distinta a lo que un lector está acostumbrado.
Al contrario, gracias a ti, Ana, y que lo disfrutes como yo. Un beso!
Menudo planteamiento, me gusta y mucho los temas que maneja ahora bien, la concentración y el escrito de corrido se plantean exigentes. No he leído a Gaddis Marcelo, para mi este comienzo ya sería bueno.
ResponderEliminarBesos
Si me permites, Marilú, empieza por éste; es bastante breve y abordable, mucho más que sus otros libros. Si bien requiere de cierta concentración, se lee rápido y fluye. Me ha resultado una grata experiencia.
EliminarEspero que lo disfrutes y nos cuentes.
Un beso grande desde aquí!
Ese esfuerzo de concentración seguro que bien vale la pena. Me gusta esa lucha con un libro que enriquece el intelecto.
ResponderEliminarBeso,
Posee la fortuna de ser breve -cosa rara en Gaddis-, pero sus páginas lo valen, Carmen. Si te animas...
EliminarUn beso grande!
No he leído a Gaddis Marcelo, pero ese debate entre tecnología y arte me interesa mucho. Siempre optaré por el arte aunque sé que voy en contradirección de los tiempos actuales.
ResponderEliminarEl caos siempre ha tenido mala fama, ya sabes que el término anarquía se ha equiparado a caos, sentencia de muerte para cualquier ideología.
Bueno, que me voy por otro camino... que me interesa el libro y quizás llegué a él.
Un fuerte abrazo, relleno de cariño!!
Suscribo y comparto por completo tu primer párrafo, U-to. El problema del caos es su mala prensa; pero después de leer a Proudhomme y Bakunin y de especializarme en Termodinámica llego a la conclusión que el caos, en una dosis no menor, aguza nuestra creatividad y favorece el desarrollo de otras capacidades.
EliminarYendo al libro, tiene mucho de esto. Si puedes, apuéstale una ficha!
Un beso grandote!