Random House, 2014
Me
habían cursado una invitación a la presentación de este libro algunos días
atrás, a la que no asistí por el prurito de no dejarme influir por lo que allí
se dijera. Sí presencié en 2009 la que correspondió a su obra anterior,
‘Pájaros en la boca’ –libro que no leí (aun)- puesto que lo hacía como
corresponsal de otro espacio literario. Mi historia con la obra de Samanta data
de 2005, cuando tuve la feliz idea de encarar su primer trabajo, ‘El núcleo del
disturbio’, donde ya se perfilaba a una eximia narradora de cuentos. A cambio
de mi ausencia, decidí comprar y encarar ésta, su primera novela.
Amanda decide irse de vacaciones
junto a su pequeña hija Nina a un lugar distante con el fin de descansar y
abandonar momentáneamente la jungla de cemento en la que vive. Su marido sólo
asistirá los fines de semana, por razones de trabajo. Apenas llega a destino,
conoce a Carla, una bella mujer diez años mayor, que le narra la historia de lo
sucedido con su hijo, David, fruto de una intoxicación, por no haber sabido reaccionar
a tiempo. Lo que prosigue, es el calvario de Amanda y Nina en ese pueblo, donde
no hay asistencia médica periódica; tan solo una ‘curandera’ local que oficia
de tal, y en el que el uso de pesticidas, a la vez que embellecen el entorno
geográfico, quizás no sean tan inocuos a los seres humanos.
El título alude a la distancia
máxima que un progenitor debería estar respecto de su vástago para poder actuar
inmediatamente en caso de peligro. Así, Schweblin introduce la idea del hilo
que vincula a padres e hijos, que se tensa en toda ocasión de riesgo para los
últimos, -como ser poner los dedos cerca de una terminal eléctrica o caminar
bordeando la piscina-. Y, por extensión, al hilo que conduce la vida de los
seres humanos, que se transmite entre generaciones.
Rescato dos elementos importantes de
esta breve novela de algo más de cien páginas –en verdad, una nouvelle, que sería más breve si se
redujera el interlineado doble; aunque esto y el tamaño de fuente facilitan su
lectura-. Lo más sencillo de exponer es la atmósfera de inquietud, de angustia
que Schweblin construye desde el inicio. Hay un tiempo que corre, que apremia –no
se sabe bien por qué- y una combinación de secretos, verdades a medias, brujerías
y admoniciones funestas sabiamente ejercidas, que cargan el aire de temor y
suspenso a medida que se desenvuelve el relato. En este sentido, recrea
aquellas que supieron elaborar Henry James y Alfred Hitchcock.
Lo más difícil es explicar la
estructura. Amanda le va narrando lo sucedido a David –que al parecer sólo ella
ve, una suerte de alter ego del
narrador-, quien a su vez intenta conducirle el relato y el enfoque para que
pueda descubrir los motivos que dieron origen a lo acontecido. Intercalando los
diálogos entre Carla y Amanda, con los que sostiene con David en lo interior,
la autora compone un argumento poliédrico que va ensamblando las partes a
medida que se transitan las páginas. Es una manera novedosa aunque ecléctica de
desarrollar la trama.
Un libro fluido, coloquial, donde
todo lo que está por ocurrir ya ha ocurrido. Un auspicioso debut en este
género, que mantiene las características y el estilo narrativo que identifican
a Schweblin como un sello personal. Lectura muy recomendable.
Ya la portada es, como poco, inquietante. La trama se me antoja muy interesante, aunque terrorífica, como debe de ser saber que tu hijo está en peligro o enfermo, mientras tú te ves incapaz de socorrerlo. Gracias por la recomendación. Un abrazo!
ResponderEliminarLa portada transmite el clima que has de encontrar ni bien ingreses al texto, Agnieszka. Muy interesante, tanto como sus cuentos, que comparten la atmósfera.
EliminarUn beso desde estas latitudes!
Y ahora en haces ir a la librería a leer las últimas páginas a ver si al final pasa lo que temo. De eso dependerá que al cerrarlo me lo lleve o no. Hace tiempo que te odio.
ResponderEliminarJa, ja! Es una buena novela breve, Norah. Dale una oportunidad; no te insumirá mucho tiempo ni dinero. Además, Schweblin es novel producto de estas tierras, y promete.
EliminarBesote para ti!
Relación padre-hijos, un tema que siempre me interesa (como hija, que madre no soy). Tomo nota del libro Marcelo, parece que es un libro que se puede conseguir por aquí, y esa Distancia de rescate me ha llamado la atención.
ResponderEliminarGracias y besos!
Si lo consigues, Ana, pues disfrútalo. Lo más importante es la tensa atmósfera presente desde la línea uno y la composición narrativa. Es breve y rotundo.
EliminarBesos para ti.
Lo que más me llama es la recreación de esa atmósfera opresiva. No tengo tan claro que me guste esa estructura que comentas. Sea como sea, voy a ver si lo consigo y te cuento...
ResponderEliminarPor cierto, está decidido, Medallones se viene para casa.
Abrazo,
La estructura no es lineal. A mi me hizo recordar la peli de Tarantino, 'Pulp Fiction', sin ser igual. Si encuentras alguno de los libros de relatos, dales una oportunidad; lo valen.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo para ti, Carmen!
No tenía idea de la exisencia de este libro pero me atrae, tiene una estructura curiosa, ese alter ego del autor recibiendo el mensaje y bueno, ya sabes que el tema es muy de mi estilo. Voy a ver si lo encuentro. Un abrazo, Marcelo.
ResponderEliminarSupongo que ha de gustarte, Yossi. Es original en la forma que se narra y el suspenso que genera desde el inicio. Ojalá lo consigas; es una buena muestra de la última generación de literatura argentina, junto con Neuman, Pron y otros.
EliminarUn fuerte abrazo!
Qué difícil es saber a qué distancia debemos estar para intervenir sin ser excesivamente protectora con un hijo.
ResponderEliminarNo conozco a la autora, leo que es argentina. Más que el tema, que puede ser interesante, me atrae esa peculiar estructura que adopta.
Abrazos que lleguen a la otra orilla!!
Debe ser difícil establecer esa distancia que remarcas, U-to. No puedo aportar nada al respecto, pero se por otros que no es nada fácil.
EliminarEs una novela de suspenso, tensa; la estructura es novedosa -a mi me lo parece-. Si, Samanta es de aquí pero está viviendo en Berlín.
Besos que surfean el Atlántico para ti!