Anagrama, 2012
Dicen
que una imagen vale más que mil palabras. Puede que sea cierto. Bastó con leer
el título del libro y ver la fotografía de portada para realizar una síntesis
de ambos y evocar en mi mente al genial Luis Buñuel y su último film, Ese oscuro objeto del deseo. Decidí
llevarlo porque despertó mi curiosidad; además, era relativamente breve.
Es septiembre de 1961. El
protagonista es un maestro de escuela, con poco más de veinte años de edad, quien
relata la experiencia de llegar bajo una cortina de lluvia continua a Castelnau, una comarca de la Dordoña cerca de
las cuevas de Lascaux, y admirar no sólo el paisaje circundante sino quedar fascinado
por la sublime belleza de Yvonne, la vendedora del kiosco –léase, estanco-.
Escrito en primera persona, el narrador nos hace partícipes de sus sueños,
fantasías –propias de sus escasos años-, junto a una multitud de imágenes que
entremezclan la cautivante simpleza del lugar y sus habitantes –que suelen
reunirse para hablar de pesca- con la seducción que ejercen sobre él las voluptuosas
formas de Yvonne.
Acompañan al relato Hélène, la dueña
de la posada donde reside el maestro, y un puñado de personajes locales que,
con su típica rusticidad pueblerina, resaltan los devaneos lujuriosos de su
protagonista, capaz de fumar incansablemente o comprar el diario todos los días
–aunque no lo lea- con tal de tener suficientes motivos para acudir al puesto
de la vendedora y así seguir nutriendo la obsesión del deseo carnal.
Rescato dos planos del texto. Uno de
ellos es el lenguaje que utiliza Michon a la hora de describir lugares y
sentires; una prosa que transita entre lo poético y lo lírico, con frases
largas, presencia de vocablos arcaicos –muy en consonancia con los restos
arqueológicos reinantes en el entorno geográfico- y tan abundosa en recursos semánticos,
que recuerdan al gran Marcel Proust.
El otro es el reconocimiento al
género femenino. La posadera Hélène, de carácter afable y porte elegante -quien
fuera bella en sus años mozos-, representa a la mujer/madre, siempre propensa a
la confidencia, al buen consejo y a largas pausas de silencio, que brindan amparo,
confianza e intimidad. En cambio, la figura de Yvonne simboliza a la mujer/sexo
en estado puro; ese sexo instintivo y primario, que no sólo excita a los machos
del reino animal sino que clama por una saciedad vasta, infinita. Es esta
alegoría la que rotula la obra, en clara alusión al órgano femenino del cual
todos provenimos.
Párrafo aparte merece el título.
Imagino que ha sido esta imagen sexual la que ha primado a la hora de convertir
un quizás intrascendente Le Grande Beune
–el original en francés- en el de marras, a las claras más llamativo y
vendedor. Sin embargo, el río que bordea la comarca donde se desarrolla la
historia, fluye cansinamente, rigiendo a su paso la vida de su gente, como si marcara el pulso del acontecer cotidiano. Entonces, no resulta extraño que
Michon se hubiera inclinado por aquél, que con su silente presencia otorgase también el ritmo a su relato, brindándole más profundidad a su contenido, que la forzada reducción al que lo somete el estrecho vínculo propuesto por la casa editora.
Coloquial y ameno, el texto, que se
lee de un sentón, indaga sobre la naturaleza de nuestros sueños, la influencia
de la geografía en la vida del ser humano y los elementos que disparan el
erotismo y la búsqueda del placer sensual. Un libro recomendable, sin duda.
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ResponderEliminarHola Marcelo. Dices que a mi blog sueles venir con la libreta, pues a mí me sucede lo mismo en el tuyo… No me la puedo olvidar. El entorno de Lascaux tiene mucho simbolismo, esas pinturas rupestres arraigadas a los istintos primarios, lo que de alguna forma irradia Yvonne, un deseo sexual istintivo y primario, como indicas. No sé si la elección de P. Michon por tal ubicación responde a esa asociación que sugiero... Seguro que solo son elucubraciones mías :))
EliminarSi lo recomiendas sin titubeos habrá que apuntarlo.
Te escribí desde el teléfono móvil (celular por allá), y se me duplican los comentarios por torpeza mía, disculpas.
Un abrazo.
Paco, si quieres un libro breve, con mucho de poética y lirismo y bellas descripciones del entorno geográfico, a ti que te gusta la vida al aire libre, pues ni lo dudes. Después nos cuentas la experiencia, ¿si?
EliminarAl móvil también le decimos celular por aquí, pero nuestro afán de acortarlo todo lo abrevió a 'celu'; y hasta algunos ya le dicen 'cell'.
Que lo disfrutes, amigo!
Un abrazo grande.
No me gusta nada que cambien los títulos al traducir los textos (algo muy frecuente en el cine y menos en la literatura).
ResponderEliminarEl río suele hacer referencia al fluir de la vida, recuerdo diversas novelas donde tiene un papel relevante (El Danubio de Magris y Suttree de McCarthy, que recuerde ahora).
Interesante lo que dices del lenguaje y Proust. El tema del amor carnal es un tema esencial en la literatura, parece que el autor lo afronta con solvencia.
Por cierto, la novela de Carrère la tengo en Anagrama ¿tú también?
Un fuerte abrazo!!
Y en tu tierra se lo cambia menos que por aquí, U-to. Ni contarte que le pusieron 'Un amor imposible' a la peli basada en 'La pesca de salmón en Yemen', de Torday, que llevaba ese título en inglés...
EliminarEs un libro para despuntar el vicio de la lectura por cómo narra Michon cosas tan simples.
Sí, claro, yo también lo tengo en la edición de Anagrama. Cuando digas, largamos!
Un beso grande!
Acabo de dar por terminada la Navidad y necesito vacaciones con un thriller, así que esta novela no me la llevo. Pero me recordó una de las películas de Eric Rohmer, Conte d'été.
ResponderEliminarBesos
No he visto la peli que citas, Agnieszka, pero éste apúntalo para cuando desees un buen relato, breve y emotivo.
EliminarLamento no tener ningún thriller a mano para sugerirte. Sí tengo a mano el libro de Stéfansson, y acabo de obtener el de Wassmo. Tenme paciencia, ¿si?
Un beso!
¡Qué bien que los has encontrado! A ver qué opinas de estos nórdicos. Yo ya he encontrado un thriller para leer- nórdico, como no- tengo ganas de invierno, frío y la nieve, pero estamos aquí en Europa en primavera en pleno mes de enero. Así que voy a leer "El último lapón".
Eliminarun abrazo!
Mi mamá trabajaba en un kiosko léase estanco en un pueblo...el resto es historia y después vine yo.
ResponderEliminarMe ha hecho gracia por la coincidencia vital. Solo por eso tengo que hacerme con él y a lo mejor dárselo para que lo lea.
Me has asustado con la semejanza con Proust pero no tengo dudas cuando se trata de libros que se leen de un sentón.
Un beso lluvioso para vos.
No sé qué edad tiene tu madre, Norah, pero si tiende a ser nonagenaria, como la mía, no dudo de que encontrará similitudes de su propia historia.
ResponderEliminarAprovecha y no lo dejes pasar.
Un beso cálido para vos.
Creo que podría gustarme. Lo apunto.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir tus impresiones.
¡Nos leemos! :-)
Ojalá lo disfrutes mucho!
EliminarSaludos!