sábado, 2 de enero de 2016

Cielos cambiantes. La teoría de las nubes, Stéphane Audeguy


El Aleph, 2006

           Me lo recomendó uno de mis libreros más conspicuo mucho tiempo atrás, sin dejar de advertirme que era un libro agotado y descatalogado, que ni siquiera en el mercado de usados podía encontrarse. Lo apunté, con la esperanza de que algún día alguien se dignara ofrecerlo. Esperé algunos años y ese alguien se dignó, para mi alegría. Tal fue así, que corrí a mostrárselo al numen inspirador. La ansiedad hizo el resto.

            Es junio de 2005. Akira Kumo, un exitoso diseñador japonés, se ha retirado del mundo de la moda a su residencia de París y decide poner orden en su numerosa colección de libros sobre nubes. Para ello contrata a Virginie Latour, una joven bibliotecaria, encargada de llevar a cabo la tarea de clasificación. Mientras se reúnen con ese objeto, Kumo comienza a contarle a su asistente un buen número de hechos relacionados con las nubes. Así, repasa la historia de quien fuera el primer clasificador de ellas, Luke Howard. Luego, comenta el delirio del pintor Carmichael, en el siglo XIX, y finalmente, envía a Latour a Londres, a convencer al nieto de Richard Abercrombie, un filántropo, para que consiga de alguna manera su más comentado e inédito trabajo -el Tratado- que se estima lleno de imágenes.

            Pero no sólo narra estas historias, sino también la destrucción de la isla de Krakatoa; una supuesta coincidencia entre Goethe y Howard; la caída de Napoleón en Waterloo; Lewis Richardson y el nacimiento de la meteorología, todas ellas intercaladas en medio de una trama con algo de misterio y enigmas a develar. Es la estrategia que utiliza Kumo para mantener contacto con Latour, de manera que ésta no se retire de su vida apenas concluya su quehacer, retardando así el instante de la partida de este mundo del viejo modisto.

          Kumo nació en Hiroshima, supuestamente en 1946. Pero… ¿y si fuera antes?, ¿qué ocurrió con su memoria?, ¿cómo pudo salvarse de la bomba? Mientras tanto, Latour sostiene una relación con el descendiente de Abercrombie. ¿Es sólo por el placer del sexo o también es amor? Y el célibe abuelo de éste quien, a raíz de un entredicho con un colega decide viajar un par de años a los confines del globo para estudiar y fotografiar las distintas clases de nubes, descubre la práctica del sexo con mujeres nativas. ¿Y las nubes? ¿Pudo finalmente fotografiarlas? Y si no… ¿cuál es el contenido del Tratado, entonces?

            Un libro que desgrana sutilezas sobre el sexo, las obsesiones científicas, la negación del pasado y la pervivencia del amor. Coloquial, el ritmo de lectura es impuesto por el tenor de los relatos. Por momentos intimista y de a ratos extrovertido, Audeguy se las ingenia para componer un texto que tiene mucho de reflexión sobre la naturaleza humana y una mirada certera sobre la evolución de las ciencias y la herencia de lo vivido. Una obra que, al igual que la marea en bajamar, esparce sorprendentes restos para ser recogidos por el lector.

6 comentarios:

  1. Y vos traés un libro descatalogado y perdido? No pasa nada, ya he echado un vistazo y lo tenemos en la biblio.
    Me gusta no haber entendido a qué viene lo de las nubes (no soy tan lista como parezco) pero el libro en sí me ha recordado a Interpretación de un libro así que lo intentaré y a ver si no me pierdo entre las nubes.
    Un beso nuevo para vos.

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    1. Es un libro raro, donde se entremezclan varias cosas, Norah. Puede que te gusten de él algunas y otras no. Pero vale la pena.
      Te pido un gran favor: ¿le puedes solicitar amablemente en mi nombre a la gente de la biblioteca que está frente a tu casa, que me guarde un lugar allí? Diles por favor que me llevo mi vieja bolsa de dormir para hacer noche entre los libros, ¿si? Es que en nuestras bibliotecas no se encuentra nada de lo que halla agotado para los lectores.
      Recibe un beso grande de mi parte, como el que supones bien que te mereces. Espero que tengas un 2016 lleno de buenas lecturas y buenos momentos.
      Albricias por conocerte!

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  2. Marcelo, yo miro mucho al cielo, a las nubes (siempre he estado "un poco por las nubes"), incluso hago fotos de las nubes. Así que fíjate si este libro no me está llamando...
    Bueno amigo, mis mejores deseos para ti y los tuyos en este 2016, estaba apunto de pasarme por tu "casa", aunque tú te has adelantado por la mía.
    Cuídate :)

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    1. Gracias por tus augurios, Paco, que retribuyo para ti y tu familia.
      Respecto de este muy particular libro, combina varias cosas distintas. Rescato la historia de Kumo y la de Abercrombie; son muy interesantes ambas.
      Si lo encuentras... ya sabes.
      Un gran abrazo!

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  3. Tengo que confesar que como Paco hago fotos de nubes, tengo una carpeta con ellas. Luego, no dan idea de cómo eran cuando me apeteció fotografiarlas. Es decir, la foto nunca cumple las expectativas abiertas por la realidad.

    El libro parece raro por la cantidad de aspectos de esa nuestra naturaleza pone en juego, pero me gusta cómo lo reseñas. Va a mi nube mental :))

    Abrazos!!

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    1. Lo que cuentas de las fotos de nubes me pasa con la mayoría del género humano, pero no tengo carpetas.
      Es un libro raro, pero tiene ciertas reflexiones sobre cómo nos hacemos trampa, cómo podemos despojarnos de lo que sostuvimos a lo largo de una vida al descubrir algo más placentero, etc. Haces bien en guardarlo en tu nube personal.
      Un abrazo grande!

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