Centro Editor de América Latina, 1977
Siempre
he creído que, cuando dos –o más- buenos lectores se encuentran, se produce una
suerte de sinergia, de empatía
literaria donde cada uno brinda lo mejor de sí respecto del material que se
comparte. Fue basado en ese espíritu que Paco y yo nos dispusimos a encarar la
lectura de la obra de marras. Él, debido a su incesante aporte de títulos y
autores olvidados que componen buenamente su caudal literario. Yo, porque no
podía dejar pasar la ocasión de hacer la propuesta de lectura conjunta; una excusa
para hacer experiencia común y, de paso, volver a despuntar mi pasión por la
literatura rusa que cabalga entre los siglos XIX y XX. Esto es lo que refleja
mi cara de esa moneda. La otra, se puede leer aquí.
Estamos en una aldea, Durnovka, en
medio de la extensa estepa rusa, en 1908. Miseria, ignorancia, devoción
religiosa y hambruna masiva son los acompañantes naturales de la geografía gélida
y las inclemencias climáticas. Por si fuera poco, la mayor parte de los
habitantes vive en chozas que apenas pueden servir de reparo ante el frío
polar, que enferma de escorbuto y tuberculosis a sus pobladores. En ese
entorno, dos hermanos, Tijon y Kuzmá Krasov, viven sus vidas. El primero, posee
un comercio de ramos generales y cuenta con unos acres de tierra en los que
explota tanto cultivos como campesinos. El segundo, decide emplearse en
empresas de ultramar tras recibir la herencia paterna, volviendo a la aldea
después de algunos años, para hacerse cargo de la finca de Tijon en la campiña,
puesto que éste y su esposa prefieren eludir el duro trabajo rural y abocarse
al negocio de compraventa, situado en el poblado.
El libro se divide en tres partes.
En la primera, se narran las peripecias de Tijon y su mujer, que se reparten
entre el poblado y la hacienda. En ella sobresalen la devoción religiosa de sus
habitantes, donde el narrador fecha los hechos según la cercanía de una fiesta
litúrgica; el rol de la mujer, restringido a poco menos que una bestia
doméstica, destinada a procrear, a ser golpeada y, en ocasiones, violada sin
posibilidad de reclamo; el primitivismo presente en todos los estratos de la
sociedad rusa, donde los poseedores de tierras no poseen mayor grado de
preparación que sus dominados y el soberano desprecio por los hechos
culturales.
En la segunda, que se ocupa de
Kuzmá, un joven algo idealista y romántico, notamos la contraposición entre
ambos hermanos y la mirada de Bunin sobre la sociedad de su tiempo. Al buscar
nuevos horizontes de trabajo, el lector viaja junto a Kuzmá por el interior de
la campiña rusa en la que se aprecian la indigencia de los desposeídos, sin
acceso a la educación, con sus chozas plenas de enfermedad e ignorancia, sin
posibilidad de cambio ni ascenso social, sumándose, además, el flagelo del
alcohol.
En la última, al dejar en manos de
Kuzmá el destino de las tierras de Tijon, asistimos a la oposición campiña –
ciudad. La romántica imagen del campesino trabajador se da de bruces con la
realidad empírica. Kuzmá no cuenta con los conocimientos apropiados para hacer
frente a las tareas rurales de producción, con la consiguiente renuncia e
incremento del estado de abandono, tanto personal como colectivo. Este desencanto
lo devuelve a la casa de su hermano, que cuenta con una situación económica más
holgada y cómoda. La escena final de la ceremonia de una boda en la aldea
resume el atraso y la necesidad de cambio social. Bunin pone en claro –aún a regañadientes- que los únicos capaces de
sobrevivir en semejante situación son los más propensos a sacar ventajas de
cualquier ocasión.
En un estilo frontal, despojado de
matices, con protagonistas psicológicamente bien delineados y descripciones de
la vida en la estepa muy acertadas y vívidas, Bunin compone un retrato de
época, que expone con crudeza la vida miserable de aquellos que nada tienen. Un
poco lento en algunas partes, pero contundente siempre.
¡Gracias, Paco, por compartir la
lectura! Ha sido un verdadero placer intercambiar opiniones y pareceres contigo,
siempre ricos en detalles y en comentarios sagaces, tal como nos tienes
acostumbrados.
Durnovka- ¡menudo nombre! Durniy en ruso significa estúpido. Sobre esta elección del nombre puedo decir únicamente que algunos autores rusos presumen de su superioridad al resto del mundo, sean sus compatriotas, sean ciudadanos de otros países. Y no diré más para que no me acusen de rusofobia, jaja.
ResponderEliminarIntuyo una novela muy triste, denuncia del régimen retorógrado de Nicolás II y del alcoholismo de los rusos. Hace poco me reomendaron una novela moderna- "La familia Yoltishev" de Román Sechin (no creo que haya una traducción al español, pero nunca sabes) que trata de la sociedad rusa contemporánea. Como te puedes imaginar, nada ha cambiado desde los tiempos de Bunin.
besos
ES una novela muy descarnada, no sé si triste. Cuenta las miserias que vive el proletariado, hijas de la ignorancia y del realismo mágico que confiere la Iglesia como institución,al servicio de los poderosos.
EliminarEl alcoholismo parece más una característica eslava que rusa.
Imagino que poco se ha adelantado socialmente hablando en la Rusia actual.
Un beso, Agnieszka.
Hola Marcelo.
ResponderEliminarSiempre me gustan tus reseñas, tienes el don de la concreción y el juicio preciso... Y yo siempre me meto en multitud de berenjenales, andando un poco por las ramas, jaja.
Muy de acuerdo contigo, a pesar de un ritmo apocado en algunas fases... siempre contundente en lo que muestra. Igual que el rol de la mujer, que tan bien has sabido destacar con un estilo no menos contundente y gráfico que el de Bunin; "(...) restringido a poco menos que una bestia doméstica,(...)"
No se puede expresar con más tino.
Gracias, amigo.
Creo que hacemos una buena dupla, Paco. Me gusta ser conciso, porque pienso que otros lectores que acuden a este espacio no tienen mucho tiempo disponible para saber acerca de una obra. Y trato de ser respetuoso con ellos. Por otra parte, ellos pueden encontrar en tus líneas una extensión más que necesaria a la hora de hacer una elección.
EliminarHe enfocado algunos tópicos; el resto, lo tomas tú en tu espacio. Por eso creo que debiéramos repetir esta experiencia que sospecho nos ha enriquecido.
Recibe mi más fuerte abrazo en este día, amigo!
He leído ambas reseñas y os felicito porque sé que las lecturas estéreo son siempre ricas, motivadoras y llenas de sinergia como bien dices Marcelo.
ResponderEliminarEn el blog de Paco ya he apuntado alguna cosa, aquí añadir que la mujer siempre sufre más y peor la violencia y la miseria, puesto que esta subordinada al hombre con el que comparte pareja como parece que se refleja en esta novela.
No me ha quedado claro si en la novela el paisaje y la naturaleza tienen mucho protagonismo, la realidad es que daría para pasajes muy hermosos si fuera así.
Felicidades a ambos por esta lectura conjunta.
Un fuerte abrazo!!
El paisaje y la naturaleza alcanzan cierto protagonismo, de manera de brindar el escenario apropiado para exhibir la indigencia en que está sumergida la mayor parte de la población rusa, que es el proletariado iletrado.
EliminarEn ese aspecto, le hace flaco favor a Nicolás II, que domina al pueblo en base al terror y a la ignorancia.
Imagino que será de tu agrado, U-to.
Espero que nuestras apreciaciones te hayan sido de ayuda a la hora de elegir.
Gracias por tu aliento hacia nosotros. Sabes bien que siempre estaremos dispuestos a compartir lecturas contigo y con otros lectores. Es enriquecedor para todos aquellos que participamos.
Un gran abrazo para ti.
Me resulta duro hasta imaginarme el libro a través de la reseña sin haberlo leído. Ya ves, una que parece tan fuerte y luego se viene abajo con tanta pena y miseria. Así que no, mejor esto lo dejo para los valientes.
ResponderEliminarUn beso, aguerrido Marcelo.
Es un cuadro de época, Norah. Lo triste es lo que comenta Agnieszka aquí arriba: que nada ha cambiado en la campiña rusa desde los tiempos de Bunin...
ResponderEliminarNo seas injusta contigo; tú también has leído cosas amargas. Sólo es cuestión de estar en una de esas etapas donde el Yo campea, para poder enfrentarlas con cierto éxito. Una cuestión de momentos, nada más.
Un fuerte abrazo para ti.
El retrato de unos tiempos que ya muchos han olvidado y que sin embargo no quedan tan alejados... Y en los que explican las raices de tantas miserias como luego vinieron... Uno no puede sino temblar
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Y no parece que haya cambiado mucho en un siglo, Ildefonso.
EliminarLo lamentable es que muchas áreas del planeta aún padecen miserias como las que se narran en el libro.
Un fuerte abrazo.