Plaza & Janés, 1984
Intento
recomponer mi figura lectora. No puedo explicar ni explicarme cuál ha sido la
razón por la que he postergado ad
infinitum encarar alguna obra de Faulkner. No sé bien si ha sido producto
de la desidia o de una negación permanente, pero nada había leído suyo hasta
hoy. Y eso que tenía en mi poder varias de sus obras… Decidí comenzar por éstas
pues me enteré que el propio autor había diseñado un mapa del condado ficticio de
Yoknapatawpha donde transcurren la mayoría de sus narraciones y me pareció muy cool.
Estamos en el Sur de Estados Unidos
en una época posterior a la Gran Depresión, donde las economías se encuentran prosperando lentamente y los feudos tradicionales que subsistían desde tiempos
de la Confederación Sureña se han ido desmantelando. Will Varner, aún dueño de
uno de ellos, está a punto de heredarlo a uno de sus hijos, Jodi. Pero entre
ambos se interpone la familia Snopes, cuya fama de incendiarios ha corrido
delante de ellos y a los que no han tenido más remedio que arrendar alguna
tierra y emplear en el bazar.
El volumen se divide en cuatro
libros, que a su vez se subdividen en capítulos y éstos en partes. En el
primero se narra la historia de Ab Snopes, un vendedor de caballos devenido
agricultor y su numerosa prole, de la que destaca Flem, el dependiente del
bazar y de cómo éste va progresando tanto económica como socialmente. En el
segundo, se cuenta la historia de Eula Varner, la menor de las hijas de Will,
una Lolita que con tan solo diez años
–cronológica y madurativamente hablando- es dueña de un cuerpo escultural y no
sólo tiene en ronda a los más jóvenes integrantes de su entorno sino también
vuelve loco a su maestro.
En el tercero, se describen otros
personajes y se repasa la pelea entre Mink Snopes y Jack Houston, por una vaca
de aquél que pace en el terreno de éste. Son dos historias de amor
contrapuestas. Finalmente, en el cuarto reaparece Flem Snopes a cargo de un
circo junto con una tropilla de caballos que hacen las delicias de los locales
–entre ellos, Eck Snopes y su hijo Wallstreet- y concluye con la búsqueda de un
supuesto tesoro escondido en el fundo, ahora propiedad de Flem.
Hay varios planos de interés. En
principio, está la sólida construcción de cada uno de los personajes, con su
propia manera de ver las cosas, sus ambiciones y sus excesos. Luego, la
mirada crítica de Faulkner sobre los arribistas que surgen después de la Gran
Depresión –encarnada en los miembros de la familia-, capaces de hacer a un lado
la moral con tal de escapar a la escasez y alcanzar el bienestar a cualquier
precio. Además, se acompaña de un desarrollo muy logrado del erotismo –aunque tome
cuerpo en una niña y en una vaca-, y un marcado dominio de las pasiones humanas.
Lo más destacable, empero, es el
manejo de los diálogos. Los Varner, Ratliff y demás parroquianos hacen de Flem
Snopes el nervio central del relato, al que aluden continuamente sin que éste
haga más que esporádicas y escuetas apariciones. Así, se convierte en el astuto
y servil invisible en el que redundan todos los beneficios.
Con buena dosis de frenesí, un uso adecuado del
absurdo y una multitud de escenas donde campean la estafa, la ruindad, la
seducción del sexo, el incesto, la zoofilia y la avaricia, Faulkner compone una
colección de cuadros donde expone lo más bajo de cada uno de nosotros. De
estilo cansino, por momentos resulta algo tedioso, con lo que el libro fluye lentamente.
Traes hoy mi trilogía de la vida, jaja. Leí a los Snopes cuando tenía 17 años y estaba en el instituto, donde había ciertos libros que uno tenía que leer. O autores. Y yo leí a Faulkner, jaja. Recuerdo que lo más sorprendente era para mí el hecho de que los Snopes no digan nada en ninguna de las tres partes, sino que sean los demás que hablen de ellos. Llevo tiempo con ganas de releer la trilogía.
ResponderEliminarun abrazo
Comparto contigo, Agnieszka, en que es un hecho no menor que se hable de los Snopes mucho más de lo que ellos aparezcan realmente en la historia. Por lo demás, el libro es prometedor, pero las historias parecen algo inconexas.
EliminarUn abrazo.
La madre que lo parió, al Faulkner, digo. Con lo que me había gustado a mí en su momento Una rosa para Emily, relato conmovedor de los que a mí me gustan y que te recomiendo si por alguna razón extraña piensas leer de vuelta a este tipo.
ResponderEliminarDe este libro no sé qué entiendo menos, si lo de la niña o lo de la vaca. ¿Cuerpo escultural de diez años? No me cabe en la cabeza. Y es que tampoco quiero que me quepa así que seguiré conservando el recuerdo de Emily y no pensaré más en El villorrio.
Muchas gracias por avisar.
Besos primaverales
Te lo cuento así: una niña de diez años que posee el cuerpo de una teen ager voluptuosa; tal es así, que apenas se retira del aula, su maestro va a sentarse a su lugar para percibir el calor corporal que ha dejado y, además, LAME el banco en la zona que ella ha ocupado. Escandaloso, ¿no?
EliminarLas otras historias, conservan altibajos pero acompañan pasablemente. Faulkner escribía muy bien.
Como gustéis, dijo W. Shakespeare.
Un beso húmedo.
Siempre me ha atraido el ambiente del sur en los tiempos de la Depresión y los que siguieron... Fue una obra que me encantó en su día...
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Hay muchos buenos escritores de ese sur que te atrae. McCullers, Goyen, O'Connor, Faulkner...
EliminarMe alegro que la hayas disfrutado cuando la leyeras.
Recibe un fuerte abrazo desde aquí, Ildefonso.
Imprescindible, Marcelo. Es un autor al que recurro de vez en cuando para releer o leer, sabiendo que jamás me va a defraudar
ResponderEliminarBesos
Me gusta el estilo literario; la manera en que hilvana las escenas y las descripciones tanto de la geografía como de los personajes es fantástica. No me va tanto el ritmo cansino que le imprime a las historias. Pero sí, resulta imprescindible su lectura.
EliminarGracias por darte una vuelta por aquí, S.
Un beso grande.
Hola Marcelo.
ResponderEliminarTuve un encuentro extraño con Faulkner. Estando hospitalizado me llevé, entre otros, un libro de este autor, "El oso", un relato corto que, a priori, reunía todo para gustarme...pero no hubo "feeling".
No sé si atribuirlo a un entorno, el hospital, tan poco seductor, el caso es que sí leí otros dos libros sin problemas (uno de Historia de Grecia Antigua y otro de Sábato).
Lo intentaré algún día.
Hola, Paco! Faulkner ha sido un grande de las letras, pero hay que encontrar el momento para encarar sus libros. Tienen un ritmo propio, lento en general, que a no todo el mundo le place. Pero la composición de sus personajes está muy lograda.
EliminarNo te lo pierdas. Quizá otra obra pueda ser más llevadera.
Un gran abrazo!