miércoles, 15 de junio de 2016

Sentido de pertenencia. La ley del menor, Ian McEwan


Anagrama, 2015

            Fueron varios los lectores que aportaron su grano de arena para que dejara de lado mi mala experiencia con el autor y me hiciera de un ejemplar de éste, su último trabajo a la fecha.

            Fiona Maye, jueza del Tribunal Superior de Justicia especializada en derecho de familia y cercana a los sesenta, debe dictar sentencia en una demanda en la que un joven, próximo a la mayoría de edad y enfermo de leucemia, requiere para su supervivencia de una transfusión sanguínea, a la que se niega por razones religiosas. Paralelamente, y en el ámbito personal, su marido solicita su aprobación para mantener relaciones sexuales extramatrimoniales con una jovenzuela, dada la poca –o ninguna- relevancia que ella le da a sus necesidades, lo que Fiona rechaza de plano decretando tácitamente con su negativa el abandono del hogar de aquél.

              Hay dos planos bien definidos en la novela. Por un lado está la magistrada, que interactúa con abogados, padres y hasta con el propio enfermo en pos de sopesar qué es lo mejor para éste y así fallar en su beneficio, acorde a la ley. Pero quizás lo que ella supone mejor para el joven lo lleve a éste a dar por tierra con su sistema de creencias y, peor, poner en conflicto con todo aquello que había construido hasta entonces, incluido los vínculos familiares, de manera que ahora el menor no tenga nada disponible para sustituir lo que ha sido su entorno.

            Por otra parte, la decisión de negar a su esposo su anuencia para una relación espuria la confina a ella misma a una soledad inesperada después de más de treinta años de matrimonio, con lo que también Fiona se despoja de aquello que era su mundo hasta allí, tratando de eludir el chismorreo y la compasión ajena.

           Bajo esta propuesta, McEwan analiza el sentido de pertenencia de un individuo respecto de sus relaciones familiares y sociales. ¿Se puede dejar todo aquello que configura nuestra vida social por una resolución irreversible?; si es así, ¿cuál es el costo que estamos dispuestos a afrontar? Porque en ambos casos cada personaje – en los dos, Fiona- esgrime un fundamento poderoso para tomar semejante rumbo: en el primero, por una cuestión de vida o muerte; en el segundo, por respeto y dignidad a sí misma.

             Además, el autor utiliza historias secundarias como vehículo de una crítica al sistema judicial y a la sociedad londinense al sancionar rápidamente a supuestos culpables, por el solo hecho de no brindar una imagen de debilidad.

         Con un narrador omnisciente, personajes psicológicamente bien construidos y escenas muy apropiadas al contexto judicial, acompañados de diálogos certeros y una tensión que no ceja durante las páginas, McEwan compone una obra breve pero profunda que indaga sobre nuestros vínculos más íntimos y aquello en lo que creemos. Fluida y coloquial, se lee fácil y se medita mucho. Pueden leer las opiniones de Mientras Leo y Norah haciendo click en sus nombres.

6 comentarios:

  1. Me alegro de que te hayas reecontrado con Ian y que te haya merecido la pena. Mira, yo la pega se la pongo al enamoramiento de Adam, vale con la admiración incluso llevada hasta la obsesión y si hubiera tenido ella unos añitos menos...sí, pero ya si puede ser tu abuela te da más ternura que otra cosa ¿no?
    Por lo demás y aunque de mano el marido me dieron ganas de darle una colleja imaginaria pero también pienso que ella podría haber sido un poco más generosa, vale que tenía encima un buen marrón pero aun así y aunque los "problemas" del otro sean más banales hay que comprender que para él sí era importante. De todas formas esta gente que tiene la responsabilidad de salvar el mundo pierde a veces la perspectiva y la humildad.
    La verdad que quitando el número de casos no relevantes para la trama que personalmente no me interesaba es una novela que me gustó mucho, por las personas que transitan en ella y la invitación a reflexionar que deja.
    Muchas gracias por la mención.
    Besitos

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    1. Comparto la apreciación respecto de Adam pero, ¿qué otra vía de escape le quedaba, cuando ya no lo quedaba nada?
      También es poco creíble -aunque en sociedades más 'evolucionadas' quizás sea posible- que un marido 'pida permiso' a su esposa para mantener una relación paralela...
      En lo personal, me gustó, pero algo menos que Chesil Beach y mucho menos que Expiación. Eso sí, los personajes están muy logrados. Y las reflexiones que dispara, no son poca cosa.
      Nada de agradecerme; siempre que puedo reconozco a mis mentores.
      Un beso grande, Guapa!

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  2. La tengo en versión original desde hace unos meses y, claro, me olvidé de ella por completo. Gracias por recordármela. Tus palabras hacen urgente su lectura.
    besos

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    1. Es un buen libro y dispara muchas reflexiones, Agnieszka. Me alegrará conocer tus apreciaciones cuando lo leas.
      Un besote.

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  3. Es un escritor que tiene novelas interesantes (esta parece que lo es tal y como la explicas) y otras más flojas, ¿quizás por motivos comerciales? Ya te comenté las que había leído y el balance es relativamente positivo, tendré en cuenta esta y esos dilemas respecto a los principios y creencias que tanto condicionan al ser humano.

    Abrazos!!

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    1. Coincido; McEwan tiene altibajos. Y apostaría que se debe a una cuestión comercial.
      El libro plantea el costo del cambio -tan afín a tus ideas, U-to-. En este caso, de todo un sistema de creencias y vínculos.
      Se que podrás extraer buenas ideas de su lectura; ideas a las que nos tienes acostumbrados.
      Un fuerte abrazo!

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