Anagrama, 2007
Con
motivo de sendas apariciones de un libro de relatos en 2015 y de un nuevo
trabajo de ficción durante el presente, Kohan se ha vuelto una figura muy
presente y reconocida en el mundillo literario local. Por ello, me pareció oportuno
rescatar del arcón de los recuerdos mis impresiones sobre una obra que le
brindó trascendencia a nivel internacional y catapultó sus letras al
estrellato.
Fue un amigo quien me lo recomendó
en primera instancia, ni bien se publicó, a sabiendas de mi pasión por la
docencia, carrera por la que he ofrendado, entre otras, garganta, parejas y
amigos. Pero fue una amiga especial la que lo sacó del letargo, en medio de ese
tótem siempre sediento de más libros, al hacerme partícipe de sus impresiones
sobre un film, aun hoy en cartelera, basado en esta novela. Si a esto le
sumamos que el libro recibió el Premio Herralde de Novela ese año, supuse que había
suficientes motivos para encarar su lectura.
Es la historia de una insulsa pero
obsesiva preceptora del Colegio Nacional de Buenos Aires, a cargo de un curso
de tercer año, que decide investigar la posible violación a la norma de la
prohibición de fumar por parte del alumnado masculino, escondiéndose dentro del
baño correspondiente entre los recreos. Con anuencia del jefe de preceptores
respecto de la investigación, la novela narra las vicisitudes y riesgos tomados
por la protagonista para llevar a cabo semejante pesquisa, y lo que deparan los
hechos posteriores.
Ambientada en el año 1982, en el
período que transcurre entre el aniversario del Proceso de Reorganización
Nacional y la rendición argentina en la Guerra de Malvinas, Kohan nos muestra a
una joven anodina y sin inquietudes, con una madre enferma y un hermano
distante -que ha sido reclutado-, cuya vida toda gira en torno a su desempeño
en la institución. Lo notable del libro es cómo Kohan se vale de los tics
propios de ese tiempo para dar credibilidad narrativa a la trama: la necesidad
de “disciplina”, la confección de “listas” de alumnos (que habrán de
“desaparecer”), la impunidad que otorga el poder omnímodo, son elementos del
trasfondo que el autor utiliza en pos de este objetivo.
Pero también hay una excelente
construcción de los aspectos psicológicos de los personajes principales. La
necesidad de ser valorado y sobresalir, en contraluz al ejercicio del poder, la
impunidad y la violencia, realzan la fuerza con que ambos roles interactúan
entre sí. Sin contar con numerosas páginas, Kohan nos acerca un texto que
abreva en nuestra trágica historia reciente, como un documento más destinado a
refrescar una siempre lábil memoria. Un libro interesante y testimonial de una
época dolorosa.
Un párrafo aparte merece la película
“La mirada invisible”. Está basada en
la novela y filmada casi enteramente en el claustro que le da vida, lo que
aporta realismo, pero el guión no sigue el texto al pie de la letra; cambia
personajes e incluye escenas que no figuran en el libro, como también
transforma en un sórdido y alevoso ultraje, lo que en la narración sólo es una
silente vejación, a más del violento desenlace visual en lugar del burocrático
final escrito. Lo que no pude explicarme es la necesidad del director de
incluir entre los títulos finales el discurso/ arenga de Leopoldo Galtieri
comunicando la inminencia de las acciones bélicas, que nada le aporta a la
trama del film. La gente que salía conmigo del cine, tenía comentarios peyorativos,
en particular, hacia la realización y en general, hacia el cine nacional. Una
pena.
¿"Desaparecer" por haber fumado en el aseo del colegio? Sonaría casi surrealista si se tratara de otra época.
ResponderEliminarNo te quejes del cine argentino. Una de mis películas favoritas es "Esperando a Mesías".
besos
No, Agnieszka. No desaparecen por un cigarrillo, pero exhibe el clima de orden y disciplina que reinaba en aquel momento. Yo mismo, con matices, los tuve que vivir.
EliminarEn otro orden, no me quejo del cine nacional; ha mejorado mucho desde la peli que cito, aparecida en 2010. El texto que acabas de leer es de ese año.
Un beso desde Jujuy.
Estoy de acuerdo con Agni ,no te quejes del cine argentino que tiene cosas buenas aunque La mirada invisible no sea una de ellas según dice.
ResponderEliminarRespecto al libro, de momentos dolorosos creo que andamos algo saturados.
Un beso enorme para vos
Ya ha salido la defensora del cine nacional. Puedes ver mi respuesta a Agnieszka.
EliminarYendo al texto, es un buen libro para entender cómo vivíamos los adolescentes aquellos tiempos. No hay tanto dolor en sus páginas, Norah. Dale una oportunidad.
Un fuerte abrazo puneño.
Ni película ni novela. Últimamente no coincidimos en las lecturas. me parece muy interesante esa manera de reflexionar sobre la época partiendo de una situación aparentemente trivial. Si lo hace con maestría puede resultar una buena novela y parece que así es.
ResponderEliminar¿Sabes que aun tengo que aterrizar en Proust IV? Y me da una pereza tremenda. Pero lo dejé para el verano buscando la ocasión ideal y se me está pasando, así que en agosto lo intentaré.
Abrazos!!
Es exactamente el caso, U-to. El libro se acompaña del trasfondo social del momento, con lo cual cobra mayor profundidad. Si lo ves, no lo dejes pasar; no importa cuándo lo vayas a leer.
EliminarEl cuarto volumen de Proust es un tanto tedioso, pero magníficamente escrito, como toda la obra. Toma coraje!
Por vía privada te comentaré en que desafío me he embarcado, que comencé con entusiasmo pero se me ha vuelto bastante abstruso.
Recibe un beso grande desde Jujuy, Argentina.
Habra que intentar darle una oportunidad. Tomo nota, amigo
ResponderEliminarUn abrazo
Libro breve y bien escrito, Ildefonso. Si lo ves, no dudes.
EliminarUn abrazo.