Grijalbo, 2014
Fueron
varios los lectores amigos que le rindieron honores al título de marras con
sendas y emotivas reseñas. Mas fue Ana, la enorme Ana Blasfuemia, quien tuvo la
proverbial gentileza de enviármelo en formato digital para que este periférico
y nómade lector pudiera despuntar el vicio de la lectura de un libro que, en
papel, jamás visitó esta tierra.
Estamos en la cárcel de Fukuoka, en
1944. Un guardia héroe de guerra, Sugiyama, encargado de la censura postal y
literaria –además de infligir vejaciones varias a los reclusos-, aparece brutalmente
asesinado en ese lugar de máxima seguridad. Se sospecha de aquellos presos
políticos de origen coreano quienes pudieran haberse cansado de los métodos abusivos
del preboste; sobre todo de uno de ellos, Yun Dong-Ju, con quien había
entablado una cierta relación. Para ello, encargan la investigación a un
novato, Watanabe, que se convierte así en el relator de los acontecimientos, una
vez rendido el Japón y ya convertido él mismo en prisionero.
Esta sentida novela es poliédrica.
Muchos planos poseen un desarrollo independiente. En primera instancia, resalta
su concepción policial. ¿Quién fue el autor del asesinato y por qué?; misterios
que Watanabe deberá resolver. Pero en un segundo plano –que considero más
apasionante para el lector y más afín a sus gustos- se encuentra la
metamorfosis sostenida por el severo carcelero al descubrir el poder de las
palabras; esas mismas palabras que él suprime con vehemencia en cada carta o
comunicación que sus custodiados intentan vanamente mantener con el mundo
exterior, de manera de despojarlos de su identidad. Ellos no son nadie, nada,
no merecen pervivir.
Además, hay un plano no menor que
sirve de testimonio de las aberraciones cometidas por el expansionismo japonés
respecto de los disidentes coreanos que luchan por su identidad como pueblo. En
ella se incluyen los experimentos médicos, el abandono de su condición de seres
humanos a través del hambre, el frío y la falta de abrigo y la obligación de
renunciar a su idioma para adoptar el japonés.
Lo más sustancioso se halla
alrededor de ese cambio que tiene lugar en un fiero guardián al despertar en él
la curiosidad sobre la poesía. Yun Dong-Ju existió realmente y fue un poeta del
que solo se pudo reunir en un único volumen una suerte de resumen de su obra.
Es el poder de esa obra, esos poemas para tiempos oscuros como los que se
vivían, los responsables de la transformación del carcelero y, en gran medida,
la justificación que encuentra su sustituto como explicación más plausible a su
accionar a partir de ese descubrimiento. Y esa cometa de la portada, elemento
significante de la narración, se vuelve emblema del deseo de libertad.
Rilke, Jammes, Gide, Shakespeare y
Dostoievski hacen esporádicas apariciones en estas páginas, así como varios de
los poemas de Yun Dong-Ju, junto a una cita que abre el plano músico –literario;
nada menos que Die Winterreise, esa
colección de lieder de Schubert tan
afín al melómano.
Portada
del e-book junto a la obra de Schubert, en versión de Dietrich Fischer-Dieskau y
Jörg Demus, de 1966.
Con semejante despliegue, resulta
difícil no involucrarse como lector en el relato propuesto por el autor.
Rescato tanto la obra de Schubert como las notas de Rilke que esclarecen acerca
del sentir de sus personajes.
En estilo fluido, con diálogos
carnosos y un sinnúmero de alusiones a autores y lecturas –puesto que el
narrador también comparte el gusto por la poesía y la literatura- todo el libro
combina pasión. Pasión por las letras que se convierten en pasión por la vida.
En suma, un libro entrañable, muy
cerca del corazón de todo aquel que ama los libros y la buena literatura. Las
opiniones de Mientras Leo, Agnieszka y U-topía pueden leerse con un solo click
en sus nombres.
Sin duda una novela inolvidable. Me alegro de que la hayas disfrutado. Esperemos que el autor pronto vuelva a deleitarnos con otro libro.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias a ti por la recomendación, Agnieszka. Lo he disfrutado mucho. Ojalá el autor nos depare otro deleite como éste.
EliminarUn beso.
Hola amiga, soy un seguidor del blog, me gustaría estar en su lista de blogs aqui dejo mi sitio.
ResponderEliminarhttp://www.barberoloco.xyz
Muchas gracias amiga, un saludo desde Peru.
Gracias por pasar.
EliminarMe alegra mucho que hayas podido leerlo gracias a Ana, es una obra interesante y que deja huella como bien dices en tu estupenda reseña que has vinculado, además, con la música.
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo con todo lo que dices en la reseña, a mi me impacto mucho el maltrato a los coreanos/as, no sabía que hubiera sido tan humillante y duro.
Gracias por la mención, querido Marcelo, y un fuerte abrazo (con un calor insoportable).
Me alegra mucho que hayas podido leerlo gracias a Ana, es una obra interesante y que deja huella como bien dices en tu estupenda reseña que has vinculado, además, con la música.
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo con todo lo que dices en la reseña, a mi me impacto mucho el maltrato a los coreanos/as, no sabía que hubiera sido tan humillante y duro.
Gracias por la mención, querido Marcelo, y un fuerte abrazo (con un calor insoportable).
Si, U-to, le debo buenos libros a Ana -y otros tanto a ti, Agnieszka, Paco, etc.-
EliminarYo tampoco sabía acerca de los presos políticos de origen coreano; me he desayunado con el libro. Por lo demás, permite muchas reflexiones sobre las letras, sobre la reclusión, sobre la invasión... bah, sobre la vida.
Espero que estos vientos que arrecian por Buenos Aires, con las temperaturas más bajas de todo el invierno, y la lluvia que ya lleva más de 48 hs. aporten el refresco necesario al incesante calor de allí.
Recibe un fuerte abrazo.