Nevsky Prospects, 2010
Una
de las obsesiones de la intelectualidad rusa del siglo XIX era el debate acerca
de si Rusia era una nación europea o asiática. Dostoievski supo resumir el
dilema en esta frase:
‘En Europa somos segundones
y esclavos, pero en Asia somos los amos. En Europa somos tártaros, pero en Asia
también somos europeos.’
Esta disyuntiva fue la que inspiró
el trabajo del autor.
Este último volumen del tríptico que
Bieli nos propone tiene un carácter más personal e intimista que los
anteriores, más ecuménicos. El protagonista –una suerte de alter ego de Bieli- intenta bucear en la prístina memoria personal
para rescatar elementos de su propia infancia y del entorno familiar y social
que lo rodeaba.
En su derrotero, que abarca los
primeros años de vida, comienza como si la mente pudiera evocar estados de
conciencia desde el nacimiento, llegando a la apropiación del Yo y a la
diferenciación de los otros. Para
ello, se vale de lo que la imaginación infantil puede crear en base a sombras,
sospechas, miedos niños y otras fantasías de origen irracional, propias del
inconsciente. Luego, da paso a la asunción de significado de elementos
cotidianos: las habitaciones, las personas. Por último, refleja las impresiones
que un niño de cinco años posee a la hora de representar el mundo circundante.
En sí, el libro alude a una infancia
mágica, plena de escenas familiares donde un padre matemático –que encarna la
filosofía occidental- y una madre, de origen asiático, de singular belleza se
erigen como los acompañantes centrales del protagonista, junto a un puñado de
allegados –la criada, las institutrices, los amigos, etc.- con los que ese
Kótik –gatito, en ruso; apodo que su madre destinó al propio Bieli- va haciendo
sus primeras experiencias de vida.
Ambientada en la Rusia zarista,
repartida entre San Petersburgo y Kasianovo, Bieli ofrece una singular mirada
de cómo un individuo asume su toma de conciencia a partir de los opuestos que aportan
sus progenitores. Con una prosa precisa aunque algo fragmentada, el autor
construye, en una espiral expansiva, una obra personal que abreva en la
psicología y en la historia social.
Finalmente, las tres novelas que
componen este tríptico enfocan distintos aspectos de esa conjunción
euroasiática que ha hecho de Rusia y su gente un conglomerado plurinacional con
identidad propia. Una obra literaria necesaria para comprender mejor la
historia rusa.
Testimonio del Tríptico
¿Y si me quedo con este? Infancia mágica en la Rusia zarista y por lo visto no llega a hacerse mayor. Que sí, que como buen ruso, sus lamentos y ración de desventuras tendrá, pero no parecen ocupar el centro.
ResponderEliminarBesitos de frío polar
Me parece más importante el anterior; éste sólo es un tanto repetitivo. Tiene un aspecto más psicológico que los anteriores y menos aventuras.
ResponderEliminarA la hora de elegir, hojéalos para tener un panorama un poco más real.
Besitos primaverales.