Tusquets, 2008
‘Era, cómo les explicaría
yo…, una mezcla de desánimo y compasión al ver que existen personas convencidas
de que, para formar el país de sus sueños, por fuerza hay que causar dolor al
prójimo.’
I.
Comienzo con toda una definición. Creo
que, a esta altura, todos conocen la postura de Fernando Aramburu respecto del
accionar de ETA en el País Vasco, y la estela de sangre que, durante años, tiñó
la vida cotidiana de sus vecinos. Me pareció más que oportuno rescatar esta
serie de relatos cuando, a la distancia geográfica que me separa de la Madre
Patria, sigo sin poder comprender el sinsentido del enfrentamiento entre
catalanes y españoles. ¿Es que no han tenido suficiente con la Guerra Civil o
con la lucha etarra de emancipación?
II.
Este libro de Aramburu recoge el
sentir de aquellos que vivieron en carne propia el accionar de ETA, desde las
víctimas directas de la intolerancia etarra, pasando por las madres de los gudari –combatientes de la causa vasca-
y las familias amenazadas, sin apartar a los signados como soplones de aquella
–aún sin serlo-, ni a los vecinos de los atentados.
III.
Esa atmósfera cargada de presagios
nefastos, de convivencia con el padecimiento y el sufrir de todos los que han
tenido que sobrellevar su propia vida tras verse involucrados en los golpes,
son la parte destacada y constitutiva de la prosa de Aramburu, que tampoco
elude los trastornos psicológicos a los que han tenido que hacer frente las víctimas,
sus familiares y allegados.
IV.
Con estilo directo, diálogos bien
provocados y una mirada punzante y crítica sobre las distintas instancias y
repercusiones de los hechos, el autor describe magníficamente el sentir de
propios y ajenos. El lector percibe desde el principio la finalidad de tamaña
denuncia: que dejemos atrás nuestras diferencias y las discutamos y
consensuemos civilizadamente. La violencia no despierta empatía, ni es el
vehículo adecuado para el reconocimiento de derechos conculcados a los
habitantes de una región, por más que se esté de acuerdo con el reclamo.
V.
Si la literatura pudiera servir como
medio de expresión para quien se ha puesto decididamente a favor de la vida
–propia y de sus semejantes-, seguramente los textos de Aramburu que tienen
relación con la violencia política lo ponen en la vidriera de los escritores
más comprometidos. Un libro necesario, sin golpes bajos.
Después de leer Patria y Años lentos, quería leer este, y otro del que he leído hace años buenas críticas, El vigilante del fiordo. A ver si me pongo con ellos en breve. Hay taaaaaannnntooooo por leer. Un abrazo
ResponderEliminarSobre 'El vigilante...' puedes leer mis humildes apreciaciones a la derecha.
EliminarNo intento influir en tus intenciones; conque leas alguno de Aramburu me sentiré honrado. Es buena literatura. Comprometida.
Gracias por pasar por aquí, Esther.
Un abrazo.
Tengo un amigo que dice que cuando me pongo con el "no rotundo" no hay quien trate conmigo. Pues Aramburu y su Patria es un no rotundo, y mira que es un novelón que no se ha llevado ni una reseña medio mala, ni regular, pero no y esto de los peces pues tampoco. Creo que por el tema, no sé, es un tema que no me gusta para ficción, igual porque tuve una vivencia personal que no tengo ganas de recordar.
ResponderEliminarAsí que ni patria, ni peces, ni Cristo que lo bendiga.
Eso sí, veo que desde fuera se está entendiendo muy bien el tema catalán, es un despropósito y como tú bien dices, un sinsentido. No hay otra palabra que lo defina mejor.
Besos rotundos.
Sabes bien que respeto tus elecciones, Norah. Y, sin saber sobre tu vivencia personal, lamento que ello te haya afectado tanto como para que no quieras leer sobre esto.
EliminarMe reconozco un 'periférico', a quien las noticias sobre España no me llega de la mejor manera. Pero creo tener claro los propósitos y, en base a ellos, hacer mis apreciaciones. Sostengo que el tema catalán es un sinsentido.
Todos estos hijos del otro lado del Atlántico que ustedes han sabido procrear, no dudo que amamos a nuestra Madre Patria unida. Una única que nos cobije; que nos reconozca como hijos.
Besitos reflexivos.
Siempre que acudo a la biblioteca, voy rápido a por El Cultural (suplemento del diario El Mundo), fundamentalmente para leer las "conversaciones" de Aramburu con diferentes intelectuales, artistas, etc. Lo hago porque veo en esos encuentros a un escritor con una lucidez admirable... y no paro de apuntar frases en mi libreta. El año que viene, ya próximo, tengo que leer algún libro suyo, sí o sí.
ResponderEliminarAmigo Marcelo, pues observando nuestro panorama patrio... parece que no hemos aprendido nada, ya nos vale, que decimos por aquí.
Un comentario estupendo, con sabias reflexiones por tu parte y un necesario toque de atención.
Cuídate amigo!!
Aramburu combina talento literario con observaciones importantes. Creo que por eso se ha ganado el respeto de muchos.
ResponderEliminarLo que más lamento de la Madre Patria es que parece que sigue sin entender que las palabras altisonantes y los gestos fieros y adustos solo son el preámbulo para un nuevo derramamiento de sangre. Como si no hubiera tenido suficiente ya.
Recibe un fuerte abrazo, querido Paco!
Ayer leía como el proceso independentista está provocando un estrés en muchas personas que da lugar al agravamiento o el inicio de diversos trastornos mentales. Si llegar a ese extremo, tengo que reconocer que me ha hecho sufrir y me ha afectado más de lo que quisiera.
ResponderEliminarSolo he leído "Patria" de Aramburu, que ya "comenté", y me parece que es importante controlar el relato de lo sucedido en los años de plomo para que las víctimas no sean ninguneadas.
Un gran abrazo.
Hay un relato que explota el costado romántico de la militancia, sin importar sus efectos. Me tildan de fascista cuando lo hago notar.
EliminarPara ellos, las víctimas son sólo eso: víctimas. Daños colaterales. Nada importante, según ese relato.
No es verdad. Son personas de carne y hueso; muchas de ellas, transeúntes ocasionales. La violencia sólo conduce a más violencia, U-to, y no hay justificación posible para cualquier medida que involucre a un inocente. Mucho menos las violentas.
Este texto de Aramburu habla de todas ellas.
Un fuerte abrazo.