Anagrama, 2015
I.
Dejé correr el tiempo para que se
consumieran los fuegos de artificio que acompañaron la aparición de la obra,
junto al mediatismo del propio autor,
que aprovechó el atentado contra Charlie Hebdo para cortar su promoción –una
manera original de promoverla sin tener que hacerlo-. Ya sin fragores decidí
volver a las polémicas letras de Houellebecq y explicar(me) la razón de tanto
ruido.
II.
La historia es simple. François es
un catedrático de la Sorbona, especialista en Joris-Karl Huysmans -aquel
libertino que terminó convirtiéndose al catolicismo-; es soltero, promedia la
cuarentena y mantiene cierta relación amorosa con Myriam, una ex – alumna de
origen judío con la mitad de su edad. Es el año 2022 y Francia se ve
convulsionada con las elecciones presidenciales, donde el Frente Nacional de
Marine LePen –de extrema derecha- dirime los votos con la Hermandad Musulmana,
cuyo líder carismático, Mohammed Ben Abbes, es aliado de los socialistas. El
acceso al poder de éste último plantea cambios en la vida de los franceses, a
poco de asumir, y de François en particular, quien es despedido de su trabajo
–mediante una jubilación anticipada, con el ciento por ciento de su salario-,
por no haberse convertido al Islam.
III.
Esta fábula o ficción política es poliédrica y, por ello, puede leerse en
diversos planos. Si nos atenemos a lo narrativo, es la vida de un hombre de
mediana edad que se queda sin mujer, sin trabajo y sin pertenencia social, sometido
a la disyuntiva de convertirse al islamismo y así recobrar parte del entorno
que solía frecuentar. Por otra parte, esa acción se vería favorecida por una de
las novedades sociales: la poligamia.
IV.
En otro plano, el ascenso del Islam
al poder apareja cambios importantes para las mujeres: dejan de usar faldas y
vestidos, sólo pantalones –en aras del recato-; abandonan sus puestos de
trabajo y estudios, circunscribiéndose a la esfera doméstica y familiar.
Además, el trasfondo sociopolítico deja entrever que la supuesta dominación
musulmana –basada en una especulación demográfica- solo se circunscribe al
aspecto educativo; eso sí, en ello son irreductibles. Por supuesto, todas las
transformaciones sociales se acompañan de una suculenta inyección de dinero
proveniente de Arabia.
V.
Por una vez, el autor no solo no se
identifica con su personaje principal sino que varias veces lo critica.
François encarna a un intelectual cínico, machista y sibarita, cuyo derrotero
se superpone con el de Huysmans; el islamismo ha alejado su único amor, que se
ha ido a Israel como casi todos los franceses de origen judío, y se pregunta
sobre la conveniencia o no de apostatar de sus principios –políticos y
religiosos- dados los beneficios que apareja esa decisión.
VI.
Con la misma prosa fluida y exquisita
de siempre, claridad a la hora de exponer los sucesos y con escenas que no
carecen de humor y guiños al lector, Houellebecq nos cuestiona sobre la
obsolescencia de los partidos políticos que se alternan en el poder, el rol de
la educación y las cuestiones de género en Occidente. Yendo más profundamente, dispara
la pregunta sobre si esa sumisión a
un probable y atávico poder musulmán no sería una manera encubierta de asumir
nuestros más rancios principios conservadores. Un muy buen libro, de lectura
valiosa.
Hola Marcelo
ResponderEliminarPaso para alabar tu mirada sobre los libros, este y todos: pequeña cirugía del papel escrito. Pero no leeré a Houellebecq , es de esos que no me merece la pena leerlos, los rechazo por instinto y por pricipios y por que tengo mejores -muchos, miles- libros y autores que leer y que buscar, sobre todo que buscar.
un abrazo
gracias
cuídate
Gracias por tus palabras de aliento, Wine. Habiendo tanto para leer, intento ser breve para que los lectores que se den una vuelta por aquí tengan información honesta y no pierdan mucho tiempo en mis palabras, destinándolo a mejores lecturas.
EliminarNo se por qué sospechaba de antemano cuál sería tu comentario, no solo respetable sino comprensible. Sin cariño ninguno por el autor, reconozco que deja pensando algunas cosas.
Un abrazo para ti, Maestro.
Aparte de esa fanfarronería que se gasta Houellebecq, buscando ante todo la exhibición mediática, y que me molesta como a ti, has señalado cuestiones del libro que sí me interesan, y mucho. No se puede decir que me muera de ganas por leerle, pero el día que me anime podría ser con este título, tan bien analizado por ti.
ResponderEliminarUn abrazo, campeón!!
Uno nunca se muere de ganas por leerle, Paco, pero despierta la reflexión sobre ciertos matices de nuestras sociedades que, muchas veces, no están evidentemente expuestos.
EliminarGracias por tu aliento hacia mis líneas.
Otro gran abrazo, chaval!
Sí me pasa como a Wineruda, le cogí manía a este hombre y no puedo con él. Sólo me provoca rechazo, a pesar de esta reseña que nos traes hoy. Un saludo
ResponderEliminarNo obstante el rechazo que provoca la persona, su mirada sobre ciertos aspectos sociales, cuando menos llaman a la reflexión.
EliminarExtendiéndome, hubo un momento en la lectura que me hizo recordar a ese intento de interpretación que realizó Erich Fromm sobre el surgimiento del nazismo, en 'El miedo a la libertad'. Y no se si esta propuesta dista mucho de ella en lo que hace a la masificación -entendida como despersonalización- del individuo en aras de un líder carismático -si no mesiánico- en quien volcar nuestras expectativas de mejoras. Ése es su fuerte.
Un beso, Esther.
Lo leí hace ya unos años y tengo reseña por si te apetece pasarte.
ResponderEliminarLa sensación que recuerdo que me quedó es que nada cambiaba tanto en realidad tras el ascenso de los musulmanes al poder. Tal vez por eso que mencionas de que no es más que una forma de dar rienda suelta al conservadurismo que todos llevamos dentro. Ellos ganaban y la vida continuaba mejor para unos y algo peor para otros, mejor en unos aspectos y peor en otros, pero nada traumático en todo caso.
Me ha gustado recordar esa novela.
Un beso.
Acabo de leerte y veo que coincidimos en líneas generales; yo no sabía que la habías leído 'en pleno furor'.
EliminarAhora que mencionas la poca inclinación al cambio, hay en este libro una reminiscencia del cinismo con que Lampedusa proponía aquello de 'hagamos una revolución para que todo siga igual', presente en 'El Gatopardo'.
Coincido en que no es lo mejor, pero sin duda es fiel a su estilo.
Un beso.
No me he acercado aún a este autor pero siempre leo críticas positivas sobre sus libros. Tengo en casa desde hace poco su libro El mapa y el territorio, que me tocó en un sorteo. Así que probablemente empezaré por él para saber si me gusta Houellebecq.
ResponderEliminarUn abrazo
Tiene algo que lo hace repulsivo: es un provocador nato y, además, no pierde oportunidad de volverse 'mediático'. Pero eso no quita que posea una pluma ágil y un estilo filoso, Lorena.
EliminarMe parece buena opción el libro que tienes para iniciarte en él. Puedes leer mi humilde opinión yendo aquí a la derecha.
¿Sorteo? Mi único libro obtenido en un sorteo fue en 1985: 'El club de los viudos negros', de I. Asimov.
Un abrazo para ti.
Pues no quiero. Se ve lo útil que puede resultar para abrir bien los ojos. Pero no me gusta lo que plantea por posible que pudiera ser. Y el personaje ya me cae mal. Del autor leí El mapa y el territorio, me gustó mucho incluso el encontré cierto parecido a Paul Auster.
ResponderEliminarBesitos rebeldes
Es una novela, Maja; no deja de ser una ficción bien llevada por más que el protagonista no sea de nuestro agrado.
EliminarEl libro que citas plantea otros interrogantes, basados en lo que hoy entendemos por 'arte', menos machista y chauvinista que éste.
¿Es qué todo lo tienes que comparar con tu amado Paul? ¿Debo recordarte cómo te sentiste después de su última y esperada novela?
Besitos insidiosos.
Tengo que confesar que no he leído nada de Houellebecq, es un hombre que me resulta antipático por el personaje mediático que ha construido. Pese a ello, hay personas de las que me fío (tú entre ellas) que habláis bien de este autor y algún día me lanzaré a leerlo. Lo que explicas de esta novela me atrae, veremos si es esta u otra.
ResponderEliminarUn enorme abrazo.
Me permito notificarte que eres un grano de arena más en la inmensa playa de aquellos a los que no nos simpatiza Houellebecq, por la razón que esgrimes.
EliminarYo intento despojarme de lo anterior a la hora de evaluar su literatura -lo que implica algún esfuerzo inicial-. En base a ello, sostengo que invita al lector a reflexionar sobre algunos temas que abrevan en la educación, la sociedad, la religión.
Personalmente, me gustó -mucho- 'Las partículas elementales', pero éste es más fluido y el trasfondo político es más que interesante.
Un abrazo fuerte para ti, Uto.
No recuerdo haber leído nada de él y, por los comentarios, veo que es difícil de olvidar. Política y como afecta a nuestra vida, un tema eterno que da para muchas distopías. Distopías que se convierten en realidad sin darnos cuenta en tantas ocasiones... y ¡qué poco aprendemos de la historia! Un abrazo Marcelo.
ResponderEliminarHouellebecq posee la rara virtud de tocar temas algo espinosos y no tan a la vista del común de la gente; o sí, pero que preferimos no ver o no pensar.
EliminarMuchas veces, Ana, la realidad supera la ficción, como suele decirse.
Un abrazo para ti.