Acantilado, 2012
I.
Necesitaba intercalar un libro breve
con otros de más largo aliento y se me ocurrió que éste de Zweig, con el que se
abre la compilación de trabajos contenidos en este volumen, sería propicio para
ello. De hecho, me encontré con un texto que, aunque no supera la centena de
páginas, no por eso puede tildarse de superficial. Por el contrario, su
contenido aborda pasiones humanas, magistralmente expuestas con su
característico estilo narrativo.
II.
Un joven barón austríaco se toma vacaciones
en Semmering en busca de una nueva aventura amorosa, pero en la concurrencia no
existe objetivo de interés, salvo una mujer judía en la cuarentena, acompañada
por su hijo de doce años. Para alcanzar los favores de la madre, el barón decide
llegar a ella a través de su hijo Edgar, un pequeño enfermizo aunque listo, para
quien la llegada de un nuevo amigo satisface su necesidad de captar atención. Para
Mathilde, su mamá, el flirteo con el barón tal vez sea una de las últimas
oportunidades de sentirse amada, tras una vida aburrida junto a un hombre exitoso pero distante.
III.
Así, la novela se apoya en una
relación triangular –hombre joven, madre e hijo- que concentran sendos
sentimientos. Al amor fugaz que se desata entre el barón y la mujer, hay que
oponer los celos entre madre e hijo -quienes compiten por la atención del barón-,
y el odio que nace entre Edgar y éste, uno por sentirse desplazado y el otro,
por considerarlo un estorbo. La fuga del niño hacia la casa de su abuela en
Baden desencadena el final del idilio y la reconciliación entre Edgar y su
madre, al compartir el secreto del motivo de la misma ante la inquisición del
padre.
IV.
Son varios los tópicos que Zweig brinda
para la reflexión lectora. En principio, está el complejo de Edipo típicamente
freudiano; luego, el rol que la mujer casada tenía a inicios del siglo XX;
además, el cuestionamiento tanto sobre la rígida educación de los niños como de
la infidelidad conyugal. Para ser una obra tan breve, deviene profunda en sus
apreciaciones. Con el estilo fluido que es marca personal, junto a diálogos bien
provocados y escenas oportunas, el autor ejerce una mirada crítica sobre la
sociedad de su tiempo, haciéndonos partícipes de su vocación humanista. Una muy
buena novela.
Solo por el título y firmando quien firma la novela ya gana mi atención y puntos a favor. Pero nos la has destripado, y has contado todo lo que pasa, o casi todo supongo aunque con este autor ya se sabe que lo importante es el cómo y no tanto el qué. Me la apunto.
ResponderEliminarBesitos
El lector de Zweig amará el estilo más que el contenido. Por otra parte, ha perdido vigencia en varios aspectos; sólo subsiste como friso de época. Pero la novela está bien construida.
EliminarLa recomendaría a aquellos que desearan hacer las primeras armas en escritura. Es un buen modelo.
Besitos, Guapa.
leí esta novela con el deleite que siempre me causa el autor. Parece mentira, lo sencilla que es la historia, simplona en cualquier autor del montón, y el trasfondo y la profundidad que le da Zweig. Y es que él era capaz de sacar todos los entresijos del alma humana de la historia más sencilla.
ResponderEliminar¿De veras crees que ha perdido vigencia? Yo creo que es tan humana, tan de la condición humana, que nunca pasará. Como la mayoría de las novelas del autor.
Un beso.
Es una historia simple aunque tratada con profundidad. La pérdida de vigencia a la que me refiero, Rosa, es al formato. Ya no quedan miembros aristócratas tan formales en estos lugares, que vayan en busca de una aventura. Hoy se contactan de otra manera.
EliminarLos temas que aborda -el arribismo, la seducción y la infidelidad- siguen estando vigentes.
Un beso.
Yo creo que en realidad nada bueno pierde vigencia puesto que la literatura es un pasto para que rumien muchas vacas, diferentes vacas; creo que la vigencia la pone la calidad literaría, todo existe aún porque hay alguien que lo admira ( o lo publica que es lo mismo), A fin de cuentas, el amor, el sexo, el thriller del que fue gran vendedor HAROLD ROBBINS son temas con interés ahora, le diferencia es que era muy mal escritor.Caducó.
ResponderEliminargracias un saludo
Coincido contigo, Wine. La calidad de las letras de Zweig hacen la diferencia en un tema que no por trillado ha perdido vigencia. Como escribí, me refería al entorno donde se materializa la historia.
ResponderEliminarLo llamativo en la literatura es que muchos malos escritores tienen un éxito de ventas impresionante. Robbins ha sido uno de ellos.
Un abrazo, Maestro.
Creo que resultaría bien difícil calificar cualquier obra de Zweig como superficial.
ResponderEliminarAdmiro tu tenacidad para intercalar las lecturas de este volumen entre otras. Yo sería incapaz. Siempre incumplo mis propósitos lectores.
Un abrazo
No tengo mucha experiencia lectora acerca de las letras de Zweig, aunque reconozco que lo leído hasta aquí bien ha valido la pena. Hay mucha literatura de la buena para compartir y reflexionar.
EliminarTemo que si las leyera de corrido, Lorena, terminasen por resultarme monótonas, o empalagarme con ellas. Por eso las intercalo.
Por otra parte, debe ser que aún resuena en mi cabeza ese viejo disco de King Crimson: 'Discipline'.
Un abrazo para ti.
Profundidad en la brevedad, por eso es tan beneficioso leer a autores como Zweig, además nos deleitan con el dominio de las palabras, y la belleza que encierran, o la tragedia. Uno de los grandes.
ResponderEliminarCuídate pibe ;)
En sus letras, Paco, no hay nada superfluo ni forzado. Todo se da naturalmente y sin trucos. Si a eso le sumas la concisión y la densidad de sus párrafos, pues sí, estás ante uno de los grandes.
EliminarUn abrazo, campeón!