Anagrama, 2017
I.
El título fue propuesto en un taller
de lectura. Las fuentes en las que abrevo poco o nada comentan sobre él; como
si la mayoría lectora se hubiera puesto de acuerdo en hacer correr este Premio
Herralde y cubrirlo con el consabido manto de olvido. ¿Complot, acaso?
II.
La historia que Barba narra a través de un
protagonista anónimo, funcionario de Asuntos Sociales, es la de unos treinta niños,
entre nueve y trece años, que aparecen en las calles de un pueblo ficticio al
borde del río Eré, hacia fines de 1994. El narrador relata los hechos veinte
años después, cuando gran parte de la tragedia ha sido develada.
III.
Aquellos se inician con pequeños
robos a personas mayores. En grupos de cuatro a seis miembros, lo que
inicialmente fue mendicidad en las puertas de los comercios termina siendo una
acción de envergadura sobre el supermercado local, cuyo saldo son dos muertos y
heridos varios. Tras la búsqueda infructuosa, algunos niños de familias
acomodadas se les unen. Las autoridades no pueden más que salir en su busca, debido
mayormente a un descontento social generalizado. La captura de uno de ellos
permite acceder al escondite; pero no los hallan.
La versión digital, gentileza de Epublibre
IV.
Con una acción trepidante, que
aumenta a cada página, Barba se pregunta sobre nuestra idea de infancia: un
apego a las normas dispuestas socialmente a través de instituciones como la
familia y la escuela, capaces de reglar los pasos de los párvulos hacia la
adultez. Algo instituido desde la Ilustración. Pero, ¿qué pasaría si un grupo
de niños irrumpiera, sin líder y con lenguaje propio, rebelándose contra toda
norma?, ¿cuán capaces seríamos de tolerarlo?
‘Para los niños el mundo es
un museo en el que los celadores adultos puede que sean amorosos la mayor parte
del tiempo, pero no por eso dejan de imponer las reglas […] A cambio del amor
están obligados a sostener el mito de su inocencia. No solo tienen que ser
inocentes, tienen que representarlo.’
V.
Con una prosa fluida y amena, en
estilo coloquial, Barba interpela sobre el concepto de infancia. ¿Por qué los
niños no pueden ser violentos o establecer su propia sociedad de iguales,
mágica, si al fin y al cabo, tienen tanto derecho como un adulto a tomar sus
propias decisiones? Un libro inquietante, que deja mucho material para
reflexionar, como el siguiente párrafo:
‘La credulidad para la magia funciona como el
amor; los que se creen devotos y enamorados acaban estándolo sinceramente, y
los que dudan de sus sentimientos impiden que esos mismos sentimientos se
produzcan, una paradoja que nos deja siempre a solas con la duda de en qué nos
habríamos convertido si nos hubiésemos permitido creer.’
La crueldad de los niños puede llegar a ser terrorífica porque carecen de los frenos que otorgan la madurez y la educación (hay adultos que también carecen de ellos, pero son enfermos mentales). No hay más que ver las burlas en los colegios y la violencia con los más débiles.
ResponderEliminarInteresante propuesta.
Un beso.
Barba interpela a los adultos sobre la idea de infancia que mantenemos. Habituados a la institucionalización de los aprendizajes de los comportamientos en sociedad, dejamos de pensar en que los niños pueden no responder a los parámetros socialmente aceptados. Es un libro fluido que no debe ser tomado a la ligera. Hay mucho de ensayo en él.
EliminarComo señalas, es una propuesta más que interesante, a la que la blogosfera independiente ha dado menos crédito que el que debiera.
Un beso para ti.
Estoy libre de pecado, porque le hice un hueco en el blog y además hace justo un año, qué cosas. Es una novela claustrofóbica y que se lee con gusto (muy breve, apenas 200 páginas), me gustó, aunque al final la impresión era que Barba no se había atrevido a ir un poco más lejos. Es la impronta que me dejó su lectura.
ResponderEliminarEspero que vaya todo bien, Marcelo. En España hemos tenidos mejores épocas.
Un abrazo.
Acabo de leerte; la habías incluido entre otros títulos. Aún me llama la atención la poca repercusión en otros lectores. Y alguno por allí, no la ha tratado muy bien.
EliminarPuede que diera un poco más de juego para profundizar, pero al ser presentada para un premio, quizás Barba prefirió no correr el riesgo de encontrarse con algo que podría escapársele de las manos.
De todas maneras, es una novela que advierte que los niños pueden no responder a nuestra construcción de la infancia -que data desde la Ilustración, sospecho-.
No tengo la experiencia de ser padre; imagino que a ti debe haberte llegado un poco más por desempeñar el rol. Hay buenas preguntas para formularse.
En lo personal, no me quejo. Sólo que a nuestra clásica fanfarronería argentina la ha igualado una mezcla de paranoia y alarmismo desenfrenado.
Cuídate, G. Un fuerte abrazo.
He curioseado mucho los libros de Andrés Barba cuando recalaba en la biblioteca de mi localidad (tiempos añorados...), por eso de ser cercanos generacionalmente (él del 75 y yo del 67), siempre husmeo algo de mis contemporáneos, lo mismo me ocurre con Ray Lóriga, a ver si cae algún título, y Andrés Barba esta muy bien considerado por aquí, pero como tú apuntas... escaso eco en la blogosfera, luego gracias por traerlo y darnos tu visión certera y concisa, algo que siempre te agradecemos.
ResponderEliminarUn abrazo, pibe!!
Ha sido mi primer contacto con sus letras, Paco. Y ha salido bien parado. Deja mucho material para reflexionar; para padres y para quienes no lo son, como es mi caso. No se trata solo de una historia de niños, sino de cómo hemos establecido una mirada social acerca de la infancia, y cómo nos desencaja toda vez que esos 'locos bajitos' no responden a nuestra visión sobre ellos. Un buen libro, sin duda.
EliminarUn abrazo para ti, campeón!
pues dentro de el último párrafo que citas es algo tramposo, es más no creo que sea cierto, porque todo lo que cita devotos, enamorados, incrédulos etc, son meros pacientes de la literatura, pacientes en el sentido médico, puesto que todos son hijos suyos, enfermos suyos, eso de que queriendo mucho se consigue, o se ama porque se cree que se ama, es pura superchería literaria. ;)
ResponderEliminartengo día malo jajaja
cuídate
Ja, ja! No tienes un día malo; tienes una mirada más crítica que la propia. Incluí la frase porque, como tú señalas, no es en el único libro que aparece así formulada; hay varios que dicen lo mismo en otras palabras. Era una frase para el debate... y tú has recogido el guante.
EliminarEs cierto, Wine; no hay justificativo para ella. Pero es una creencia extendida.
Gracias por tu honesta respuesta.
Un fuerte abrazo, Maestro!
¡Hola Marcelo! Sí parece inquietante el argumento, ufff, una rebelión de niños-adolescentes... Siempre he pensado que los niños pueden ser muy crueles y eso que se piensa que por ser niños son muy inocentes, pero seguro que hay de todo. Me gusta también lo que dice Gerardo en su comentario, eso de que es claustrofobia, me encantan las novelas claustrofóbicas. La voy a tener en cuenta
ResponderEliminarBesotes!!
Hola, Marian!
EliminarLa escuela es la primera institución -sin presencia de los padres- en que topas con tus propias limitaciones. Y la crueldad de los niños en ella puede ser toda una odisea para soportar. Basta ver los casos de bullying...
Los niños de cierta edad pueden elaborar su propio lenguaje, de la misma manera que elaboran sus propios juegos. ¿Por qué no, entonces, elaborar otra manera de relacionarse?, ¿por qué responder a lo que los adultos esperan de ellos? Éste es el planteo de Barba.
Yendo a tu gusto por las novelas claustrofóbicas, en tiempos de este confinamiento obligatorio, ¿no será mucho?
Un beso grandote!
Pues me parece un planteamiento muy interesante, en serio, el libro me atrae mucho. Respecto a tu pregunta, no, creo que me conozco y por lo que nos has contado no creo que me haga sentir claustrofobia en el mundo real, de hecho yo el confinamiento lo llevo bien (tengo muchos hobbies y nunca, nunca me aburro, aunque está claro que eso no quita para que desee y tenga muchas ganas de que esto acabe, regresar a mi trabajo y a mi vida normal (aunque también soy consciente que nuestra vida, al menos al principio no será igual que antes de la pandemia)
EliminarMás besos!!!
Yo no tengo mayores problemas con este confinamiento, pero coincido contigo: ya no creo que nada vuelva a ser igual. Tendremos que reelaborar(nos) en todos los planos, incluido el afectivo.
EliminarBesote para ti.
¡Hola! Regreso por aquí para agradecerte la recomendación, la he leído y me ha gustado mucho, coincido contigo en todo. Me ha parecido una novela curiosa, deliciosa, distinta y atrevida por atreverse a desmontar esos mitos respecto a la infancia (inocencia, candidez). Te cuento que yo, claustrofobia no he sentido, he sentido los pelos de punta en alguna ocasión, eso sí, porque la trama impacta y eso me encanta
Eliminar¡Gracias de nuevo Marcelo por tu propuesta tan interesante!
Y mira que he estado dubitativo... Afortunadamente para mi -y ahora, para ti-, el taller se inclinó por este título que terminó siendo un acierto.
EliminarEntre nosotros, Marian, el líder del taller dijo que lo incluyó debido a mi escepticismo acerca de los premios literarios, ja, ja.
Me alegra saber que la reseña te ha sido útil. Vaya a cuenta de los que tú me (nos) has recomendado.
Un beso grandote.
Ah, los niños y su inocencia...
ResponderEliminarRecuerdo el comentario de Gerardo sobre esta novela en su blog. Ya entonces me llamó la atención. Me resulta un planteamiento muy atractivo. A ver si por fin me animo.
Un abrazo
Es cuestión de animarse, Lorena. Yo, en su momento, la dejé pasar, pero al líder del taller de letras le pareció adecuado para debatir, y acertó.
EliminarUn abrazo para ti.
epublibre es un buen formato para poder leer y pasar un buen rato en especial en esta cuarentena que debemos estar en casa que mejor que leer unos buenos libros
ResponderEliminarCoincido; la buena gente de Epublibre ofrece muchas alternativas de lectura. Para los periféricos como quien escribe, nos acerca obras que son imposible de hallar por estar agotadas, o porque no se pueden costear localmente.
EliminarEternamente agradecido a Titivillus y colaboradores.