Ediciones Godot, 2018
I.
Me inscribí en un club de lectura mensual
domiciliaria, con grupo propio en una red social, donde los miembros pueden volcar
sus comentarios. Cuando se propuso este título para el mes pasado, no le di ni bola.
Mas una frase incluida en uno de estos relatos, presente en un pasatiempo literario,
la tomé como un mensaje del autor para que lo dejara de ningunear y lo leyera. Me hice de un ejemplar -previendo una
obligada cuarentena contra el CoVid- y decidí dedicarle parte del tiempo del
que dispondría. Un acierto mayúsculo.
II.
Los Trece cuentos no reunidos –título original de 1994, que figura en la
portada- aluden a sendos relatos aparecidos en diversas publicaciones entre 1931
y 1949, cuando Cheever aún no era aquél de sus historias más reconocidas. Los
primeros cinco reflejan el hambre, la soledad y la desesperanza de quienes,
tras la Gran Depresión, se han quedado sin trabajo, sin vivienda y sin
horizontes en pueblos y ciudades secundarias. Particularmente expresivo es el
relato del viajante quien, habiendo conocido el éxito y los beneficios
económicos en el pasado, ha perdido la capacidad de adaptarse a los cambios
productivos y, por consiguiente, a un estado de pobreza.
III.
Luego, Cheever cambia el registro y
nos lleva a historias tan minúsculas como sentidas. Una comedida camarera
cuarentona que atiende un carro de almuerzos obreros se altera con la llegada
de una compañera más joven; una corista cambia de actitud cuando su número en
una compañía itinerante es presentado de manera diferente; una madura stripper es desplazada debido a su edad;
un hombre mucho mayor que su esposa debe enfrentar la cercanía de un joven apuesto;
una pareja de apostadores de caballos decide cambiar de vida; una madre de una
familia de renombre pero sin dinero se dispone a conseguirle un buen marido a
su hija; una pareja separada debe guardar la apariencia conyugal durante una
cena familiar y una ocasión que se le presenta a una joven para iniciarse como
artista, componen el resto de los relatos.
IV.
Fracasos, derrotas, ilusiones
deshechas, vidas desperdiciadas son el núcleo central de estas historias
narradas in media res, ambientadas en
medio de hipódromos, musicales clase B, tugurios y hoteles de mala muerte, con
protagonistas tan ordinarios como sus propias vidas y donde el mundo de las
apuestas, la necesidad de salvarse de la miseria y las ansias de alcanzar la
fama o el éxito conviven con la sordidez y la desesperación de aquellos que no encuentran
salida.
V.
De estilo directo, ameno y
descarnado, Cheever hace gala de un abanico de recursos literarios para
mostrarnos el Lado B de la vida: la de aquellos a los que les tocó perder. Bajo
una edición cuidada, es un libro ágil, breve y que se disfruta mucho. Letras
para recomendar.
Letras para recomendar, letras que apunto obedientemente porque me encantan los relatos ordinarios de perdedores pero bien escritos. No he leído nada del autor todavía así que lo pondré en la lista de asuntos por resolver cuando salgamos de prisión.
ResponderEliminarBesitos libres.
Entre nos, Maja, hay tres o cuatro cuentos que son maravillosos. Ojalá lo encuentres en tus cercanías.
EliminarAh! No olvides de gestionarme un puesto de funcionario en la biblioteca cercana a tu domicilio. En breve estaré fuera de toda actividad. Como siga este confinamiento...
Besitos amables.
Tomo nota de la petición ;)
EliminarCheever que una unos cuentos en común es difícil, acaso los viejos de Bruguera. En cualquier caso, Cheever es uno de mis escritores de cuentos favoritos, no sé cuántos libros de cuentos suyos tengo (o antologías en los que está). A él y a otros dos que ahora te diré , le debo el despertar mágico a los cuentos, a encontrar, de repente, la magia desbordante casi inefable, en la literatura. Y son tres que quizá no son los mejores, pero son los que aprecio como si fueran oro: El nadador de Cheever, Madame Zilensky y el rey de Finlandia de Carson Mccullers, y La casa de la playa de Carver. SI tuviera una caja se seguridad en el banco más seguro, ahí los guardaría.
ResponderEliminargracias
cuídate
'El nadador' -que aún no he leído, pero recuerdo a Burt Lancaster nadando de piscina en piscina y lo que ocurre finalmente con él- sé que me ha de gustar. El de Carson me ha parecido buenísimo; pero el de Carver no logro hallarlo. ¿No será 'La casa de Chef'?
EliminarLamentablemente, mi banco no es tan seguro para ofrecerte el guardarlos allí.
Un abrazo, Maestro! Cuídate mucho!
Cierto. Es lq casa de Chef. Confundí el título cob el escenario. Es la edad ya...:)
Eliminarhttps://narrativabreve.com/2013/11/cuento-john-cheever-nadador.html
Eliminar¡Hola Marcelo! A veces pasa, que pensamos que un libro no nos va a convencer y nos sorprende, también pasa al contrario por desgracia. Cheever me suena de haberlo visto por la biblioteca (a él no, jeje, a algunos de sus libros, aunque este que hoy nos muestras no le tenemos.
ResponderEliminarNo soy mucho de relatos, pero igual me sorprendería si lo leyera ¿quién sabe? Porque lo que cuentas sobre él, el tema, bueno los temas que aborda, me atrae mucho, creo que puede ser interesante
Besos
Hola, Marian! Creo haber visto una edición bajo el sello de Tropo Editores -o algo así-. Quizás lo puedas hallar.
EliminarLos temas son interesantes: la pobreza, el desarraigo y una serie de sentires menores hacen de él un buen libro.
Toma en cuenta que tampoco soy lector de relatos, y si me han gustado, pues...
Besos para ti! Cuídate mucho!
Tomo nota. No he leído nada de Cheever y es uno de mis eternos pendientes.
ResponderEliminarUn beso.
Una buena ocasión, Rosa, para comenzar a saldar tu deuda con Cheever. Si bien tiene otros memorables, yo comenzaría por aquí.
EliminarUn beso para ti.
Es uno de los mejores cronistas de la clase media americana, de sus aparentes triunfos y sus vidas vacías.
ResponderEliminarUn abrazo.
No tenía mayor experiencia en sus letras y no soy de leer relatos. Tal como lo expresé en el primer párrafo, Cheever se encargó de mandarme un mensaje.
EliminarMe gustó sobremanera su fina observación de hechos tan absolutamente cotidianos como reveladores. Un hallazgo.
Un abrazo para ti, Rocío.
Pues tienen muy buena pinta estos cuentos de perdedores. Tomo buena nota.
ResponderEliminarUn abrazo
Hay algunos relatos que, la verdad, son para aplaudir. Los disfrutarás, seguro.
EliminarUn abrazo para ti.
La Gran Depresión, aparte de una tragedia, fue también un filón para la literatura, ahí tienes a Steinbeck con dos buenos títulos en ese sentido; "Los vagabundos de la cosecha" y "Las uvas de la ira", no es extraño que Cheever y compañía se hicieran eco de esas vidas míseras que intentaban sostenerse de cualquier manera. Los relatos son un formato que nunca me defraudan, los mejores escritores del mundo se han dedicado a ellos.
ResponderEliminarSurgirá literatura post-CoVid, no me cabe duda, algo que está cambiando el mundo no puede ser ignorado por los escritores.
Cuídate pibe, ánimo!
Hay varios autores que han reflejado en sus letras la Gran Depresión y la hambruna general; recuerdo a Caldwell, por ejemplo, además de Steinbeck.
EliminarComo tú señalas, seguramente aparecerán escritos donde este confinamiento obligatorio será el núcleo central de relatos o novelas.
Recibe un fuerte abrazo, varón!