I.
Visitar
las letras de Quignard es siempre un deleite, tan seguro como saber que se ha
de recibir una bocanada de aire fresco en medio de otras propuestas menos
poéticas o más mordaces. Particularmente este trabajo, que discurre en la
Francia Medieval de los siglos VIII y IX, aborda el nacimiento de la lengua
francesa, a partir del latín; fue lo que despertó mi curiosidad y me inclinó a
su lectura.
II.
El
libro relata las vidas de dos gemelos, Nithard y Hartnid, nietos de Carlomagno,
cuyas disímiles naturalezas los llevan por caminos opuestos. El primero
participa de la corte y se vuelve secretario de Carlos el Calvo, mientras que
el segundo deambula por todo el mundo en busca de un rostro de mujer con el que
sueña. Así, es esa complementariedad entre lo estático y lo cambiante la que
conduce la narración principal a lo largo de las décadas.
III.
Pero no se agota en ello. Quignard construye,
alrededor de una historia central, una suerte de mosaico temporal, con
alusiones a la Biblia y los Evangelios, la constitución de Europa como unidad
continental y la génesis de la lengua francesa, sin dejar de observar los cambios
suscitados en el Reino de los Francos en la Alta Edad Media y la vida que
transcurre en ese período, más allá de cuestiones políticas y religiosas.
La versión digital, gentileza de EpubLibre
IV.
Destaco
no solo el estilo poético escogido por el autor para describir las escenas sino
la estructura fragmentaria de la narración que, como pequeñas astillas reunidas,
van componiendo un fresco más amplio, a través de facetas distintas de un mismo
hecho. Además, un puñado de entrañables personajes secundarios –quienes condimentan
el presente narrativo- acompaña adecuadamente el acontecer de los gemelos.
V.
En
suma, un libro ameno, no exento de cierto lirismo, donde conviven creencias
diversas, brujerías y transformaciones, elementos que inducen al lector a reflexionar
sobre la importancia de un lenguaje común y la palabra en la construcción de una
identidad social. Recomendable ciento por ciento.
Veo que te ha gustado mucho. Ese "recomendable ciento por ciento" es muy elocuente. La construcción de Europa y el origen del idioma francés a partir del latín son temas que suenan de maravilla. Lo apunto.
ResponderEliminarUn beso.
Si no has leído a Quignard antes, su prosa poética te seducirá, Rosa. Recala sobre todo en la necesidad del lenguaje como elemento de pertenencia. La historia narrada puede verse como una excusa destinada a destacar este objetivo.
EliminarUn beso para ti.
Siempre es un placer pasar por aqui, aunque a veces solo sobrevuelo las lecturas siempre me detengo un momento. Saludosbuhos!!
ResponderEliminarMuchas veces nos sobrevolamos recíprocamente! Gracias por tus líneas y por darte una vuelta por aquí.
EliminarUn abrazo.
Ay no sé. Creo que el estilo sí, también esto de las brujerías y demás pero no sé, demasiado serio y sesudo para mi mente fantasiosa y dispersa.
ResponderEliminarBesos dudosos.
Parafraseando a James Salter, no todo en la vida puede ser 'juego y diversión', Maja.
EliminarEs una narración bien ambientada, con los tópicos de época; pero dice mucho más. Si te place... ya sabes.
Besitos informativos.
Hola Marcelo, leí ese libro. Más exactamente cabalgué sus páginas.
ResponderEliminarSu forma de escribir me recuerda a Galeano. Frases cortas, directas. Creo que prefiero a Galeano. Sucede que el lenguaje directo de Kignard de algunos tópicos me incomoda. Descuento será un tema de edad, mi compatriota era más sutil.
Pasarlo bien.
Hola, Selva.
EliminarGaleano tenía una prosa cantarina que, indudablemente, un francés no ha de tener -¿será una cuestión de ingesta?-. Era más ágil, aunque no dista mucho de Quignard. No obstante, me gustó la propuesta.
Un saludo.
Me gusta la idea de los dos gemelos, uno representando lo cambiante y el otro lo estático. Y el contexto histórico del libro es muy apetecible. No conocía título ni autor pero tomo buena nota.
ResponderEliminarUn abrazo
Soy consciente de que hoy, la Alta Edad Media no resulta un ambiente atractivo para el desarrollo de una novela; no obstante, Quignard pergeña una pequeña gran historia.
EliminarSi es de tu gusto esa representación dual, sugiero 'Narciso y Goldmundo', de Herman Hesse, título que debo recordar para una relectura.
Un abrazo para ti.
No entiendo cómo no ponen a Quignard en la cima de los escritores europeos vivos, no estaría solo, pero debería estar sin duda. Literatura no es otra cosa que sus libros o viceversa
ResponderEliminargracias Marcelo
Totalmente de acuerdo contigo, Wine. Es un grande de las letras, y creo que Michon puede ser buen compañero literario suyo. Por eso me gusta volver a él (a ambos) de tanto en tanto. Deleite no es empalago.
EliminarUn abrazo, Wine.