I.
Tenía que leer
uno de los relatos contenidos en este ejemplar para un taller de lectura. Tanto
me atrapó, que decidí leer el resto del volumen, convencido de que el conjunto
habría de ser más que las partes que lo componían. No me equivoqué. Pero debo
advertir al lector sagaz que habrá de encontrarse con un texto basado en el
envejecimiento humano; algo que muchos intentan eludir. Eso sí, con cierta
dosis de fino humor inglés y algunos guiños de complicidad.
II.
No
parece haber mucho en común entre un obsesivo espectador de un concierto -que
está más pendiente de la tos de sus vecinos que de la ejecución orquestal- y
una anciana residente en un instituto para mayores, que mantiene un contacto epistolar
con el autor. Tampoco entre un Jean Sibelius al fin de sus días -tras casi
treinta años de ausencia compositora- y un par de viejas amigas que se reúnen a
tomar el té, aun callando lo que cada una sabe de la historia de la otra. Y
mucho menos entre un otrora empedernido jugador y bebedor devenido en cultor de
la salud, y aquél que ha perdido a su prostituta amante, tras veinte años de
gozar -una vez al año- de la relación espuria en su matrimonio.
III.
Sin embargo, Barnes teje una serie de once
relatos donde el denominador común es el paso del tiempo. Se trate de un
enfermo de Alzheimer -cuya pareja lo acompaña con un manual culinario para
compartir las recetas-, o de un personaje que narra su vida a través de su
asistencia a una peluquería, todos ellos se enfocan en cómo se sobrelleva, se
sobrevive o se encara un período crepuscular, que se vislumbra como dorado
aunque amargo, como es el inexorable fin de la vida.
IV.
Nostalgias,
recuerdos, un amor que no pudo ser -y ese limón, símbolo de la muerte entre los
chinos- omnipresentes en cada relato, nos interpelan acerca de cómo hemos de prepararnos
para esa etapa que, en definitiva, todos deberemos transitar, y, si fuera
posible, establecer qué nos haría felices a la hora de despedirnos.
V.
De
prosa fluida y coloquial, con escenas risueñas, personajes fantásticamente construidos y mucho material para meditar y
elaborar, Barnes nos propone un sondeo sobre clics propios de la vejez: las
manías, el deterioro físico y sexual, los sueños incumplidos, etc. Un libro
escrito con madurez, para la madurez. Lectura sin desperdicio.
Solo he leído dos novelas de Julian Barnes y no he terminado de hacerme con el autor por eso lo tengo un poco descartado.
ResponderEliminarPero estos relatos reflexionando sobre la vejez pueden ser interesantes a la vez que un poco incómodos que una ya se acerca peligrosamente.
Un beso.
A todos nos llega el momento, Rosa. Hay relatos que están muy bien construidos y las historias resultan muy comprensibles.
EliminarEntre las novelas, personalmente, me han gustado 'Niveles de vida' y 'Hablando del asunto'.
El conjunto de estos relatos, está muy bien.
Un beso para ti.
A este autor lo conocí el año pasado con La única historia y me ganó por la mano. Muchos me recomendaron Arthur y George y tenía pensado leer ese antes que nada. Estos relatos tienen buena pinta aunque es verdad que el tema no tienta demasiado, es que eso de que nos cuenten el final...ya me entiendes.
ResponderEliminarBesitos comprensivos
No he leído 'Arthur & George', pero sí 'La única historia' y está entre lo más recomendable.
EliminarEn éste no hay golpes bajos ni sensiblería; sólo reflejan el paso del tiempo y las reflexiones que dispara.
Maja, no necesitas que te cuenten el final; ya lo tienes. Sólo cambia la manera y quizás eso haga la diferencia.
Besitos alentadores.
Sigo sin leer nada de este autor. Las lecturas se acumulan y el tiempo no crece. Un abrazo
ResponderEliminarPeor, Esther; el tiempo decrece!
EliminarDale una oportunidad a alguna de sus novelas, si no son de tu agrado los relatos.
Un abrazo para ti.
estimado Marcelo, me gusta Julian Barnes, le conocí en el Loro de Flaubert, me encantó. para leerle primero habrá de releerse UN corazón simple, cuento de Flaubert. El libro trata sobre el loro de ese cuento.
ResponderEliminarEn su tiempo intenté leer George & Arhur pero no.
La enfermedad y viudez de Barnes recorre sus ultimos escritos, no sé que tan bueno resulta una lectura sobre uno de los estadios de la vida, quizás nos angustie innecesariamente. Como bien escribió Borges felices los animales que no saben de su finitud. El Hombre se sabe finito mas desconoce su fecha de caducidad.
Qué miscelánea transita tu blog, felicitaciones!
Pasarla bien
Hola, Selva.
EliminarEl cuento que citas era parte de una compilación que, con el nombre de 'Tres cuentos', apareció bajo el sello de Losada y que he tenido la oportunidad de leer hace casi diez años y efectuar la reseña para otro espacio literario ya desaparecido.
Coincido contigo en que Barnes transita un período de reflexión, con cierto dejo de madura nostalgia. Pero considero que mantiene una buena dosis de vigencia.
Agradezco tus palabras de aliento, que siento cercanas. Aquí hallarás siempre una opinión honesta -no académica- de humilde lector. Y concisa. Habiendo tanto por leer, no queda tiempo para profundizar en sentires -que los hay-.
Un abrazo para ti.