I.
Retomando la lectura de las novelas
del autor, ahora en el formato unitario, sentí la necesidad de abordar el
presente trabajo al anunciarse un nuevo lanzamiento bajo un sello local. En
esta ocasión, acude una vez más la magia con que Zweig delinea una suerte de nouvelle -debido a la brevedad de su
extensión, que sólo ocupa algunas horas de lectura-, cuyo tema principal es una
vida dedicada a los libros.
II.
Han pasado una veintena de años
antes de que el narrador volviera a las instalaciones de un viejo café que
solía frecuentar de joven, para guarecerse de un repentino chubasco. Tras la
Gran Guerra (Primera Guerra Mundial), la asolada Viena se ha transformado en
una pujante ciudad que vuelve a concitar las visitas de propios y extraños, con
sus típicos cafés. La fisonomía, si bien le parece familiar, ha cambiado tanto
que se demora en reconocer dónde se encuentra. Hasta que una mesa de mármol
cuadrado ubicada en un rincón, dispara viejos recuerdos.
La versión digital, gentileza de EpubLibre
III.
Esa mesa era la que ocupaba Jakob
Mendel, un coleccionista de libros y datos relacionados con ellos quien, ante
la imposibilidad de habilitar un local propio, usaba ese escondrijo como
cuartel general, al que toda clase de clientes acudía a consultar cuando
deseaban localizar títulos y autores, o se hallaban en posesión de un ejemplar
que consideraban importante y lo querían vender. Es decir, un viejo librero
conocedor de su oficio.
IV.
Con una prosa proverbial y descripciones más que acertadas, que no solo construyen la psicología y realidad histórico – social del protagonista sino que dejan entrever cómo la guerra acabó con un período de paz, donde las fronteras no poseían la importancia que cobraron a posteriori –con la mar de injusticias que, por ello, se cometieron con personas civiles como la presente-, Zweig logra nuevamente combinar su mirada humanista en contra del flagelo bélico con su devoción por los libros, que resisten la fugacidad de la vida humana y el olvido. Un libro para tener en cuenta.
Me encanta Zweig. He leído muchas novelas suyas y sus memorias El mundo de ayer. Tiene tantas novelas que aún me quedan muchas, pero esta de Mendel el de los libros está entre mis pendientes hace tiempo. A ver si lo desempolvo.
ResponderEliminarUn beso.
Es una novela breve y entrañable, que habla de un bibliófilo apasionado, un personaje siempre afín a los lectores por sentirnos identificados.
EliminarA tu voracidad lectora le durará un par de horas.
Besos para ti y muchas felicidades!
Leída y disfrutada. Una auténtica joya. Muchas gracias por darme el empujón definitivo.
EliminarComo no quería que se me terminara muy pronto, la distribuí en tres veces y la leí muy despacio.
Ningún agradecimiento; al contrario, gracias a ti por invertir tiempo en esta propuesta.
EliminarMe alegra saber que la has disfrutado, como esperaba.
Un beso a ti, Rosa.
Querido Marcelo.
ResponderEliminarHace tiempo que no visito a este genio de las letras que tan bien sabe retratar lo humano y ponerlo en palabras. En este caso con librero de por medio, que eso siempre es un extra para los lectores. Este ya quedará para el año que viene, pero estará.
Besitos comprometidos
Estas novelas que hablan de libros o de libreros y que comparten con los lectores la pasión por la lectura, siempre resultan del agrado del mundo lector, Maja.
EliminarAdemás, si lo puedes leer en un par de horas, lo disfrutas el doble. Breve y entrañable. Te gustará.
Besitos esperanzados.
Muchas felicidades para ti!
Me gusta mucho Zweig, hace tiempo que no leo nada suyo, disfruté muchos sus memorias. Un abrazo
ResponderEliminarTengo aún sus memorias esperando, Esther. No quiero concluir con sus letras, porque muchas veces no encuentro sustituto adecuado de ellas.
EliminarÉste te gustará.
Un abrazo para ti y muchas felicidades!
Uno de mis autores favoritos, Marcelo. Todavía recuerdo yo también esa mesa de café, pero lo que más recuerdo (o creo recordar) es como Mendel vivía ajeno a la guerra, como su único mundo estaba formado por los libros, como la guerra llegó también a él. Como el mundo deja de tener sentido. Zweig un imprescindible, un valor seguro. Un abrazo, Marcelo.
ResponderEliminarEs también uno de los míos, Ana. Creo que junto a Joseph Roth han encarnado la mirada humanista de esa vieja Mitteleuropa ya desaparecida.
EliminarEl viejo Mendel era dueño de una pasión única, que nada sabía de fronteras ni etnias. Un libro que enseña cuánto se pierde al volvernos más egoístas.
Un abrazo para ti.