I.
Acerca del título que me ocupa no
puedo decir menos que es una rareza. 1983,
el año de su publicación, ha quedado en la historia nacional argentina como el
año del regreso a la democracia, tras decenios de dictaduras militares -y un
interregno peronista cuyo recuerdo hoy resulta molesto-. El libro aventura una
circunstancia que, poco tiempo después, se hará carne en cada uno de los
ciudadanos, prestos a preguntarnos ¿por qué no lo vimos? –o mejor, ¿por qué nos negamos a verlo?-. Es el primer escrito
literario enmarcado en el terrorismo de Estado.
II.
La autora comienza diciendo que se
encontró festejando el fin de año de 1978 en Brasil y, entre otros, se hallaba
el doctor Ackerman –su antiguo terapeuta- junto a una de sus pacientes, cuya mirada
era tan brillante como desquiciada; su nombre era Adela. Más tarde, Lynch descubrió
una serie de cartas que Adela debía escribir -para su terapia- y, picada en su
curiosidad, le pidió a aquél que le brindara acceso; con ello conformó el
material que nos ofrece.
III.
Adela G., una joven y bonita
escritora, debe narrarle a Ackerman los pormenores de su relación con Vargas,
un hombre maduro, casado, quien fuera parte del gobierno de la dictadura
militar. La historia comienza el viernes 7 de noviembre de 1977, cuando
personal de Vargas le solicita a Adela G. que le envíe a él un ejemplar con
dedicatoria. A partir de allí, se desencadena una historia tormentosa de
encuentros y desencuentros entre ambos, que concluye con la desaparición de su
protagonista el 7 de agosto de 1980.
La versión digital, gentileza de Biblioteca Secreta
IV.
Lo llamativo del texto es que narra
en forma de diario epistolar las alternativas en que un encuentro, por lo demás
casual e intrascendente, deriva en una enfermiza obsesión de su protagonista,
incapaz de deshacerse del lábil vínculo que se ha generado entre ellos, aún a
sabiendas de los riesgos que implica estar en contacto con el ejercicio del poder
omnímodo. Y más importante aún es que el libro apareciera mucho antes de que la
ciudadanía tuviera libre acceso a los horrores perpetrados por el aparato
estatal. Un anticipo de lo que habría de saberse un par de años después.
V.
Muchos han querido ver en esta novela una autoficción basada en un supuesto amorío entre Lynch y el comandante de la armada, Emilio Massera, en aquellos años. La construcción del personaje, que va descendiendo a su propio infierno en una escalada sin límites, es lo más logrado. De estilo coloquial y ameno, este poco difundido thriller psicológico es un libro interesante y en gran medida testimonial.
Hola, Marcelo. Pues no sé, es el típico libro que según me pille el día, me puede apetecer o no. Me gusta el personaje, es de esos obsesivos que la acaban liando muy gorda. Pero me apetece menos el contexto, es que es complicado y poco amable en general y no está uno para más problemas.
ResponderEliminarBesitos cansados
Está bien narrado, Norah. Transmite bien tanto la obsesión como los peligros de acercarse al poder cuando no se cuenta con defensa ninguna. Un poder, por lo demás, capaz de borrarte.
EliminarAlgo raro, como he dicho.
Besitos condescendientes.