Periférica, 2017
I.
Lo apunté al llegar los primeros
comentarios transatlánticos y me hice de un ejemplar cuando lo trajeron a la
Feria del Libro local durante ese mismo año. Como parecía un testimonio de la
posguerra bajo una mirada feminista, lo acuné hasta hoy. Lo llamativo fue que
propuse el título para compartir lectura en algunos grupos en los que participo
–constituidos casi en exclusiva por mujeres- y en ninguno prendió la idea. Sólo
una amiga, de origen judío, lo había encarado y con ella departimos apreciaciones.
II.
Penny es la protagonista y narradora en
primera persona. Con Elsa, la cocinera familiar, y su hermana Baby, viven
en Florencia en una casona antigua heredada de su tío –verdadero padre
adoptivo-. Hacia fines de la guerra, los nazis asesinaron al resto y solo ellas
sobrevivieron. Ahora, ambas transitan la adolescencia y las dudas que se les
presenta acerca de su cuerpo, del amor, del sexo quedan expuestas en las inquietudes
de Penny, a quien le ha tocado crecer y madurar en una incierta posguerra.
III.
Mas el texto no se circunscribe a
esto. En un estilo deslenguado y rebelde, Penny critica la subordinación y
desigualdad a la que son sometidas las mujeres, presionadas para asumir el rol que
la dominación social y religiosa les impone. Además, denuncia la doble moral de
ésta, cuyos postulados puritanos parecen no alcanzar a los miembros masculinos.
Un gran acierto es la intensidad con que Penny expone sus emociones, junto a
sus miedos y confusiones reinantes. Así, el libro mantiene una vigencia
inusual, uniendo el más puro desenfado juvenil con una frescura sin par.
IV.
Párrafo aparte merece la magnífica exposición
del sentimiento de culpa por haber sobrevivido
ante una masacre. ¿Por qué han sido ellas las afortunadas de seguir con vida y
no el resto de su familia?, ¿cómo asimilar lo inexplicable, lo irracional? Hasta
en sueños no puede liberarse de la presencia fantasmal de su prima, a quien recuerda
ensangrentada. Sentimiento que habrá de arrastrar a lo largo de su vida.
V.
En suma, con una novela bien construida,
amena y muy fluida, Mazzetti nos lega un retrato de la Italia de los pasados
años ’60, donde el cuestionamiento moral y la nostalgia de las ausencias
estaban aun a flor de piel. Una obra que se disfruta enormemente; muy
recomendable.
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