viernes, 19 de julio de 2024

Colección Último Reino. 6. La barca silenciosa, Pascal Quignard

El cuenco de plata, 2014


 I.

               Este sexto volumen del autor francés se inicia con una investigación lingüística sobre el término corbillard –coche fúnebre-, que lo remitió hacia fines del siglo XVI a un vehículo acuático que transportaba bebés de pecho hacia Corbeil, en las afueras de París, para que miércoles y sábados éstos fueran entregados al cuidado de saludables nodrizas, en campos y bosques. Los niños regresaban a sus madres los martes y viernes siguientes.

II.

                Esta acotación dispara multitud de meditaciones especulativas, pequeñas anécdotas biográficas, reminiscencias de otras lecturas y reflexiones varias acerca de la vida y la muerte. Quignard sostiene que el niño es lo desconocido del nacimiento,

‘Cualquiera sea la persona, cualquiera sea el siglo, cualquiera sea la nación, todo niño es, antes que nada, un desconocido. Todo destino humano es: lo desconocido de la llegada al mundo confiada a lo desconocido de la muerte.’

III.

               Por supuesto, el título del libro alude al mítico pasaje ritual de la barca de Caronte, donde el difunto reciente –convertido en sombra errante-  es acompañado en su ataúd por un óbolo, que proveerá el pago del barquero al cruzarlo a través del Aqueronte y su llegada al reino de Hades. Así, la muerte, como un pasaje entre diversas realidades/ mundos, es citada –y a veces, analizada- desde distintos ángulos.

IV.

               Mas el texto no se circunscribe a estos temas; también analiza el suicidio como acto supremo en el ejercicio de la libertad, de cuya naturaleza participan la lectura y la escritura,

‘Escribir relatos quita los hierros. Los relatos imaginan otra vida. Esas imágenes y esos viajes arrastran, poco a poco, situaciones que emancipan de los hábitos de la vida, tanto en la vida del que lee como en la vida del que escribe. […] ¿Qué es otra vida sino otra intriga lingüística? […] Lo amplio existe. […] Escribir desgarra la compulsión a la repetición del pasado en el alma. ¿Para qué sirve escribir? Para no vivir muerto. […] La amplitud inventó un lugar en cualquier parte de esta tierra. Son los libros. La lectura es lo que ensancha.’

V.

               Valiéndose de fábulas y leyendas, referencias semánticas e ínfimas historias de vida, con la prosa poética habitual, Quignard vuelve a proponer introspección. Un regalo para el final,

‘Los libros pueden ser peligrosos, pero sobre todo es la lectura, en sí misma, la que presenta todos los peligros. Leer es una experiencia que transforma de arriba abajo a los que consagran su alma a la lectura. Hay que apiñar los libros verdaderos en un rincón porque siempre los libros verdaderos son contrarios a las costumbres colectivas. Aquel que lee vive solo en su 'otro mundo', en su 'rincón', en el ángulo de su pared. Y así es como, solo en la ciudad, el lector afronta en el libro físicamente, solitariamente, el abismo de la soledad anterior en la cual vivió.’

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