miércoles, 24 de julio de 2024

Pelibro 34. Tortilla Flat

 

              Fue elección de colegas lectoras, entre un puñado de propuestas que allegué. Confieso que era la que menos me atraía, aunque había decidido encararlo como una lectura amable, entre otras que no lo eran tanto. Coincidió con que la casa editora renovaba la edición de este título y volvía a estar disponible después de años de ausencia. Al hallar una copia de la versión cinematográfica de Victor Fleming, no dudé en armar esta combinación, aun cuando el título original del film ha sido sustituido en español.

Libro

John Steinbeck (Navona, 2008)

            La novela está ambientada hacia los años ’20 en las afueras de la ciudad de Monterey, California; unas colinas en las que se asientan un puñado de casas de madera, que reciben el nombre de Llano de la Tortilla o, simplemente, Tortilla Flat. Allí se dan cita los paisanos: una runfla compuesta por hispanos, mestizos y otras razas caucásicas, que se emborrachan, viven de juerga y de la caridad ajena, sin intención de ganarse la vida. Son un pequeño grupo de pícaros bribones, dispuestos al timo y a la trapacería sin límites –incluso entre ellos-.

               La vida del grupo gira sobre Danny, un joven algo inocente y romántico, que ha vuelto de la guerra y se encuentra con la noticia de que su difunto abuelo le ha legado dos casas en Tortilla Flat; a él, cuyo único techo estable parecía ser el de la cárcel del pueblo, tan alborotador era. Junto a Pilón, su taimado y receloso amigo, y la compañía de Jesús María, Pablo y El Portugués vivirán aventuras desopilantes, con embustes al por mayor y harán de ello una forma de vida y un canto a la camaradería.

               Es de destacar que Steinbeck delinea unos personajes de buen corazón, generosos y faltos de malicia; sólo desean vivir día tras día sin preocupaciones, responsabilidades ni demasiado apego por las normas sociales, lo que les granjea no pocos contratiempos. Máxime, cuando se trata de la conquista amorosa –que supone ciertos gastos, para bolsillos en los que nunca hay una moneda-.

               Así, en una casa que cuenta con grifo –pero que no pueden pagar su habilitación-; regalando una modernísima aspiradora –sin el motor- y tratando de embaucar hasta al vendedor de leña para robarles los ahorros, sin dejar de valerse de la mujer del almacenero para conseguir botellas de vino sin pagar lo adeudado, esta cofradía permanecerá ligada entre sí hasta que una desgracia sobrevenga a Danny y, tras ello, la misma se disperse.

               En un estilo frontal y ameno, con escenas graciosas y diálogos muy divertidos, Steinbeck rescata esa idea de felicidad, tan idílica como efímera, de quien vive al día, en su juventud, sin posesiones y con entera libertad de disponer de su real gana. Una novela breve, magníficamente construida, que hará pasar un buen momento a sus lectores. Muy recomendable lectura para sobrellevar malos tragos, o para despojarse de preocupaciones.

  

Film

LA VIDA ES ASÍ

Victor Fleming (Metro Goldwyn Mayer, 1942)

            Comienzo por lo anecdótico. Es mi primera incursión en lo que se conoce como la época de oro de Hollywood; nunca antes había tenido que visitar una realización del período. Lo notable es que la copia en mi haber es una versión original, es decir, en blanco y negro. El título en español obedece a la canción que cantan los amigos, cuyo estribillo –en ese idioma- contiene dicha frase.

               El guion adaptado se apega bastante bien al texto de Steinbeck, salvo hacia el final, en que la dirección de Fleming se inclinó por darle un final feliz, muy diferente al de la novela. Es una licencia que se le permite, en virtud de que el país se hallaba en guerra y seguramente no quiso agregar penas a las que provenían del frente –máxime en ese año-. De hecho, en el final del cast se pide la colaboración para el esfuerzo bélico.

               En cuanto a los protagonistas, en el rol de Pilón hallamos a un Spencer Tracy en el apogeo de su fama, cubriendo con solvencia al personaje manipulador y ladino. John Garfield encarna a un Danny algo más romántico que el original, pero muy creíble y Hedy Lamarr despliega todo su encanto en la pantalla, en un rol creado ad hoc para ella –la novela no tiene protagónicos femeninos de envergadura-. El resto del elenco participa en los aciertos artísticos y el conjunto responde al espíritu de camaradería y picaresca propios de la novela.

               Yendo a la puesta, el decorado se nota que es de maqueta y, al no tener color, poco se puede apreciar la fotografía, salvo que los primeros planos están bien ejercitados en los momentos más oportunos. La música cumple, pasando casi desapercibida.

               En suma, una película que mantiene la atención del espectador, sin altibajos, y que se disfruta mucho. Más que apropiada para compartir en familia.

Testimonio del Pelibro 34

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