I.
Alguna vez tenía que delinquir. Un numeroso y entusiasta grupo
de lectores propuso compartir esta novela y, por no darle una vez más la
espalda a las letras latinoamericanas, no solo me decidí a participar sino que,
además, me erigí en el organizador de la reunión virtual para la puesta en
común final. Lo que se inició como una vanguardia
revolucionaria lectora, terminó casi como una asociación ilícita. Pero las conclusiones fueron buenas.
II.
El comienzo no puede ser más alentador. La
protagonista narra en primera persona su escolarización de mediados de los
pasados años ’80 en una escuela limeña fundada por egresados peruanos de
universidades soviéticas y patrocinada por un sindicato de pescadores rusos –que
expolian las aguas del Pacífico peruanas de su fauna íctica, mientras educan a
sus asistentes en el comunismo militante-. El nombre del colegio da título a la
novela y remite a un antiguo revolucionario indígena local.
III.
Luego, la caída del Muro devuelve
a la realidad de la pobreza, gobiernos dictatoriales y el terrorismo de Sendero
Luminoso. Entre todo eso, la adolescente descubre su sexualidad, la droga y el
descontrol. De allí, la novela salta hasta el futuro, en una cárcel en medio de
la selva. Nuestra heroína se ha convertido en una presidiaria política
comprometida con la lucha nativa y se vuelve candidata a la presidencia, pero hechos
del pasado la condenan públicamente.
La versión digital, gentileza de una amiga lectora
IV.
La obra tiene altibajos. Entre sus aciertos
está la acentuada sorna que impregna la no tan velada crítica hacia el marxismo
peruano, que por mirar hacia Moscú dejó de ver –y de actuar en- lo que ocurría
en el país. A esto habrá que añadir el tono de denuncia sobre una
clase oligárquica vernácula asociada al capitalismo internacional que pauperiza
la economía peruana y la realidad de pobreza e indigencia de los estratos más
bajos junto a los de origen indígena. Entre sus flaquezas, se encuentra la
manera ecléctica que presenta los sucesos hacia la mitad final, utilizando cartas,
entrevistas, un informe policial, una crónica, que intenta mostrar distintas
problemáticas que, al ser numerosas no puede abarcar como corresponde. Y ese
conjunto diluye la atención que había concentrado cuando la narradora afirmaba
su protagonismo.
V.
De estilo coloquial, fluido y
bastante ameno, Wiener no deja de testimoniar una realidad que adolece toda la
América hispana, solo que parece responder a una idea preconcebida –y acartonada-
de quien hace años ha decidido instalarse en el exterior de su país. No
obstante, el conjunto resulta muy entretenido. Una novela ideal para iniciarse
en sus letras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario