I.
Soy de los que creen que los
libros escogen a sus lectores. Visité la portentosa narrativa breve del autor hace
años y me propuse adentrarme en sus novelas, sin poder hallarlas en conjunto. Los pasos me guiaron hacia un último ejemplar sito en una librería que no suelo
frecuentar. Aun así, esperó años hasta hoy que me incliné por encararlas. Allegaré,
entonces, sendas apreciaciones sobre aquellas que se hallan reunidas en este
volumen, intentando saldar, si cabe, una deuda contraída con uno de los autores
más conspicuos de las letras locales del siglo XX.
II.
La novela, dividida en cuatro partes, narra el
acontecer de Silvio Antier, un jovenzuelo expulsado del colegio que, en base a sus
lecturas sobre el malvivir, decide conformar un grupo delictivo de manera de
allegarse fondos robando en distintas instancias. Pero aquél no tiene tanto
éxito y se desmorona al poco. Apremiado por la urgencia de satisfacer las
necesidades familiares, se emplea como dependiente de una librería de mala
muerte, donde conocerá la humillación y las restricciones impuestas a quienes
no pueden optar por algo mejor.
III.
Después, Antier se enrola en la Escuela
de Aviación Militar de Córdoba, donde necesitan personal mecánico, pero una
nueva frustración aparece cuando se lo declara sobrevaluado. Finalmente, para
ganarse el pan intenta convertirse en un exitoso corredor de una papelería. El
azar lo enfrenta ante un posible robo, al que no duda en delatar, granjeándose la
amistad del ulterior damnificado y confesando su intención de viajar hacia el
sur del país.
IV.
Me place el planteo del autor, cuyo
protagonista se halla inmerso en una atmósfera sórdida de clase media baja
instalada en la periferia de la urbe, con la miseria mordisqueando sus zapatos.
Antier encarna, así, al joven al que la escasez económica le demarca el camino
desde sus inicios. Un camino de restricciones y desazones varias, sin poder
vislumbrar un futuro asaz venturoso. En ese sentido, Arlt desnuda la realidad
de quienes aspiran a mejorar, pero no cuentan con los elementos necesarios para
lograrlo.
V.
De estilo coloquial y ameno, con
escenas que responden adecuadamente a un segmento social sin recursos, pero con
vocación superadora, Arlt nos expone el desencanto y la impotencia de quienes no
miden el esfuerzo en aras de mejorar pero que una y otra vez, por razones
ajenas a su voluntad, no son capaces de alcanzar el éxito. Una novela que
refleja, a su manera, la situación de muchos ciudadanos en aquel Buenos Aires
de la década de 1930. Un ejemplar para iniciarse en las letras del autor, y de
lectura obligada para el lector local.
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