Cátedra, 2004 y 2006
Cada
tanto, unas dos veces al año, destino mis horas de lectura a obras clásicas.
Particularmente, las que de alguna manera perduran a través de los años y que
se han abierto camino por reflejar ampliamente los cambios sociales y
literarios que han tenido lugar a lo largo de la historia. Reconozco que leer a
Petrarca en estos tiempos suele parecer más una acción rayana en el
sadomasoquismo que un deleite frugal; máxime, habiendo tantas otras buenas
cosas para leer. No obstante, elegí esta propuesta bilingüe pues al recorrer el
contenido de los poemas, me permitiría simultáneamente ejercitar mis exiguos
estudios de la lengua italiana.
Porque esta edición en dos
volúmenes, que reúne el Rerum Vulgarium
Fragmenta completo –algo así como ‘fragmentos de trabajos en lengua
vulgar’-, consiste en más de trescientos cincuenta poemas entre los que se
incluyen sonetos -su mayoría-, madrigales, canciones, sestinas y baladas. La
obra no sólo trata de una historia de amor; incluye el proceso de escritura,
una crisis espiritual y una reflexión acerca de las ironías de la vida.
Los poemas están destinados
principalmente a rescatar el amor por Laura, una joven mujer de quien el poeta
quedó prendado el 6 de abril de 1327 en Aviñón, sede del Papado en aquel
momento. Dueña de unos ojos poderosos, un cabello rubio trenzado y una silueta
armónica, Petrarca encontró en ese amor apasionado su fuente de inspiración. Si
bien su musa le fue arrancada durante la peste de 1348, el poeta siguió
destinándole sus versos muchos años más.
Escrito en lengua italiana
–destinado al vulgo; el latín era la lengua artística y de iniciados-, el libro
se divide en dos partes. La primera, narra las ilusiones y desesperanzas de un
amor que se asume como no correspondido. La segunda, después de la desaparición
física del objeto de los desvelos, relata el ascenso de sus virtudes a nivel
celestial.
La importancia capital de esta obra
radica en que en el plano literario, es la primera que compila una serie de
poemas escritos a lo largo de varios años cuyo objeto es el mismo y único, el
amor. Y existe un fuerte trabajo intelectual no solo para ponerlo en verso,
sino para mantener la coherencia interna del texto. Además, basándose en la
literatura clásica grecolatina que el autor deseaba rescatar y en la que se
había nutrido desde pequeño, intenta incorporar el cristianismo, en una suerte
de fusión pagano-religiosa. Por eso hoy en día se lo considera a Petrarca uno
de los padres del Humanismo que derivó naturalmente en el Renacimiento.
Los versos se leen amena y
fluidamente, tanto en castellano como en italiano y, si bien la cantidad puede
ser un tanto excesiva, lo cierto es que la lectura se disfruta más si se
ambienta con los acordes del segundo de los ‘Années de pèlerinage’, de Franz
Liszt, interpretados por Lazar Berman e inspirados a su vez en esta obra.
A mi también me gusta dejar un hueco a autores clásicos (más que a obras clásicas concretas), pero si te digo la verdad Petrarca no estaba entre mis objetivos.
ResponderEliminarBesos
Convengamos que la poesía ocupa poco espacio en las letras actuales, Ana. Y leerla, mucho menos. Lo elegí porque parecía -y es- una buena conjunción entre historia, literatura y sociedad. No me arrepiento.
ResponderEliminarBesos para ti.
Querido Marcelo, tenía 15 años la primera vez que leí a Petrarca los versos dedicados a Laura.
ResponderEliminarBien sabes lo impresionables que son las adolescentes, así que desde entonces nunca dejo de pensar que esos versos, traspasando tiempo y espacio, son para mi.
¿Presuntuosa? Sí, tengo que reconocerlo, pero son tan bellos que no puedo resistirme a ellos.
Son unos versos muy muy bellos (y casi los sé de memoria).
Besos, muchos!!
Qué bueno que los hayas descubierto a tus 15. Últimamente, tengo la sensación de haber llegado tarde a una serie de libros que, en otra etapa de mi vida, los hubiera valorado mucho más.
EliminarNo me pareces presuntuosa, puesto que la musa inspiradora y tu tienen más que algo en común, Luna. Pero sí; comparto contigo en que algunos de los versos son muy bellos.
Besos grandes para ti!
¿Quien es su musa?
ResponderEliminarLa de Petrarca, Laura. La mía, pues...
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