domingo, 6 de julio de 2014

Amores no correspondidos. La Mano de la Buena Fortuna, Goran Petrović


Sexto Piso, 2005

            Algo había leído sobre este título, pero sin duda alguna me decidí a encontrarlo cuando una de mis compañeras del área de Letras me lo recomendó entusiastamente. Encontré el último ejemplar que quedaba disponible en una cadena de librerías y lo acuné por más de año y medio. Un nuevo libro del autor disparó su lectura. En una de esas descaminadas tardes de paseo por las cercanías, días atrás, lo volví a ver en un escaparate -ahora en una nueva edición- y ello solo me cambió el humor.

            Adam Lozanić es un joven estudiante de Filología que se gana la vida oficiando de corrector de un magazine turístico. A él llega un hombre que le propone realizar correcciones de un libro antiguo, escrito por un tal Anastas Branica con el título Mi Legado. Lo que comienza como un trabajo bien pagado, se transforma en una sorpresa y un descubrimiento: el libro no contiene otro argumento que la descripción de una villa. Pero a medida que se adentra en el texto para su corrección, se va encontrando con otros lectores que, simultáneamente, pasean sus ojos por las mismas líneas. Es decir, los lectores se convierten en los personajes del libro.

           Dispuesto en ocho capítulos –‘lecturas’-, Petrović reelabora el mito del Quijote –la ficción convertida en realidad- en una versión muy original y novedosa, en la que existe una vida tangible, fuera del libro, y otra muy distinta dentro de él. De hecho, a través de sus páginas conocemos la historia de Branica –que escribió el libro para poder encontrarse con la mujer que amaba-; su enamorada real, Natalia, ahora anciana, quien se adueñó de la mayoría de los ejemplares para seguir viviendo dentro del libro; su dama de compañía Jelena, que asiste a su señora, tratando de aprender inglés para poder emigrar; Zlatana, la cocinera de Branica, que nunca salió de su hábitat natural y hace manjares riquísimos y una galería de personajes secundarios que además de fortalecer el relato conviven con los principales y pueden exhibir otras facetas no tan idílicas ni convencionales.

            Lo destacable es la composición del relato. La ficción se entremezcla con la realidad de manera tal que por momentos se pierden los límites que los separan. Todo el libro nos habla de amores no correspondidos, que se debaten entre ambos mundos y al que la fantasía les ofrece la oportunidad de existencia si bien no de realización. Ambientado en épocas distintas de Serbia, el título se debe a un almacén que ya no existe, pero al que los protagonistas acuden a proveerse de lo necesario.

          El libro se lee rápido y resulta dinámico, con una ida y vuelta temporal que no marea al lector e incentiva su lectura. ¿Qué pasaría si pudiéramos encontrarnos todos los que participamos de este espacio con sólo ponernos de acuerdo en encontrarnos a una hora determinada leyendo el mismo libro? Al menos, sería una propuesta atractiva para conocernos e intercambiar opiniones. ¿No les parece?

13 comentarios:

  1. No sé si es más borgesco o más macondiano (¿será éste el gentilicio?), pero me parece muy interesante. Vamos, siento que me llama algún ejemplar extraviado por ahí...

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    1. Si haces alusión a cierto realismo mágico, creo que es más borgeano que 'macondino'; de todas formas, bastante entretenido e imaginativo. Yo lo disfruté mucho, Agnieszka. Espero que ocurra lo mismo contigo. Un beso.

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    2. ¿Eras tú la que hizo el comentario sobre 'Amarok', de Oldfield, en 'Por la estantería'?

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    3. No, pero sé quién fue. ¿Eres fan de MO?

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    4. Si, mucho. Tengo toda su discografía en CD y vinilo. Lo escucho desde púber!

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  2. Ayyy, me parece que se perdió mi comentario.

    Decía que tu propuesta final es interesante y que se puede intentar pese a que no tengo experiencia en encuentros de este tipo.

    Y que me interesa todo de los Balcanes desde que viajé hace dos años a esa zona. No fui a Serbia pero si a Eslovenia, Croacia y Bosnia.

    La trama de esos amores no correspondidos y ese tránsito entre realidad y ficción me llaman mucho la atención.

    Besos!!!

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    1. Ojalá se pudiera! Imagina, U-to, no tener más que ponernos de acuerdo con los relojes para poder tomarnos un café -o un cava, según la estación- sin tener que viajar miles de kilómetros para encontrarnos!
      El libro es muy original; vale la pena transitarlo. Colic, Pavic, Petrovic... cuántos frutos están dando todas esas letras! Si le agregas a Hrabal y Cartarescu (checo y rumano, respectivamente) tienes para disfrutar a lo grande.
      Un beso grandote!

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  3. ¡Este libro me encantó! Hicimos una lectura conjunta en el Café literario del facebook y esa fue nuestra manera de encontrarnos en el libro.
    Este autor me gusta mucho, ya me he leído tres libros suyos y los tres son especiales.
    Un abrazo

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    1. He visto, Esther, que has publicado algo sobre sus obras; particularmente, aun no llegó hasta aquí el último trabajo. Sí tengo para leer el 'Atlas...'. Lo atesoro como un coñac añejo, como para despuntar el vicio en algún momento.
      Gracias por darte una vuelta. Un beso.

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  4. Con lo del libro no lo tengo claro, iré a echarle un ojo. Lo de "conectar" leyendo el mismo libro en el mismo momento ya se me había ocurrido cuando leímos el de La osa mayor.
    Besos

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    1. Es un libro interesante, Norah. Pégale una ojeada. Tendríamos que repetir la experiencia de 'conexión'. Pero esta vez, te tocaría a ti elegir el título. Piénsalo.
      Un besito.

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  5. Buenas noticias: el libro lo tengo :) Es más, lo tuve en mis manos dispuesto a ser leído, pero justo era cuando me iba de vacaciones y opté por una lectura más ligera. Y he terminado tan cansada de lecturas ligeras, de "usar y tirar", que ya he vuelto al redil, así que Pétrovic está listo para ser leído en cualquier momento ;)

    Besos

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    1. Buenísimo, Ana! No te defraudará. Quizás, hasta tengas la suerte de encontrarte con un hombre que se me parece, en medio de sus líneas.
      Las vacaciones son para lecturas ligeras, pero el problema es que se corre el riesgo de llenarse de cosas vacías.
      Un beso grande!

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