Periférica, 2011
Había
adquirido este ejemplar después de haber leído en la blogosfera que se trataba
de un libro basado en la guerra civil desatada en la ex – Yugoslavia, en los
territorios que actualmente se dividen en Eslovenia, Serbia, Croacia, Bosnia –
Herzegovina, Macedonia y Montenegro. Al parecer, nada fue un camino de rosas.
Esta sucinta obra es fiel testigo de ello.
Narrada en primera persona por su
autor, un ex – militar yugoslavo de origen bosnio, nos pone al tanto de las
atrocidades cometidas por serbios, bosnios y croatas durante el conflicto
bélico. Es una serie de microrrelatos inspirados en el acontecer cotidiano de
la guerra. Lo que Čolić nos hace conocer, con la crudeza propia de la guerra,
la ocupación y el caudal de atrocidades infligidos a quienes se reportan como
rehenes.
La obra puede analizarse en
distintos planos. Hay una guerra religiosa entre ortodoxos serbios –mayoría-,
católicos croatas y musulmanes bosnios. Pero también acompaña a la misma una
disputa por el territorio, pues cada fracción se siente atacada por la
presencia de otros grupos que no responden a su filiación. En ese sentido, es también
una guerra étnica.
El autor desgrana en poco más de un
ciento de páginas la realidad y la fiereza de las acciones de las que son
pasibles tanto unos como otros a mano de sus victimarios. Particularmente rudo
es el capítulo destinado a los campos de concentración serbios de mujeres
bosnias o croatas, a las que violaban sistemáticamente y luego abandonaban al
parir sus hijos. Todo un horror.
Escrito en forma de informe
periodístico, con alusiones a personajes locales y lo que la guerra ofició en
ellos, el cúmulo de relatos retrata de forma cruel pero efectiva los pormenores
sangrientos y los ultrajes infligidos por un grupúsculo de vencedores,
descreídos y borrachos en su mayoría.
En síntesis, el libro resulta un
testimonio de la sangre vertida entre quienes hasta cierto tiempo atrás habían
sido, si no amigos, al menos vecinos de buena voluntad; una crónica del
sinsentido de una lucha fratricida que separa en lugar de unir. Que obedece a
intereses políticos, económicos y religiosos, nunca a favor de los ciudadanos.
¿Qué puede ser más útil y rentable para especulaciones mezquinas que la
balcanización de un territorio otrora común, desmembrado por el sólo hecho de
poner el énfasis de la mirada en aquello que nos diferencia y no en lo que nos
une?
De todas maneras, el texto es un
alegato del proceder de cada grupo en época de guerra. Sirva entonces de
advertencia de lo que puede ocurrir en la defensa de ismos, cualquiera sea el origen que estos tengan.
Desafortunadamente, parece que en Europa algunos siguen sin aprender de los errores del pasado. Y no digo nada del Medio Oriente. Muy acertada la conclusión de la reseña.
ResponderEliminarEl libro da cuenta de las mayores aberraciones, contadas descarnadamente y sin pasión, pero no por ello menos horrorosas.
EliminarSí, Agnieszka, basta con apretar la tecla de encendido de la TV para volver a ver todo lo que narra este bosnio.
Gracias por tus palabras. Un beso.
Me dejó impresionada su lectura, más porque hace dos veranos había visitado la zona y en Bosnia (Sarajevo y Mostar) los restos de la guerra están muy muy presentes porque la reconstrucción es complicada y no es solo por motivos económicos.
ResponderEliminarEl autor sufrió la guerra y esa manera de contarlo como si fuera un forense me afectó.
Un abrazo con el deseo de que jamás nos toque vivir una guerra.
Un libro difícil por lo que se describe, U-to. Más, por esa manera impersonal de llevar tamaña crónica, que lo vuelve aun más cruel.
EliminarNo se cuáles puedan ser las dificultades para su reconstrucción, pero me apena mucho que aun se perciban los efectos de la guerra.
Esperemos que no nos toque. Vosotros ya tenéis bastante con vuestro millón de muertos; nosotros, bastante con Malvinas.
Un beso grande para ti!
Bosnia-Herzegovina es el único Estado tras la guerra en el que conviven tres comunidades: musulmanes, católicos y ortodoxos. El gobiernos está representado por las tres comunidades y las tres se tienen que poner de acuerdo para invertir en la reconstrucción de cualquier edificio. El resultado es que no se ponen de acuerdo y no se reconstruye (además de la falta de dinero). Así que se ha reconstruido la parte histórica por iniciativa y dinero de la Unión Europea.
ResponderEliminarUn beso grande!!
Qué buen dato el que expones. Nada sabía acerca de eso. Al parecer, si bien no se ponen de acuerdo, aun pueden convivir sin mayores conflictos. Medio Oriente debiera ser capaz de hacer algo semejante. Gracias por tu aclaración.
EliminarUn beso, Luna!
Todas las guerras son injustificadas, pero las civiles son especialmente crueles, familias y amigos enfrentados. Nunca he entendido las guerras, pero menos aún la indiferencia y la hipocresia del resto de los gobiernos. Mira ahora, EEUU condenando a Israel con una mano y vendiéndole armas con la otra. A mi este tipo de cosas me revuelven de mala manera :( (el libro lo tengo, aleluya)
ResponderEliminarBesos!
Siempre creo que la guerra, Ana, es una buena ocasión de hacer dinero para algunos, sin importar causa o bandera. Sí, en las civiles pareciera que la saña no tiene fin. Debe ser porque sabes perfectamente quién es el enemigo -has convivido con él-. Lo que dices de EEUU es muy propio de los países que producen armamento... y muy propio de la idiosincracia de los EEUU.
EliminarEl libro, tan cruel como revelador. Un beso.