Alfaguara, 2014
Hurgando
en mi memoria, creo que fue Mientras Leo quien se refirió hace años atrás a
esta obra. Pero decididamente fueron las notas más actuales de Yossi en
Goodreads y, en especial, la de Offuscatio las que inclinaron la balanza para
su adquisición. Como no había más que una versión digital disponible en el
mercado, hacia ella me dirigí y fue el debut de una experiencia singular.
Resulta impactante recibir de golpe la portada del libro en la tablet. Por
desgracia, el formato adolecía de lentitud a la hora de pasar páginas, pero he
tenido el tino de ser paciente y, después de varios intentos, concluí su
lectura al poco.
¿Alguien ha escuchado alguna vez a
Glenn Gould al piano? Dicen los críticos que es el referente de la obra de
Bach; en particular, de las Variaciones Goldberg. Mis amigos melómanos
sostienen que escucharlo sería exquisito si pudieran apartar su voz cantando
las notas al fondo de la grabación. Era tan excéntrico que tendía a usar
mitones, a calentar las yemas de sus dedos para obtener mayor sensibilidad y
siempre llevaba una sillita muy baja y raída con la cual su torso quedaba algo
por debajo del nivel del teclado. Pero, ¿quién no le perdona las extravagancias
a un genio?
Aquí el narrador anónimo repasa la
historia que lo ha unido a Gould y a su amigo Wertheimer, quienes compartieron
hace veintiocho años atrás vivienda y clases con el afamado maestro del piano
Vladimir Horowitz durante algunos meses en Salzburgo, mientras asiste al
entierro de Wertheimer, que se ha suicidado.
La edición digital en la tablet
En un soberbio alarde de maestría,
Bernhard compone una novela psicológica donde entremezcla admiración y
frustración, amistad y crítica despiadada, celos profesionales y cierta dosis
de empatía. Wertheimer se malogra al
escuchar los acordes de Bach en el piano de Gould, puesto que asume que él
mismo jamás alcanzará como pianista el brillo de éste. ¿Cómo soportar,
entonces, la angustia que genera esta revelación? A lo largo de su vida,
Wertheimer se obsesionará con esta circunstancia. El narrador, quien había
abrazado la ejecución del piano como una manera de enfrentar las aspiraciones de
su opulenta familia, renuncia a convertirse en concertista al poco, aunque
sostiene una relación de amistad y odio con Wertheimer, que perdura con
intervalos hasta su deceso.
El fulgor de un dotado –con su
consecuente cuota de desprecio por el resto-, la envidia que despierta en los
mediocres el talento ajeno y la frialdad y crudeza de dos amigos que aún
compiten entre sí se dan cita en un texto en los que abundan trastornos
obsesivos – compulsivos, mecanismos de defensa, proyecciones varias y toda una
gama de neurosis propias de un libro de Freud. En ese sentido, un hecho
fortuito en torno al piano le sirve de vehículo a Bernhard para desplegar un
acabado conocimiento de la psicología humana, a la que exhibe en su cruda
realidad, despojada de todo atavismo.
Para terminar, algunas acotaciones.
Que lo que se narra es mera ficción, lo confirma la historia. Gould jamás tomo
clases con Horowitz –al que denostaba, según lo que corría en su íntimo círculo
de amigos-. Que el autor detesta a los austríacos, a los que tilda de sórdidos
y estrechos de miras, puede apreciarse en varias de sus páginas. Por otra
parte, el estilo iterativo de Bernhard, con frases que se repiten
machaconamente –presente en toda su obra- hace que la lectura se vuelva un poco
densa, máxime con el extendido uso del narrador interdiegético –puesto que éste
hace alusión continuamente a lo dicho por Wertheimer respecto de sí mismo y de
Gould-. En suma, un bocado que puede resultar exquisito para aquellos que
degustan la psicología como parte de una creación literaria.
No conocía a Glenn Gould y lo he escuchado canturreando en varias piezas musicales mientras leía tu reseña y ahora que escribo el comentario. Parece un hombre excéntrico pero con una calidad musical excepcional.
ResponderEliminarTampoco conocía la novela y tú has despertado mi interés por ella, la apunto y es muy posible que acabe leyéndola, veremos... Me atrae esa relación entre los dos amigos y que le sirva al autor para reflexionar sobre la naturaleza humana.
No creas que lo psicológico es lo que más me interesa, sobre todo cuando es lo que predomina.
Un abrazo grande!!
Gould ha sido un excéntrico, un dotado para el piano, capaz de arrancarle al teclado todo aquello que podía dar. De hecho, la compañía Sony de música ha lanzado hace ya varios años 'The Gould Glenn Edition' en honor del pianista.
EliminarPara leer a Bernhard, sugiero un cúmulo de paciencia. Reiterativo, condensado, hasta nervioso, diría. Pero es una buena obra, muy típica de su literatura.
Un gran abrazo para ti, U-to!
Estoy totalmente de acuerdo con tu respuesta al comentario de Laura: mucha paciencia. A mí me sirvió para conocer al autor, pero reconozco que tanta repetición/reiteración me llegó a aburrir a medida que pasaba las páginas. Un abrazo,
ResponderEliminarMarisa
Ya me había pasado algo semejante con otras obras suyas. No obstante, la composición de los personajes es fantástica.
EliminarGracias por darte una vuelta por aquí.
Un abrazo grande, Marisa.