Impedimenta, 2011
Rescaté
este título de una reseña en la blogosfera hace ya varios años. Me intrigaba
tanto el contenido como el autor, ignoto para mi hasta ese entonces. Confiado
en la cuidada edición que ofrecía al público la casa editora, instalada como
referente de buena literatura, no tuve más que hacerme de un ejemplar, que ha
debido esperar lo suyo.
La historia se ambienta en la región
de Trièves, en la Provenza, hacia 1843. El ataque de un muchacho, la
desaparición de una joven, la mutilación de un cerdo en medio de un pueblo que
queda aislado por la nieve de invierno, parece conducir a un relato de
características policiales. Para aclarar lo ocurrido, se convoca a un grupo de
gendarmes que son liderados por un curioso hombre llamado Langlois, quien
resuelve los misterios hacia la mitad del libro.
Pero tres años después, Langlois
decide instalarse en el pueblo y de allí surge otra historia, la del
protagonista y sus habitantes. Un hombre que ha gozado de cierta reputación a
la hora de enfrentar los hechos pasados, ahora se encierra en una vida algo
solitaria y hermética. Y surgen los comentarios y las habladurías, en las que
aquella vieja historia es reelaborada por los demás testigos.
En este aspecto, existe un narrador
que relata los acontecimientos, permitiendo que cada personaje secundario
aporte su visión desde la propia perspectiva, con lo que la construcción de la
trama se vuelve polifónica. Además, en Langlois conviven la crueldad con la
compasión, el desapego con el egoísmo, exponiendo así las contradicciones de la
naturaleza humana. Es esa fascinación que provoca la sangre sobre la nieve la
que sostiene el relato y la tensión.
Párrafo aparte merece el estilo
literario. La atmósfera de la aldea resulta singular: pisadas en la nieve que
se pierden en la nube que desciende, como una continuidad entre cielo y tierra;
el caballo de Langlois, que de tan bueno, hasta se ríe, busca la compañía de
los humanos y se compadece de ellos. Las descripciones tanto del entorno como
de sus gentes son de un lirismo rayano en la poesía. Si no, basta con citar un haya tan imponente que
parece cobrar vida propia, según su narrador,
‘A su alrededor había una
ronda sin fin de pájaros, mariposas y moscas sobre las que el sol parecía
descomponerse en arcoíris como si atravesara un manantial de salpicaduras. Y en
otoño, con su larga cabellera carmesí, sus mil brazos entrelazados de
serpientes verdes, sus cien mil manos de follajes de oro jugando con pompones
de plumas, correajes de pájaros, polvo de cristal, no parecía realmente un
árbol’
El título alude a un pensamiento de
Blaise Pascal,
‘Déjese al Rey Sol sin
ninguna satisfacción de los sentidos, sin ningún cuidado en el espíritu, sin
ninguna compañía que piense y medite a sus anchas: veráse entonces que un rey
sin diversión es un hombre lleno de miserias’.
Con una prosa amena, coloquial,
simple y directa, Giono compone una novela distinta, rara en el buen sentido, donde mucho está por descubrirse y que
deja tan buen sabor que el lector se apena al concluirla. Interesante, para no
dejar pasar.
Pues no se deja pasar. Ahora mismo tengo uno en casa de la misma editorial y también del mismo género solo que más urbano, nos lleva a Berlín. Así que después me pasaré por el pueblo de Langlois a ver qué se cuentan por allí.
ResponderEliminarBesitos nublados
Confieso que mientra lo leía, pensaba 'A Norah le habría de gustar'. Es un libro como para ti. Cuando concluyas con el presente, échale un vistazo.
EliminarBesos a pleno sol.
¡Qué buena editorial! Los títulos que he leído de ella siempre me han gustado, seguro que éste también. Y ¡qué cuidadas ediciones! Saludos.
ResponderEliminarCreo que junto con Acantilado, tanto por la edición como por los títulos elegidos, Impedimenta destaca.
EliminarÉste es un libro interesante.
Gracias por pasar, Ana.
Un abrazo.
Tiene algo que me llama. Lo apunto.
ResponderEliminarFantástica reseña.
¡Nos leemos! :-)
Gracias por el aliento. Buen libro, no lo pierdas.
EliminarSaludos!