miércoles, 24 de agosto de 2016

Soledad y desarraigo. La mujer de Strasser, Héctor Tizón


Alfaguara, 2011

           Lo apunté al salir la presente edición, aunque aún conservaba otro título del autor sin leer. Tras la saludable experiencia que representó esa lectura hace ya tiempo, tenía que elegir los libros para una corta estadía en el suelo que sirvió de albergue a este salteño, que adoptó como suya la tierra de Jujuy en la que vivió hasta su deceso en 2012. Recordé el título de marras y salí en su busca; la diosa Fortuna me lo allegó un sábado en medio de un paseo de libros usados.

            La historia se ambienta en el norte argentino hacia 1939, cuando Wilhelm Strasser, un joven ingeniero, se hace cargo de la construcción de un puente entre las riberas de un caudaloso río que solía causar estragos con sus avenidas estacionales. Aprovecha la ocasión para emigrar desde su Pomerania alemana junto a su mujer, Hilde, para escapar de la guerra. Una vez en estas latitudes, se acompañan de Janos, un húngaro que asiste a Strasser en la ejecución de la obra y ayuda con los trabajadores lugareños reclutados para ese fin. Así se conforma un triángulo, que de amoroso tiene poco.

            Janos ha perdido a su mujer y sólo le ha dejado un crío, que es quien narra los hechos. Un niño que recuerda que fue Hilde quien lo contuvo cuando su padre fue alcanzado por un repentino rayo. Pero Tizón no sólo nos hace saber lo ocurrido, sino que también nos permite conocer lo que piensa cada uno de los protagonistas en cada momento. A un borracho e infeliz Strasser, para quien el matrimonio es una institución que lo ata a una mujer, contrapone a una esposa que se debate entre la servidumbre hacia su marido y la búsqueda de satisfacción sexual, y un Janos quien, pudiendo consolar a la joven, sólo se aparta y retrae en su mundo, pues aún le asaltan resabios de su pasado en la Guerra Civil española.

Tizón en medio de la gente en Iruya, Salta, Argentina

          Así, con cada personaje el lector se ve conducido a realizar un viaje distinto. Con Strasser, se traslada al esfuerzo de sostener una utopía, en la que el clima y la geografía van mellando su espíritu hasta su total degradación. Con Hilde, se interna en una introspección que tiene lugar a partir de la soledad y el abandono conyugal; un debate entre la nostalgia por un pasado que ya no es y un presente abúlico y sin sentido. Y con Janos, el único interlocutor de la pareja, responsable de mantener el sentido de realidad del relato, exhibe las secuelas que deja la guerra y la pérdida de las ilusiones.

            En un texto polifónico, donde el entorno y sus gentes juegan su rol, el autor construye una novela en la que soledad y desarraigo, unido al sentimiento de derrota, se erigen como motivo principal. Me pregunto cuántos de nosotros no nos hemos sentido así alguna vez; sobre todo, obligados a tener que habitar tierras lejanas.

Laguna El Rodeo, a la caída del sol, en Yala, Jujuy, donde el autor escribió esta obra

           Párrafo aparte merece el estilo escogido por Tizón para realizar sus descripciones de escenas y sentires, rayano en la poética y en la lírica. Sus líneas exhiben una sensibilidad a flor de piel, que realzan la narración. Un libro para no dejar pasar –y conocer un poco más acerca de mi tierra-.

7 comentarios:

  1. Ni falta hace que te diga dónde voy a ir a mirar este libro. Me gusta la historia pero tengo que ver si ese estilo florido y poético no empacha, que a veces se ponen con los adjetivos y acuerdan de seguir con la historia que es bastante triste pero algo tendrá.
    Besos

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    1. Y no se acuerdan, quería decir. El iPad tenía hambre veo.

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    2. Si lo encuentras en la biblioteca frente a tu domicilio, hazme el favor de peticionar un puesto para mi, de manera de poder verte seguido.
      Me gustaría que lo pudieras leer, y así comprender cómo han sido las cosas en este país. Es muy realista, para la época en que se ambienta.
      Un fuerte abrazo, Norah.

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  2. No he leído nada ambientado en Jujuy, así que me llevo este título apuntado. Aunque no puedo negar que la trama en sí también parezca muy llamativa. Salta es preciosa, tanto la ciudad como la provincia, y soy muy aficionada a los vinos Michel Torino, jaja.
    un abrazo

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    1. Los jujeños protestan porque Salta se les ha adelantado y las excursiones en su propia provincia la inician desde allí.
      Salta se ha adelantado respecto del turismo, pero Jujuy tiene su encanto.
      El libro es muy típico de esas latitudes. Muy propio de allí.
      Hoy, hay vinos mejores que los Michel Torino -mucho más caros, claro-.
      Un fuerte abrazo, Agnieszka.

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  3. Las fotografías me encantan, parece que hemos coincidido en esa unión de literatura y viaje que te da otra visión de las guías para turistas.
    De nuevo es desconocido para mi el autor, esta vez no dejo el libro en la nube sino que pasa a mi libreta de posibilidades, me gusta ese trío unido y, a la vez, separado por todo lo que fluye en el trasfondo.

    La soledad y el desarraigo se pueden sentir en tu propia casa, no hace falta viajar lejos, pero puede ser un factor importante para sentirlo (de todas formas, teniendo en cuenta lo que dejaban atrás en 1939, no parece la peor opción al margen de las cosas personales que da igual donde estemos, nos acompañan).

    Un fuerte abrazo!!

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  4. Esta tierra siempre ha sido de inmigración, U-to, como bien sabes. En especial, desde 1880 hasta la IIGM, cuyos inmigrantes escapaban de la guerra y del hambre. Eso plantea Tizón: la vida de aquél que se alejó de su lugar para insertarse en otra realidad, con sus usos y costumbres disímiles, en poco menos que un desierto.
    Si lo encuentras por allí, no dudes.
    Un abrazo grande!

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