De Bolsillo, 2007
Rescato del olvido esta reseña porque el libro me ha parecido singularmente bueno. Se que
Marías posee apasionados seguidores tanto como críticos y detractores, pero fue
mi experiencia inicial con su universo literario y guarda mis primeras
impresiones una vez concluida su lectura, hace más de seis años atrás. Además,
ha sido el responsable de haberme hecho de unos cuantos títulos de su autoría.
El título figuraba en una enorme
lista que un colega docente ofrecía a sus alumnos con motivo de una lectura
obligatoria que los mismos debían realizar para así concluir sus estudios y,
entre otras tareas, promover la asignatura. Cuando le pregunté al docente cuál
de esos libros me sugeriría leer, inmediatamente me citó el de Javier Marías.
Después de adquirirlo, durmió el sueño de los justos y compuso parte del tótem
de lecturas pendientes. Fue en una reunión de fines de año -2009- que el título
volvió a salir a la luz y ahí decidí llevármelo de vacaciones.
Esta novela cuenta en primera
persona la historia de un hombre que es invitado a cenar en casa de una mujer a
la que apenas conoce, en ausencia de su marido, con la única compañía de un
niño de dos años. El desvelo del infante retarda el encuentro sexual de la
pareja que, en el instante de iniciar la consumación, la mujer repentinamente
se indispone y muere.
A partir de este trágico suceso, el
protagonista se ve envuelto en una situación compleja, pues el niño queda solo,
desvalido y con su padre en el exterior. Esto aumenta su sentimiento de culpa y
remordimiento por abandonar el lugar en medio de la noche en esa circunstancia,
con el paso de los días.
La trama, ambientada en Madrid y bien
narrada, que refleja el sentir del personaje principal a través de
elucubraciones, pensamientos y acciones en pos de saber qué ocurrió después de
su salida, es lo sobresaliente de la novela.
Basada en la frase “mañana en la
batalla piensa en mi, cuando fui mortal; y caiga tu espada sin filo: desespera
y muere”, tomada de “Ricardo III”, de Shakespeare, Marías construye un universo
narrativo lleno de reflexiones mientras se desarrolla la historia, pero ésta no
constituye el elemento principal sino que acompaña a aquellas en un ir y venir
recíproco. La necesidad de saber cómo se resuelve esa muerte a nivel familiar
lleva al protagonista a entrar en contacto directo con los deudos más cercanos,
lo que deviene en una serie de sucesos con un fin insospechado.
El autor se ayuda de frases cortas
con contenido pleno de significado, haciendo que su relato se vuelva un tanto
denso. Además, utiliza el término haunted
(encantado) para describir cómo se siente su personaje; esa sensación de
“ensoñación”, de ser visitado por fantasmas durante las noches, o en sueños, de
la más pura tradición inglesa.
La novela está signada por “la negra
espalda del tiempo” –otra frase del bardo inglés y título de otra novela del
autor- con la que Marías da a entender todo aquello que se frustra o se
malogra, lo irreversible y lo incumplido, lo que retorna y lo que se pierde,
como si todo diera lo mismo. Todas esas cosas que dejan de tener sentido cuando
la muerte se hace presente. Ese presente que se vuelve difuso al entrar en el
olvido.
También se entrelaza la propia
historia del protagonista con su última pareja que, en una digresión en medio
del texto, es incluida para definir más psicológicamente el rol principal y
tiende a fortalecer el carácter de ensueño de lo que se narra. Una forma
original de exponer el mito del “eterno retorno”.
Por último, no escapa a la historia
la meticulosa observación del autor del entorno social y cultural del Madrid
posfranquista, que añade condimento con su análisis de clase y su exposición
ácida y socarrona de figuras que ya pertenecen al pasado, así como también exhibe
fidedignamente la realidad del quehacer literario de aquellos que son “negros”
–personas que escriben para otros, sin firma-. Quizás el desenlace de la
historia se vuelva poco creíble, pero las meditaciones acerca de lo ínfimo que
cualquier individuo deja en la memoria colectiva de los demás en su paso por
esta vida es muy interesante.
Esta novela de Marías no la he leído, la añadiré a mis pendientes, tantos ya. Parece estar presente el Marías que me gusta, aunque la trama inicial quizás no la asociaría a él, supongo que porque tampoco lo conozco tanto. Un abrazo.
ResponderEliminarMe resulta llamativo que ésta, una de sus más afamadas novelas, no la hayas leído, Ana. Aunque, a decir verdad, si un par de lectores asiduos no me lo hubieran marcado a fines de 2009, pues yo tampoco hubiera tenido noticia de él.
EliminarUn libro más que interesante.
Gracias por darte una vuelta. Un abrazo para ti.
No me pierdo ningún domingo el artículo que saca Marías en la Revista de El País (muchas veces es lo único que leo de toda la revista y de todo el periódico). Como escritor me gusta también bastante, he leído si no recuerdo mal tres novelas suyas de las que Corazón tan blanco es mi favorita. Me decepcionó la última que leí, Los enamoramientos y tengo pendientes de leer un par, entre ellas su última novela. La que tan bien comentas no la he leído.
ResponderEliminarAbrazos!!
Me gustan sus letras y tengo varios de sus libros esperando. Muchas de sus obras llaman a la reflexión.
EliminarEspero que éste sea de tu agrado.
Un gran abrazo!
Hola Marcelo.
ResponderEliminarAún tengo pendiente un título de Marías, "Lección pasada de moda" que adquirí hace ya tiempo. Marías es reconocido traductor de los clásicos ingleses, algo que, como certeramente señalas, se refleja de alguna manera en su obra. Después de tus impresiones me apetece leerlo pronto.
Un abrazo pibe :)
Hey, Paco, me pones en un aprieto. No conozco ese título de Marías. Veré si puedo conseguirlo.
EliminarÉste es uno de sus buenos libros; deja materia para meditar. Ojalá lo disfrutes tanto como yo.
Un abrazo grande, amigo!