jueves, 10 de agosto de 2017

El Don apacible. Libro 4, Mijaíl Shólojov


DeBolsillo, 2009

            Última entrega de esta epopeya rusa de inicios del siglo XX, que comienza con el avance indeclinable de las fuerzas comunistas. Constituido por dos partes finales, Shólojov concluye su relato alcanzando el año 1921 y la consolidación del poder soviético.

            En la Séptima Parte, se dan indicios de la derrota final de los insurrectos y del Ejército Blanco. Los cosacos han tenido que cambiar de margen del río Don, dejando atrás propiedades y bienes. La pelea sigue siendo sostenida, pero es desigual. Las defecciones cosacas son cada vez más numerosas; se han hartado de luchar y sólo desean volver a sus aldeas, a sembrar y cosechar –algo que el autor deja muy en claro en toda la novela-. Y la ayuda que propician los zaristas lejos está de ser real. Para colmo, los oficiales blancos no dejan pasar oportunidad para hacer sentir a la oficialidad cosaca –entre ellos, nuestro protagonista, Grigori Mélejov- la diferencia de educación y civilidad, tratándolos de paletos e ignorantes.

          Desencantado de la propuesta blanca, Grigori termina en la desembocadura del Don en el mar de Azov, dispuesto a embarcar hacia costas turcas, como la gran mayoría de las divisiones del Ejército Blanco. Pero… sólo hay lugar para unos pocos elegidos. Por lo que decide volver a la aldea, cueste lo que cueste.

            En la Octava Parte, Grigori toma consciencia de su realidad familiar. Su hermana menor se ha casado con el asesino de su hermano; su madre y su padre, así como su hermano, su cuñada y su esposa, han muerto. Solo restan sus hijos –niño y niña de corta edad, al cuidado de ellos- y el amor incondicional que le guarda Axinia Astájov, esposa de su vecino. Pero no tiene suerte. Su cuñado, ahora presidente del Comité Revolucionario de la aldea, está dispuesto a delatarlo, obligándolo a migrar nuevamente. Como fugitivo es descubierto y puesto a las órdenes de un viejo amigo, que planea una insubordinación debida a la exacción en especies que el gobierno soviético realiza a los cosechadores, tomando gran parte de su trabajo. Desde allí, se suscitan nuevas aventuras de este viejo combatiente al que la vida ha obligado a estar a la altura de las circunstancias. Habiéndose convertido en un bandido y saqueador, decide abandonar a sus compañeros y volver a su hogar, aún a sabiendas del costo de ello. Y el costo es altísimo. Sin claudicar, Grigori regresa a su aldea, con toda una historia a cuestas y muchos muertos por los que hacer silencio.

            Un final acorde a la épica narrada por Shólojov a lo largo de dos millares de páginas. No esperaba menos, aunque se podrían haber ahorrado un ciento de ellas, lo menos. Las descripciones del entorno geográfico son parte destacable de todo el relato; como si el autor se hubiese pasado horas en la observación de los movimientos de la naturaleza en la región.

            En mi humilde opinión, aborda muy bien un periodo no muy claro de la historia rusa y de los cosacos, antes de ser sometidos al poder soviético. Pero no está a la altura literaria de Tolstoi, Chéjov o Dostoyevski, con personajes mucho más elaborados desde el aspecto psicológico que los que ofrece Shólojov en su extensa obra.

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