Planeta, 2012
Es muy vasta la obra de Juan
José Millás como para seguir ignorándola. Con varios títulos suyos en mis
estantes, había leído buenos comentarios en la blogosfera acerca de éste,
galardonado con el Premio Planeta 2007. No es que la premiación hubiera ablandado mi postura –que señala,
justamente, que los premios son motivo suficiente para no leerle- sino que a otros lectores les había resultado un libro querible, al abordar temas de su infancia.
Como se había armado revuelo -si el reconocimiento había llegado por la obra o
por la trayectoria de Millás-, decidí averiguarlo por mí mismo.
El libro se estructura en cuatro relatos donde el propio
Juanjo, cuarto hijo de un total de nueve, narra en primera persona parte de su
biografía – tal vez lo fuese-. Así, en el primero repasa la sensación de un
frío que cala los huesos, del que aún adulto no ha podido desprenderse. Ese
frío lo lleva asociado a la mudanza de toda la familia desde Valencia a Madrid,
que con la remanida excusa de que ‘allí hay más oportunidades de mejorar’ los
padres encaran el traslado a un suburbio de esa capital, descampado y solitario,
sin poder ocultar la estrechez de recursos y el estado de pobreza que lo
obligaba, dejando así la costa soleada y cálida en aras de un lugar más amplio,
aunque más gélido espiritualmente hablando.
Luego, desarrolla lo que considero el nervio central del
texto: la calle, o el ombligo del mundo de Juanjo. Pero no lo enfoca desde la
ventana de su casa; se apropia de la cosmovisión que brinda un ventanuco
ubicado en el interior de un sótano, a ras del suelo, de la casa de un amigo
vecino. Desde allí, Juanjo reelabora su relación con los demás, sus amigos, su
gente, su familia. Esa mirada se extenderá a lo largo del libro hasta el final.
La tercera propuesta surge del frustrado primer amor. La
muerte de su amigo le ha generado un vacío que sólo podría llenarlo una tibia
relación con su hermana. Pero ésta le confiesa que él no le resulta interesante
y, ante ello, sólo puede hallar refugio en la fantasía. Una fantasía que finalizará
en un encuentro sincero entre ambos, muchos años después en Nueva York. Y
finalmente, encara una anécdota tragicómica. Con su tendencia a aplazar los
estudios, Juanjo es dirigido a una academia donde lo prepararán para acometer
con éxito sus exámenes. Pero los maestros ejercen la violencia física con sus
alumnos –a veces, de manera sádica-, con lo que el protagonista no encuentra
mejor salida para evitar los castigos que confiarle a sus padres que desea ser
sacerdote misionero. Por esa razón, se lo llevan a Valladolid a iniciar el
curso en el seminario.
Con estilo coloquial y ameno, Millás
compone un libro emotivo, plagado de buenas historias nacidas en el patio
interior de su biografía, con personajes que generan empatía en el lector y
hacen de él una buena lectura. Como nota opaca, Millás se florea a sí mismo,
refiriéndose continuamente a sus otros títulos y a su obra en general, lo que
recarga al lector con una suerte de envanecimiento personal que no aporta nada
y lo aleja del núcleo narrativo. No obstante, el libro se disfruta y fluye
rápidamente.
Muy buena reseña. Yo llegué a ese libro por recomendación encarecida de un amigo que vive en Prosperidad. La mejor parte es sin duda la de su amistad con el Vitaminas; ahí el modo de mirar el mundo ciertamente es original y emotivo. Lo suelo recomendar pese a su irregularidad.
ResponderEliminarHola, Squirrel.
EliminarSí, coincido. Las andanzas con el Vitaminas es lo mejor del libro. Una amistad a prueba de balas.
Gracias por tus líneas y por darte una vuelta por aquí.
Un abrazo.
Pues con este señor pasa lo habitual con este premio, justo el libro premiado, que dice la leyenda que suele ser de encargo, es el peor. Yo me aburrí mucho leyéndolo y no pasé de las primeras páginas.
ResponderEliminarSin embargo guardo grato recuerdo de Dos mujeres en Praga y de Laura y Julio, por si decides volver.
Besitos premiados.
No me ha parecido malo, pero quizás fuese por encargo, si. Lo del Vitaminas es emotivo.
EliminarTengo otros pero no los que citas, aunque apunté Laura y Julio.
¿Quieres decir que el premio estaba ya otorgado antes de establecer el ganador? Desconfianza pura...
Besitos recelosos.