La otra orilla, 2010
Lo
apunté al poco de ser lanzado pues lo comparaban con el afamado Guerra y Paz, libro que abordé hace una
veintena de años. La edición disponible en ese entonces era la grosera de marras, en cartoné, que ocupa
un considerable espacio en un mueble destinado a libros voluminosos (tochos, en español, o ladrillos, en su acepción local); hoy
existe una más modesta –y maleable-. Sus casi mil doscientas páginas llevaron
más de tres semanas de lectura. Eso sí, por fortuna fue una edición digital la
que porté durante mis jornadas laborales; la impresa en papel sólo acompañó mis
noches, mientras daba descanso al lector electrónico.
Introducción
Esta saga está constituida por tres volúmenes reunidos en un único
ejemplar. Comienza en 1925 y concluye con la muerte de Stalin en 1953, por lo
que aborda prácticamente toda la historia de Rusia durante su ejercicio del
poder. En sentido estricto, es una novela
histórica a la vez que familiar; en ello radica su semejanza con la señera
obra de Tolstoi. Aksiónov narra en detalle los hechos sobresalientes del
período utilizando tres generaciones de una acomodada familia moscovita, los
Grádov, con quienes el lector va compartiendo su acontecer.
Historia
En su primer volumen, La generación del invierno, se presenta
el clan Grádov y se describen las primeras andanzas de sus protagonistas. El
patriarca, Boris III, eminente cirujano; su esposa georgiana, Mary, pianista;
su hijo mayor, Nikita, comandante militar; el hermano de éste, Kiril,
bolchevique y la menor de los hermanos, Nina, poetisa trotskista. Acompañan al
clan la criada Agasia; la bellísima Veronika, esposa de Nikita, y la pareja de
Kiril, la judía Tsilia Rosenblum, con quien adopta como hijo al descendiente de
un rico productor rural, Mitia.
La historia comienza con un
encuentro entre un periodista norteamericano antibolchevique y el fundador del
nacional-bolchevismo ruso en las cercanías de la oficina de la Cheká, la
policía política, en 1925, al año de la muerte del líder, Lenin, y en pleno
auge de la NEP, la nueva política económica. Al poco, se inicia la
sovietización de la sociedad, con la colectivización de la producción y la
condena de la burguesía agraria, los kulaks.
Boris III es llamado a dar su opinión sobre el estado del Comisario del Pueblo
–que moriría poco después-, con lo que comienza la caída en desgracia de la familia. Primero, a Nikita –padre de Boris
IV- lo destinan al Extremo Oriente; a Kiril lo persiguen por reformista y, ante
la caída de Trotsky, Nina debe refugiarse junto a su madre en Tiflis. Una
delación oportuna es motivo para que el hermano mayor sea declarado enemigo del
pueblo y confinado a Kolimá, en Siberia, tanto como su hermano. Sólo Boris III
mantiene su lugar gracias a la ayuda brindada al mismísimo Stalin en una
situación embarazosa.
En la segunda parte, Guerra y prisión, se narra el inicio de
la Gran Guerra Patriótica –así llaman los rusos a la II Guerra Mundial- donde
Aksiónov se vale de la gran Purga de 1937 –donde se fusiló como traidores a los
mejores cuadros militares, que le hacían sombra a Stalin- para mostrar lo poco
idóneos que eran los nuevos generales. La victoria de los nazis en el campo de
batalla resultaba tan arrasadora, que los pocos viejos comandantes vivos como
Nikita Grádov tuvieron que regresar de su aislamiento para participar
activamente en el frente occidental. A su vez, empieza a cobrar intensidad la
policía política, ahora NKVD, con Lavrenti Beria como mano derecha de Stalin, y
su lugarteniente Lamadze –pariente de los Grádov-. Una misión con refugiados
polacos acaba con la vida del ya general Nikita Grádov, héroe nacional.
Finalmente, la tercera parte, Prisión y paz, es protagonizada por
Boris IV, acompañado de su tía Nina y sus tíos Kiril y Tsilia –ahora en
Magadán, capital de Kolimá- a partir de 1947. El nieto de Boris III, campeón de
motociclismo y de vida disipada, que ha heredado el piso de sus padres en
Moscú, se hace amigo de Vasia, el hijo de Stalin, de lo que surgen diversas aventuras.
Mientras tanto, el cirujano Boris III pasa a retiro con sus setenta años y, en
medio de un complot armado para descabezar a los médicos que atienden a un ya
muy enfermo Stalin, hace una memorable alocución en defensa de los mismos, lo
que le cuesta a él la prisión y las ‘medidas
de instrucción’. Para colmo, Yolka, la hija de Nina, es capturada por la
lascivia de Beria. Todo se resuelve no tan satisfactoriamente con el deceso del
líder.
Estructura
Cada parte está dividida en
capítulos entre los que se intercalan una serie de entreactos, dispuestos de a
dos. En el primero de éstos, se recaban las noticias que la prensa tanto
soviética como del resto del mundo exponía mientras ocurrían los hechos
narrados, de manera que el lector pueda ampliar su mirada y sacar sus propias
conclusiones. En el segundo, el autor utiliza animales y vegetales como
testigos de algunas escenas de ciertos personajes o acontecimientos –el caso de
la ardilla de la finca de los Grádov, cuando comienza la guerra es el más
notorio-, o bien los hace figurar como sendas reencarnaciones de personajes
importantes –de hecho, a Stalin lo reencarna en un cuervo lustroso color
azabache-. De esta manera, Aksiónov se
permite ciertas reflexiones sobre cómo discurre la vida en el entorno de sus
personajes, donde nada parece tan importante ni trascendente. Así, con esta
disposición, logra efectuar un quiebre narrativo que oficia de descanso, tan
necesario al lector que viene atento a la trama a lo largo de varias páginas.
Las ediciones que hicieron posible la lectura
Análisis somero
Indudablemente, toda la obra
trasunta una crítica feroz al stalinismo, desde que se apropió de la cúpula del
Partido a la muerte de Lenin hasta la sucesión de Iósif Stalin. A los miembros
del Politburó los tilda de mediocres y estrechos de miras; una pandilla de
burócratas que gobernó a millones de personas en base a la delación, el terror
generado por su policía represiva y las purgas frecuentes de opositores o
críticos del régimen.
Lo bueno del caso es que los Grádov
encarnan a una familia de clase alta, preparada, con finca propia y recursos
importantes, a los que su escéptica mirada acerca del Partido y de la
rigurosidad del líder los afecta personalmente pero no así su base de
sustentación, que pervive a lo largo de toda la novela (no son despojados de
sus bienes en ningún momento).
Por otro lado, la arbitrariedad y la
opresión desfilan en estas páginas, toda vez que el sistema represivo de
dominación se hace presente, sometiendo a tortura, fusilamiento o deportación a
los ciudadanos que intentan mantener independencia de criterio o alzar una voz
en disidencia. En este sentido, Aksiónov no mezquina párrafos para hacer
conocer la verdad del gulag tras la imagen de estabilidad y triunfalismo
soviético.
Finalmente, Aksiónov nos regala su
propia visión en esta reflexión de Boris IV,
‘Dentro de cuarenta años,
cuando se rememoren estos tiempos, dirán: el único que alzó la voz contra las
mentiras fue el profesor Grádov. Nosotros somos buenos chicos, con las
palmaditas en la espalda, nosotros, la joven generación de mierda. Creemos que
con setenta años a un hombre sólo le preocupa que sus calzones estén calientes
y, sin embargo, resulta que le hierve la pasión por dentro. Sin duda, el abuelo
se cuenta entre estos últimos si decidió plantar cara a esos cerdos. Creo que
tenía algo en la conciencia, algo de tiempos muy antiguos, de antes que yo
naciese, algo vago, un compromiso, una debilidad… Tal vez soñara toda su vida
con redimirse y ahora ese sueño se ha cumplido: se retira como un caballero. No
le perdonarán su magnanimidad. No le perdonan ni la centésima parte a nadie, ni
siquiera a los inocentes le perdonan el hecho de no ser culpables…’ (p. 1154).
Estilo literario y conclusiones
Coloquial y fluido, el estilo
escogido es directo, alternando las distintas historias de sus personajes de
manera de hacerlas más llevaderas y ofreciendo matices, con buena construcción
psicológica de los protagonistas tanto reales como ficticios. Sin duda que el
punto débil es su extensión, aunque si tomamos en cuenta que narra una historia
que abarca más de un cuarto de siglo de la Rusia Soviética, con todo lo que
ello implica, no resulta desmedido. Pero reconozco que a simple vista, acometer
su lectura parece una tarea titánica –también por las limitaciones que impone
semejante volumen-.
Respecto de la obra, es una novela
en regla que revela miradas antagónicas que coexistieron –y coexisten aún-
sobre el significado y la trascendencia de la experiencia de los Soviets. Es en
este plano que cobra un sentido testimonial de lo ocurrido antes, durante y
después de la instauración de la Cortina de Hierro, con su séquito de países
satélites que adhirieron voluntariamente o no a la esfera comunista.
Personalmente, no me sentí fatigado
de la lectura en ningún momento. Los giros de la trama y las explicaciones
oportunas mantienen la tensión narrativa hasta su desenlace, dejando la
sensación de haber participado en una gran epopeya, a la altura de las clásicas
novelas decimonónicas. Aún a pesar del esfuerzo de concentración que requiere
durante tantos días, lo recomiendo a todo lector de buenas novelas.
Dedicatoria
Un amigo lector al inicio de éste,
mi Año Ruso, entre una larga lista de títulos lo nombró como al pasar, sin
saber él que lo incluiría en mi periplo. Iba a proponerle una lectura conjunta,
pero tuvo un olvido y decidí
respetarlo. A Víctor, entonces, ‘que se
nos fue, pero aún me guía’, va dedicada esta reseña.
Las sagas familiares, cuando son fruto de una excelente narración, como parece ser aquí, llevan impreso el sello de la historia de una forma muy efectiva, haciendo entender al lector los grandes acontecimientos históricos a partir de las vicisitudes familiares.
ResponderEliminarPues sí, Marcelo, se echa en falta a ese amigo lector que "había olvidado algo"
Una magnífica reseña, muy trabajada y reveladora.
Un abrazo!!
Tiene mucho de "Guerra y Paz", aunque sin el matiz romántico -qué romanticismo pudo tener lugar bajo el gobierno de Stalin, Paco-.
EliminarLo cierto es que es un libro recomendable para tener una verdadera idea de cómo se vivía en esos tiempos, por más que sepamos que es una ficción con visos históricos.
Gracias por tu reconocimiento; siempre resulta bienvenido el aliento de otros lectores, sobre todo cuando la lectura ha requerido un considerable esfuerzo.
Como imaginas, le notifiqué a nuestro amigo común y dice que anda devorando libros de poemas, tan queridos para él.
Recibe un fuerte abrazo, pibe!