Random House, 2018
I.
Todo lo ocurrido alrededor –y
dentro- de este libro resulta original. Un periódico local organizó un concurso
literario en 2007 bajo el premio Nueva
Novela. La elección del jurado recayó en este título. Una mueca del destino –a la que se refería
Enrique S. Discépolo- hizo que la novel
autora fuera una mujer que contaba ochenta y cinco años a la sazón. Falleció en
el 2015.
II.
Yuna Riglos –nacida López- relata en
primera persona un tramo de su vida, desde una infancia algo misérrima hasta
pasada su consagración como pintora. Al inicio, vive junto a su madre –docente
de profesión-, su hermana Betina y Rufina, una joven sirvienta; su padre hace
tiempo que abandonó el hogar. Lo que no puede soslayarse es que ambas hermanas
son minusválidas: Yuna tiene dislalia; Betina nació jorobada, con brazos y
piernas extremadamente cortos, e imposibilitada de controlar esfínteres.
Además, su prima Carina –algo mayor- tiene un retraso mental y seis dedos en
cada pie, y la hermana de ésta, Petra, es enana. ¡Menudo grupo!
III.
Ambientada en la ciudad de La Plata
–a sesenta kilómetros de Bs. As.- hacia 1940, Yuna narra los avatares de la
vida de aquellos que tuvieron la desgracia de nacer con alguna discapacidad y abunda
en detalles sobre lo que les sucede: malos tratos, abusos de todo tipo –entre
ellos, los de naturaleza sexual- y marginación, o descrédito en el mejor de los
casos. Imposibilitada de hablar con fluidez, su protagonista acude al
diccionario para hallar las palabras que le permitan expresar en papel con precisión
aquello que les acontece.
IV.
La trama no se priva de nada: hay violaciones,
aborto clandestino, muertes, asesinato y prostitución intercalados con la
evolución de Yuna, cada vez más exitosa en el ámbito artístico a medida que
puede apropiarse de las palabras y manejarse con más soltura hacia los demás.
Yendo al texto, el mayor acierto de la novela reside en la elaboración
psicológica de todos los personajes, en particular de los monstruos que son esas primas, al decir de la relatora.
V.
Con un estilo directo, un lenguaje
simplísimo –más que adecuado por la esencia de la protagonista-, escenas que
despiertan la sonrisa –sino la carcajada- por lo grotescas y una serie de
observaciones no exentas de reflexión sobre el género humano y sus acciones
sobre aquellos que son distintos, el libro mantiene un crescendo de la tensión
narrativa hasta el final, por lo que se disfruta y devora de un sentón. En
tiempos donde la inclusión social de las personas con limitaciones se encuentra
en auge, Venturini nos lega una mirada crítica de nuestro comportamiento y el
desafío que implica brindarles un espacio de expresión y participación más
amplio. Porque todos tenemos el mismo derecho.
Me atrae lo que cuentas tanto del contenido, como de la forma. El ser capaz de reírse de las miserias, sin caer en la falta de respeto, e incluso utilizando el humor como forma de respeto, me parece un gran homenaje a las personas que padecen discapacidades. Hay que quitar dramatismo sin quitar importancia.
ResponderEliminarMe temo que sea difícil de encontrar, pero lo intentaré.
Un beso.
Aurora era un personaje en sí misma. Decía que ella y su familia eran los 'monstruos'. Lo que narra podría parecer horroroso, pero lo hace desde la mirada de alguien que no tiene prejuicios, lo que lo hace más digerible para el lector.
EliminarPuede que sea difícil, aunque siendo de Random es posible que haya algún ejemplar por allí.
Un beso para ti, Rosa.
Una interesante reflexión. ¡Cuántas vidas por descubrir! Qué fácil parece todo cuando uno está al otro lado. Me alegra que esta historia tenga difusión. Un abrazo.
ResponderEliminarSiempre 'damos por sentado' nuestra situación; no la podemos ver de otra manera, Ana. Pero, ¿qué pasaría si estuviéramos en la condición de los personajes? Quizás esta novela nos permita pensar sobre esa posibilidad, y con ello ampliar nuestra mirada, primer paso para agrandar el espacio de inclusión, con la dignidad y el respeto que estas personas merecen.
EliminarUn abrazo grande.
La deformidad o la diferencia siempre ha sido motivo de burla o rechazo, quizá por lo diferente (siempre mal visto) quizá por el miedo, y más, probablemente, por estupidez. Pero ya desde niños y nuestra crueldad innata, nos hace atacar al débil o al extraño, no sé si es atávico (la crueldad) o es aprendido o simplemente nacemos así.
ResponderEliminarCurioso lo de esta escritora ya escritora anciana, lástima de la tardanza.
Un abrazo Marcelo
Cuídate
Creo que es innato de los seres vivos hacer burla o rechazo de aquello que es distinto; pasa con casi todo el reino animal. Los débiles son raleados de las especies y, por tanto, los primeros en hallar la muerte.
EliminarAurora ha escrito varios libros antes de partir, para nuestra suerte. Tenía un humor ácido e irreverente, aún con su familia y consigo misma. Lo que se dice, un personaje.
Un fuerte abrazo, Maestro.