Galaxia Gutenberg, 2013
I.
Fue verlo en esta traducción
castellana la última Feria del Libro local y llevarlo, pues lo tenía presente después
de hojear el libro que sugiere un millar de títulos para leer. El hecho de que
su autor narrara la vida de un obrero de Glasgow en paro, junto al uso del
lenguaje de la clase trabajadora fue el motor disparador de su lectura.
II.
Sammy Samuels es un hombre de
treinta y ocho años que vive junto a Helen -una joven que se gana la vida en un
bar nocturno-, tiene un hijo de quince que vive con su madre, y se ha quedado
sin trabajo en el área de la construcción, por lo que percibe un subsidio. Tras
una borrachera prodigiosa, un sábado despierta en medio de la calle, sin cartera
y sus zapatos han sido reemplazados por un par de zapatillas deportivas. Se
traba a puños con dos policías vestidos de civil, es atrapado, conducido al
destacamento y golpeado brutalmente hasta perder la vista.
III.
Lo que sigue es su historia después de
la golpiza, sus días en la cárcel –la que ya conocía por haber cumplido una
condena de varios años- y sus primeros pasos en la realidad de un hombre ciego.
Para colmo, Helen lo ha abandonado tras la última bronca, la Seguridad Social
le niega un subsidio adicional por ceguera, la policía le sigue los pasos –por
trapichear camisas sin el pago de impuestos- y un desconocido leguleyo –que
huele a policía- intenta representarlo judicialmente contra ésta. Así, sin
formular denuncia para no perder el seguro de desempleo, no parece haber otra
salida que huir.
IV.
¿Qué tiene el libro de valioso? En
principio, Kelman se apega al dialecto callejero del trabajador de Glasgow (el working-class Glaswegian), abundoso en
palabrotas, para narrarnos sus peripecias. Además, aprovecha éstas para
realizar un retrato de la clase social baja, con trabajo precario, inclinación
hacia el alcohol y dependencia de la protección estatal. Finalmente, las
descripciones de sus primeras horas de ceguera son para el aplauso.
V.
El estilo elegido no es fluido. La
composición del protagonista respeta sus limitaciones en cuanto a recursos
lingüísticos y escasez de objetivos personales. Por momentos, una voz interior
dialoga con él, reforzando lo que piensa aunque no lo exprese. Las escenas resultan
cotidianas para quienes habitan los suburbios de las grandes urbes, con lo que
la obra podría enmarcarse dentro del ámbito de la novela social. Por último, la
traducción a cargo de Vicente Campos merece una mención, al intentar respetar
expresiones que, sin ser exactas, mantienen el espíritu del original. Algo
distinto, para lectores distintos.
Interesante novela por lo que cuentas, aunque creo que esta no la apunto porque apunto mucho más de lo que leo y mi lista es ya inabarcable en tres vidas largas.
ResponderEliminarUn beso.
Sí que es interesante; sobre todo por el planteo social de la vida de las clases bajas, desprotegidas o protegidas a medias por los recursos estatales.
EliminarSi es por apuntarla o no, yo ya tengo claro que he de morirme antes de leer todo lo que deseo -ni hablar de lo que está disponible-, pero algunas cosas me gustaría tenerlas a mano, de todos modos, por si el paso en esta vida se prolonga, Rosa. No fuera cosa de tener que salir a buscar un libro agotado cuando ya no pueda hacerlo.
Besos.
No tenía ni idea del autor. Lo que cuentas me guía a su lectura, parece que refleja bien esos sectores de población que quedan descartados por la avaricia del capitalismo, sectores que no se sienten representados por los partidos tradicionales y que son protagonistas de estallidos colectivos o a través del voto apoyando a partidos o personajes populistas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ni más ni menos que lo que expresas. Kelman hace un buen retrato del trabajador en paro. No deja de novelizar algunas cosas, pero la síntesis es bastante objetiva.
EliminarSeguramente será de tu agrado, U-to.
Un fuerte abrazo.
Uf, no tiene ningún espírito navideño ;)Pinta muy bien, pero creo que es de esas novelas que necesitan el momento adecuado. Y pensar que la realidad supera a la ficción... Un abrazo Marcelo
ResponderEliminarNo, Ana, simplemente porque lo leí hace algunas semanas. Coincido contigo en que necesita su momento. Rescato el estilo elegido para revelar aquello que todos sabemos pero nos escabullimos mirando hacia otro lado.
EliminarUn abrazo para ti.
Hola Marcelo
ResponderEliminarMientras te leía parecía ver una película de Ken Loach (cineasta al que aprecio mucho), pero va por otros derroteros supongo la novela. Las novelas traducidas que acompañan su tema con la utilización de modismos o jerga, y que están traducidos siempre me ponen en guardia desde que leí "llámalo sueño· de Henry ROth, y de una traducción extraña (y vieja) que no resaltaba esa utilización, pasé (pasados los años) a una traducción absolutamente distinta, era otro libro.
Gracias Marcelo tiene buena pinta.
cuídate
Hola, Wine
ResponderEliminarSospecho que podría ser de tu agrado, si me permites. El protagonista es un perdedor pero con ganas de no serlo. Un poco de esos personajes marginales que compone Sam Shepard.
Veré si consigo algo de Loach, creo haber visto 'El viento que acaricia el prado'.
Un abrazo, Wine.