Alianza, 2013
I.
Los criterios de apreciación
estética van cambiando con las épocas o las modas. Basta comparar las figuras
de Hélène Fourment –modelo y esposa de Rubens, en el siglo XVII- y la de la
modelo inglesa Twiggy, de los pasados años ’60, para comprobarlo. Entonces,
¿por qué no evaluar el planteo y la ejecución de un asesinato perpetrado a
sangre fría bajo una mirada puramente estética? De eso habla esta ingeniosa
obra de De Quincey.
II.
El breve libro está constituido por
tres trabajos independientes aparecidos en años distintos. El primer artículo vio
la luz en 1827 y toma la forma de un acta conmemorativa a cargo de un miembro
de la Sociedad de Conocedores del Asesinato, sita en Londres, donde aborda las
maravillas de asesinatos acaecidos en la Historia, ejecutados según las reglas
clásicas, es decir: mazazo imprevisto en la cabeza para aturdir a la víctima,
seguida de degüello. Nada de pócimas y venenos de origen italiano, que denigran
la profesión y anulan su calidad estética.
III.
El segundo artículo, más breve,
parece haber aparecido en 1939 y no en 1929 como lo indica la contraportada –el
propio autor refiere a la actual Reina (Victoria), quien asumió el trono en
1937-. En él, existe un contrapunto entre el relator y un habitué de la Sociedad, y se desgrana en una desopilante historia
entre un par de socios, médico asesino el uno y enterrador el otro.
IV.
Finalmente, en la última mitad del
libro, asistimos a un Post Scriptum datado en 1854, donde el autor repasa dos
asesinatos célebres: los cometidos por John Williams y los hermanos M’Kean.
Aquí, la labor es casi periodística, con profusión de detalles macabros, que
hacen al modus operandi de sendos
asesinos. La edición se completa con un prólogo a cargo de quien fuera el
traductor.
V.
Provisto de una pluma ágil, fino
humor negro, ironías y alusiones con sorna a la Iglesia –tanto católica como
presbiteriana-, con el uso de elementos tomados de la crónica y jugando con el carácter
morboso de los hechos, De Quincey nos brinda una obra de vanguardia para el
tiempo en que fue escrita. Al fin y al cabo, al igual que la venganza, el
asesinato planeado se sirve frío. Recomendable para pasar un buen momento.
Hola Marcelo.
ResponderEliminarA mí me encantó en otra de sus novelas, "Confesiones de un inglés comedor de opio". T. de Quincey tiene ese aire de escritor "maldito", un tanto oscuro, y algo x eso se refleja en su prosa, en su estilo de gusto decadente, encuentro que tiene una manera muy seductora de narrar. Éste que traes, y explicas tan bien como acostumbras, lo tengo apuntado hace muchísimo, ya sabes, los eternos pendientes...
Un fuerte abrazo!!
Hola, Paco!
EliminarSí, tienes razón. Creo que necesitaríamos un par de vidas más para leer todo lo que se encuentra pendiente.
Hay cierto humor negro en éste que vale la pena abordar. Veré si puedo conseguir tu título.
Han sido mis primeras armas con De Quincey y quedé con ganas de más.
Un gran abrazo, pibe!
Pues qué buen rato con lecturas tan truculentas. Me gusta el humor negro y fino pero la tercera parte no me da muy buena espina. Es un libro curioso.
ResponderEliminarBesitos malvados
Combina mucho de humor y poco de morbo, lo que lo vuelve más digerible. No deja de ser una serie de piezas ingeniosas.
EliminarBesitos pizpiretos.
Hace tiempo que lo tengo apuntado, pero no le llega el momento. A ver si ahora me animo.
ResponderEliminarUn beso.
Lo difícil es siempre hacerle lugar a lo apuntado, Rosa. He apuntado miles y conseguido cientos y nunca veo que la lista se acorte...
EliminarBesos para ti.
Me gusta, a la par que inquieta, esa relación entre la muerte violenta y el sentido de la estética. Parece un libro curioso y que rezuma humor negro. Claro que el humor muchas veces es un mecanismo de defensa ante la realidad, por lo que supongo que también podemos tomarnos esta lectura muy en serio.
ResponderEliminarNo lo conocía. Apunto.
Besos
Dicen que los primeros artículos fueron escritos para exorcizar sus propios demonios acerca de su temor por el crimen, y que sólo lo pudo lograr cuando narró el Post Scriptum.
EliminarAbunda en humor negro, pero con estilo.
Un abrazo, Lorena.
Supongo que en estos autores, en estos medios y lugares y palabras, se encuentra el origen del llamado "humor inglés" al menos al que a mí me gusta, tanto en algunos literatos (pocos) como, lejos de series actuales, el de las películas, las de los Estúdios Ealing, donde el humor era tan negro, tan negro, como lo que aquí describes.
ResponderEliminarUn buen libro
cuídate
Es posible que sean autores como De Quincey los que más hayan explotado ese fino humor negro al que aludes.
EliminarEste libro es una buena muestra de ello.
No tengo registro de las pelis que nombras. Intentaré desasnarme.
Un abrazo para ti.