Acantilado, 2012
I.
Ésta es otra de las novelas de Zweig
con trasfondo religioso y metafísico. Advierte a los lectores que está basada
en la vida de Virata, un justo reconocido por su pueblo pero de quien no queda
registro de existencia. Simplemente, pasó al olvido. La historia está
ambientada en Oriente, mucho antes de la aparición de Buda. Virata, un servidor
del rey, se convierte en la espada del reino al recuperar los símbolos de la
soberanía, birlados por el hermano del rey. En la contienda, Virata asesina a
su propio hermano mayor. Es la expresión de sus ojos sin vida la que ha de
recordar Virata en el transcurso de la propia.
II.
Una vez concluida la faena, el rey
le nombra Juez Supremo del reino, quien imparte justicia al pueblo. Pero un
buen día, un asesino que reconoce su falta, le plantea que él no puede impartir justicia porque sólo obra por palabras, sin conocer en carne propia cómo es sentir
furia. Al condenarlo a prisión, Virata considera justo el reclamo del reo y
decide ocupar su lugar en la mazmorra y ser castigado con el látigo para
adquirir experiencia. Al salir, solicita al rey que le dispense de ser juez,
tratando de vivir lejos de la acción y de la culpa. Pero su decisión de llevar
una vida contemplativa no sólo genera problemas con sus hijos y su heredad,
sino que, al ser emulado por otros que se quieren acercar a Dios, sus familias
también le reclaman.
III.
Todo el breve relato destila la
búsqueda de la santidad; ese acercamiento a Dios rayano en lo místico. Sea
porque Virata actúa como juez o porque no actúa y sirve de modelo a otros,
Zweig se vale de ello para expresar que no importa las acciones que acometamos
u omitamos; siempre ejercerán influencia sobre los demás, y es mejor vivir en
sociedad, en condolencia con el pobre y con el necesitado, intentando alcanzar
la bondad a los ojos de Dios.
IV.
Con una pluma sutil y con escenas
que no dejan lugar a dudas la clara intencionalidad del protagonista en
purificarse y ser bondadoso mediante las obras, Zweig nos lleva a reflexionar
cuántas veces nos disponemos a hacer el bien al prójimo, a sabiendas que no
podemos vivir aislados y que hasta nuestra inacción puede ejercer acciones sobre
los demás. Sin adentrarse en el sendero religioso, Zweig llama a una evaluación
de nuestro accionar cotidiano. Una nouvelle
que promueve la meditación.
Nunca termina una de conocer nuevas novelas de Stefan Zweig. Tengo muchas pendientes de leer. Esta no es de las que más me apetecen por época y ambientación. A ver si voy leyendo lo que tengo pendiente y apuntado.
ResponderEliminarUn beso.
Es una de las que está incluida en este volumen, Rosa. Tiene algo común con 'El candelabro enterrado', aunque la temática sea diferente. No es de lo más conocido de Zweig.
EliminarUn beso.
Me pones en la duda con esta novela: lo cierto es que no me gustan demasiado los novelistas occidentales hablando de oriente, o más bien de la mística de oriente o de la forma de ver el mundo de oriente, me parece cualquier cosa menos limpia. ME explico: me hicieron , ya hace años, prometer que iba a leer "SIddharta" de Hesse, porque era un ejemplo de no sé qué cambio personal, no sé qué forma de ver el mundo, no sé qué literatura , no sé qué... aun no sé qué era eso que iba a ver. ¡Tanta palabra para tamaña decepción!, me pareció como Julio Iglesias "cantando" tangos, aburrido y superficial y... SI es por pura literatura leí ese mismo año un librito del que nadie habla de una escritora de origen INDIO que se llama Gita MEhta que se llama "sutra del río" que como libro, texto, literatura es otra cosa ¡vaya que sí!,
ResponderEliminarPOR eso digo que... un centroeuropeo hablando de la India siempre me da cierto...:)
gracias Marcelo
cuídese
Algo semejante me ha ocurrido con el mismo título de Hesse; no hallé motivo de alharaca ninguna. Parece ser que él se encargó de traer a Occidente la 'mirada oriental' de las cosas -y por eso le otorgaron el Premio Nobel-.
EliminarEn este caso, como bien señala Paco aquí abajo, Zweig toma una escena de un personaje y elabora sobre ella una serie de reflexiones. Ya lo había hecho con 'El candelabro enterrado'.
Un fuerte abrazo, Wine.
Tengo esa novela en una vieja edición de 1938, en la Editorial Apolo. Creo que no es tanto una mirada a Oriente, haciéndome eco de las impresiones de nuestro amigo Wineruda, como el hecho de utilizar un personaje y un escenario de Oriente para poner en liza cuestiones humanas de rango universal. Virata y esa corte Oriental es un marco perfecto para una prosa como la de Zweig, sublime en cualquier escenario que explore, y además haciéndonos partícipes de las reflexiones que plantea con su historia, su particular filosofía desde la perspectiva de un hombre de mundo como fue Zweig.
ResponderEliminarEn su momento leí el Siddharta de Hesse, éste mucho más imbuido en la filosofía oriental, me gustó. Las culturas necesitan una mirada foránea sobre ellas, también hay que ver la montaña desde la distancia para apreciar otros matices que cuesta detectar desde dentro. Bueno solo es mi opinión, Wineruda tiene sus razones para verlo de otro modo, razones igualmente pertinentes, por supuesto.
Un saludo, amigo Marcelo.
La búsqueda del acercamiento a Dios es muy de la filosofía oriental y, como bien dices, Zweig se vale de ello para plantear que cualquier acción humana -aún la inacción- puede influir en los demás.
EliminarMucho más que 'Siddharta' me gustó 'Narciso y Goldmundo', menos asceta y más occidental.
Un abrazo, campeón!
Qué buena pinta tiene. Es cierto que tanto lo que hacemos como lo que dejamos de hacer tiene sus consecuencias. Es un buen tema sobre el que reflexionar.
ResponderEliminarUn abrazo
Hasta ahora, no he encontrado desequilibrio entre las novelas compiladas en este volumen, que he leído. Confieso que no tenía mucha fe cuando lo adquirí, pero por lo pronto satisfizo mi curiosidad sobre la literatura de Zweig. Y me guardé lo más granado para más adelante...
EliminarUn gran abrazo, Lorena.