martes, 29 de septiembre de 2020

Trilogía Hermanos. 3. Los hermanos Karamázov, Fiódor Dostoyevski

 

Alianza, 2002

II.

            Quería concluir esta trilogía con la relectura de este afamado título de Dostoyevski. En sentido estricto, es algo más que una novela; es un debate continuo entre el gnosticismo religioso y la creencia en Dios llevado al paroxismo; es un cuestionamiento sobre la moral humana y cuáles deben ser sus límites; es asimismo el testamento de las propias ideas que el autor nos lega acerca de las pasiones humanas, la bondad y la justicia.

III.

            Fiódor Pávlovich Karamázov es un hombre egoísta, codicioso y avaro, ocupado más en vivir la vida y en cómo hacer fortuna que en la crianza de sus hijos. De su primera esposa nace Dmitri quien, al fugarse su madre al poco, es criado por Grigori y Marfa, sirvientes de su padre. De la segunda esposa, provienen Iván y Alexéi, a los que deja en manos de otros parientes al morir aquella. El cuadro familiar se cierra con Smerdiakov, un presunto hijo bastardo de Fiódor, que sufre de epilepsia.

IV.

            Dmitri (Mitia) encarna al hombre gobernado por las pasiones, incapaz de meditar sobre su vida, juerguista, canalla pero generoso de corazón. Oficial del ejército, sólo necesita dinero para derrochar, sin preguntarse jamás cómo ganarlo. Iván, un intelectual con preparación académica, posee ínfulas de filósofo y descree prácticamente de todo. Alexéi (Aliosha) es un alma pura e inocente, quien intenta amar a la humanidad –para lo cual ingresa en un monasterio- sin dejar de observar y meditar sobre los actos humanos, aún a pesar de su juventud. Smerdiakov es un cobarde y engreído que bajo una máscara de fidelidad se presta al desprecio y la traición.

V.

            Ambientada en un entorno rural hacia fines de siglo XIX, los problemas se presentan entre Mitia y su padre merced al dinero que el primero debiera recibir en herencia de su madre –cesión a la que Fiódor es mezquino-. Para peor, ambos protagonistas parecen enamorarse perdidamente de la misma mujer, una aldeana atractiva y calculadora (Grúshenka), que juega con uno y otro. A esto hay que sumarle la presencia de una orgullosa y joven heredera (Katerina), despechada por la renuncia de Mitia a su amor. La necesidad imperiosa de dinero de éste, unida a la sospecha de que el padre no ha sido justo con la provisión de la herencia, se convierte en una seria amenaza de muerte para Fiódor.

VI.

            El tema del parricidio aparece entonces como nervio conductor de la narración. La incontinencia verbal de Mitia, pasional e irreflexivo, se contrapone con la figura de Fiódor, lujurioso y taimado, de manera que la tensión entre ambos crece con el correr de las páginas. El desenlace se anuncia desde el inicio. Los personajes secundarios, con sus aportes, fortalecen esa tensión y permiten al autor expresar algunas reflexiones de interés. Él mismo se vuelve narrador de los hechos, haciéndose presente en ciertos momentos para efectuar aclaraciones al lector o explicar por qué soslaya –o no se explaya– en algunas escenas.

VII.

            Existen varios planos a destacar. Primero, la maravillosa construcción psicológica de cada personaje. Dostoyevski dota a cada uno de ellos con un arquetipo perfectamente delineado –el pasional aunque generoso, la altiva despechada, el intelectual introvertido, el inocente bondadoso, el patán adinerado, la frívola calculadora, etc.-, tejiéndolos con un arte rayano en la filigrana. Después, están las argumentaciones morales que pone en boca de los protagonistas acerca de la existencia (o no) de Dios; entre ellos, el leit motiv de la obra: si no existiera, todo estaría permitido. Además, el autor aprovecha el debate para criticar el rol de la Iglesia –traidora de las enseñanzas de Cristo-, dejando entrever el juvenil nihilismo ruso y la pujante necesidad de un cambio social. Por último, las fundamentaciones –jurídicas y psicológicas- de los abogados durante el juicio se encuentra entre lo más granado de la obra, junto a la alocución final de Aliosha, tan esperanzadora como emotiva.

VIII.

            En estilo coloquial y ameno, la lectura posee la fluidez necesaria para que el texto, de más de un millar de páginas de la presente edición, no se vuelva tedioso. La traducción a cargo de Augusto Vidal parece apegarse al original, por más que la preservación del estilo le haga perder cierta dosis de frescura. En conjunto, la novela resulta colosal; una obra maestra de la literatura. Todo buen lector debiera brindarle una oportunidad. En lo personal, la mejor novela que he leído en mi vida.

I.

            Enero de 1997 en las sierras de San Luis, Argentina. Semana de vacaciones veraniegas en un hotel cuatro estrellas, dotado de spa, piscina al aire libre y un extenso parque verde provisto de iluminación nocturna. La pareja había quedado exhausta tras una excursión larguísima. Tomaron un baño y salieron a cenar. Al volver a la habitación, ella se quedó dormida ni bien reposó su cabeza sobre la almohada. Él decidió concluir el libro que tenía entre manos, yendo al parque a leer. Hora y media después, entró sigilosamente al cuarto. En silencio y a oscuras, depositó el libro y su ropa en una silla. Se tendió y apoyó en el respaldo de la cama. Las lágrimas que bañaban sus ojos comenzaron a fluir lentamente por sus mejillas. La magia de este libro.


12 comentarios:

  1. Oh. Quién pudiera volver a 1997. La verdad es que hay libros que además de todo lo que ofrece la lectura le hacen a uno sentir feliz y además afortunado por haberlos leído.
    Ya sabes que cumplo aunque tarde mucho. Pero este lo leeré algún día. Que ya sé que hay vida más allá de Tolstoi y Karenina en la literatura rusa.
    Siempre me ha dado miedo pero aun así lo intentaré.
    Besos comprometidos

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    1. Para mí, ha sido un libro magnífico. Releído más de veinte años después, refrenda sus cualidades.
      Hay muchas letras rusas muy buenas y no tan densas. Con éste, es solo cuestión de animarse. Por si te decides, es más amable la traducción de Alba.
      Besitos condescendientes.

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  2. He sido incapaz de leer "Los hermanos Karamazov" a pesar de haberlo intentado dos veces. Y mira que "Crimen y castigo" me entusiasmó, pero con este no he podido. Debería volver a intentarlo porque veo que a ti te dejó una huella importante.
    Un beso.

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    1. Como sabes, hay libros que te van mejor y otros no tanto; incluso del mismo autor.
      Por cotillear, al taller de escritura que dirigía Abelardo Castillo no podías acceder si no habías leído este libro. Para él era el modelo de novela. Otro que lo amaba era Albert Einstein.
      Cuando lo decidas, inténtalo nuevamente. Si os sirve, yo concluí la lectura de 'Cien años de soledad' en el séptimo intento.
      Un beso para ti, Rosa.

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  3. Es uno de mis eternos pendientes. Pensaba leerlo por fin este año pero al ser una novela tan extensa no he terminado por encontrar el momento. Espero poder hacerlo el próximo año.
    Un estupendo broche de oro para tu trilogía fraternal, Marcelo.
    Un abrazo

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    1. Como señalas, Lorena, he querido cerrar esta Trilogía con una obra muy querida por mi.
      Quizás no sea el momento apropiado para encarar una novela tan voluminosa. El hecho de no poder movilizarme más que para el abastecimiento indispensable facilitó la decisión. Pero es un libro que te gustará. La traducción de Alba -he leído ambas en paralelo- es más ágil. Prueba y nos cuentas.
      Un abrazo para ti.

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  4. Una de las grandes novelas de mi vida, de las que me han forjado como lector. La leí bastante joven, le debo muchísimo a Dostoyevski.
    Un abrazo, Marcelo.

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    1. Yo no era tan joven, pero logró el mismo efecto que en ti, Paco. Ahora que lo pienso… creo que es lo único de Dostoyevski que he leído, por más que ‘Crimen y castigo’ aún esté esperando.
      Un abrazo grande, chaval!

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  5. Hola.
    Este libro lo voy a dejar pasar, no me llama mucho y ademas no es un genero que suela leer. Gracias por la reseña.
    Nos leemos.

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    1. Al contrario, Carolina, gracias a ti por tu sinceridad y por haberte dado una vuelta por aquí.
      Saludos.

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  6. Dosto! Qué tipazo, uno de los novelistas con más poso filosófico que hayan existido nunca... La historia de los Karamazov es una enormidad, una lucha constante y quizá destinada a nunca resolverse.

    Muchas gracias por el artículo!

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    1. Nada que agradecer; solo un balbuceo ante tamaña obra.
      El debate teológico - filosófico al que refiere es mayúsculo y las observaciones sobre las pasiones humanas lo vuelven un referente obligado de las buenas letras. Dudo en hallar algo que se le acerque.
      Gracias a ti, por darte una vuelta por aquí.
      Saludos.

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