Comienzo
el año lector lanzando una nueva propuesta. Bajo el título de marras pretendo
cobijar varios libros que, a lo largo de los últimos años, fueron apareciendo
en otros espacios y que la curiosidad o la mera recomendación han hecho que se
acumularan tanto en papel como en soporte digital. Esta serie de ensayos tienen
por nervio conductor la mirada de distintas mujeres acerca de la realidad
social femenina, tanto en el pasado como en el presente. Con la dimensión masiva
que ha alcanzado en nuestras sociedades el avance del feminismo y de la lucha
por la igualdad de género, me ha parecido oportuno darle curso al material en
espera, que se hará presente con cierta frecuencia por este lugar. Es mi deseo
poder capturar la esencia de los textos que han de componer la selección, sin
desmedro de otros que no sean incluidos, ni considerar que el tema se agota en
los mismos.
I.
El término elegido por Bolick como
título de su trabajo refiere a aquellas mujeres que, por escasa fortuna, malas
opciones o decisión personal, no han sido parte de matrimonio alguno, y cuya
edad les priva de hallar pretendiente para constituir una familia con hijos. La
autora nos ha de mostrar a lo largo del texto, cómo ha cambiado la mirada
social sobre las mujeres solas, desde las pioneras hacia fines del siglo XIX y
el impacto en la sociedad moderna, donde cada vez son más las mujeres que no
eligen la institución matrimonial como modelo de realización personal.
II.
Para ello, Bolick ha estructurado el
ensayo en una serie de diez capítulos en los que entremezcla su propia historia
–qué la condujo a preguntarse sobre su negación al matrimonio (ya con más de
treinta años)- con la de otras cinco mujeres –sus despertadoras-, sobre las que realizó una investigación con el fin
de hallar indicios de explicación. Tras visitar las biografías y escritos de
Edna St. Vincent Millay, Neith Boyce, Edith Wharton, Charlotte Perkins Gilman y
Maeve Brennan, el afán de independencia respecto de los hombres, unida a la
necesidad de escribir –una decisión compartida no solo por las citadas sino
también por la autora-, han sido los elementos disparadores para la elección de
quedarse solas –por más que un par de ellas estuvieron casadas, y alguna con
hijos-.
III.
Bolick desgrana a lo largo de más de
trescientas páginas la importancia que ha cobrado la realización de un proyecto personal, capaz de relegar al
rol de pareja y a la maternidad sine die,
en aras de alcanzar el tan codiciado éxito, sea en el plano laboral, económico,
etc. De un pasado victoriano, donde la mujer era poco menos que esclava del
matrimonio –la más de las veces, una transacción comercial- y quedaba circunscripta
al área doméstica con su ingente prole, los cambios sociales fueron despertando
a muchas que ya no aceptaban el dominio de los hombres y clamaban por libertad
e independencia.
IV.
Si bien la soltería de estas escritoras ha
servido de modelo a Bolick, queda claro que en sus longevas vidas se han
permitido tener parejas, practicar el sexo con cierta frecuencia y alternar con
otras actividades sociales que incluyen –o no- a sus ocasionales compañías. En
todos los casos, se ha tratado de la construcción de una vida propia, tal como
la autora lo propone en el subtítulo que acompaña. Estas mujeres han sido
capaces de despojarse de convencionalismos, estereotipos y abrirse camino por sí
mismas, apoyándose en amistades y vínculos que, ante la falta de una familia,
les han otorgado sentido de pertenencia y contención afectiva.
V.
En estilo ameno y fluido, intercalando
la historia personal con la de sus prototipos, Bolick desarrolla una mirada
optimista sobre el rol de la mujer actual, señalando -no ingenuamente- la
importancia que los solteros de cualquier género han tenido en el desarrollo
social y comercial de bares, tiendas, restaurantes y spas abiertos día y noche,
con el objeto de no sentirse solos. Habría que indagar si esta necesidad de
contacto humano, tan multitudinario como superficial, no ha sido creada ad hoc para ocultar el dolor de la
soledad cuando ésta sobreviene, algo que Bolick deja entrever pero no asume
para sí. En suma, un libro muy interesante.
La verdad, no tengo claro qué pensar de este tema más que lo de solterona me parece despectivo. Pero la verdad no sé hasta qué punto es elegido o les tocó así y quieren pensar que eligieron. Lo cierto es que ya sabes que prefiero leer fantasía y cuentos que me aparten de la realidad. Pero no lo descarto.
ResponderEliminarBesitos indecisos
El término 'solterona' era despectivo, pero Bolick lo toma para convertirlo en algo positivo: la mujer que decide no casarse, como acto de autoafirmación de su libertad, y prioriza la realización de su proyecto personal.
EliminarEn lo que respecta a la autora, a juzgar por sus líneas, fue decisión propia.
Es algo distinto a lo que solemos leer, Guapa.
Besitos aclaratorios.
No sé si has leído "Una habitación propia" de Virginia Wolf. Ella estaba casada, pero su necesidad de independencia y de ser algo más que un mero adorno en la casa y en la vida de su marido está igual de presente que en las mujeres que eligen quedarse solteras.
ResponderEliminarInteresante propuesta. A ver con qué títulos la vas haciendo realidad. Alguno me animaré a leer.
Un beso.
El de Woolf es el próximo título incluido en la serie, Rosa. En éste, Bolick intenta transformar un término endilgado a 'quienes no tuvieron oportunidades o no supieron concretarlas' en 'nosotras decidimos que esta situación nos resulta más apropiada'. En todo momento deja en claro la búsqueda de la soledad de sus 'despertadoras' y de sí misma. Lo que no implica quedarse aisladas o sin objetivos.
EliminarAlguno de los títulos de esta etiqueta seguramente será de tu agrado. Cuestión de esperar y ver.
Un beso para ti.
La sección me parece una idea excelente, Marcelo. Sera interesante ver cómo un hombre interpreta las miradas de mujer.
ResponderEliminarEste primer ensayo, que no conozco, me ha llamado mucho la atención. Por desgracia solo le ocurre a las mujeres que han de elegir entre tener pareja e hijos/as y su carrera profesional (escribir u otras). Los hombres dan por sentado que la vida familiar no interferirá en su trabajo.
Es estupendo, por otro lado, acabar con el desprecio de la palabra solterona.
Un fuerte abrazo.
Espero poder expresar fidedignamente lo que las autoras deseen contarnos, Uto.
EliminarSi bien concuerdo en que los hombres no toman en cuenta la vida familiar en sus actividades, afortunadamente eso está cambiando. Knausgard, en su último libro, expresa que 'es él quien se encarga de llevar y traer a los niños, el que realiza las tareas y las compras' y se queja de que 'su esposa no hace nada' (un discurso que he oído más de una vez en reuniones de mujeres).
Me ha parecido interesante la propuesta de cambiar el tinte tradicionalmente peyorativo que acompaña al vocablo, por una imagen positiva. Ya no hay solteronas/es; somos solteros, nada más.
Un abrazo para ti.
Es bueno conocer diferentes puntos de vista ❤
ResponderEliminarCoincido. Gracias por darte una vuelta. Saludos.
EliminarLa soledad muchas veces es un precio a pagar por otras cosas. También es bien cierto que a veces se puede estar acompañado y sentir igualmente la punzada de la soledad.
ResponderEliminarCasi parece un acto heroico, en ese pasado no tan lejano, permanecer soltera por decisión propia.
Una sección muy interesante la que inicias con esta reseña. Estaré pendiente de tu mirada masculina sobre esas miradas de mujer.
Un abrazo
Y a veces es una libre elección. Sin costo, si sabes ser honesto contigo mismo. Siempre ha de ser preferible a sentirte solo estando acompañado.
EliminarPermanecer soltera/o no tiene nada de heroico, Lorena. Es una decisión personal. Lo difícil es ser consecuente cuando los malos momentos arrecian.
Intentaré ser fiel a lo que las autoras expresan y trasladarlo al papel. Sostengo que mi interpretación será siempre irrelevante y, en muchos casos, equivocada. Pero tendrás una descripción honesta; eso sí.
Un abrazo para ti.
Seguiré esta sección, se inicia de forma muy interesante y amena. Por mi parte leer ensayo me cuesta horrores, los libros suelen ir quedando aparcados sin encontrar el momento adecuado. Pero si que disfruto cuando me hablan de ellos.
ResponderEliminarUn abrazo Marcelo.
A mi también me cuesta, razón por la cual decidí hacerles frente. Y son varios para abonar esta etiqueta.
EliminarPor otra parte, habrás de notar la sensible ausencia de lecturas; obedece a destinar parte del tiempo lector a otras áreas de mi interés, que no han de aparecer en este espacio.
Ojalá pueda brindarte una mirada honesta sobre estos temas.
Un fuerte abrazo para ti, Ana.
Hola Marcelo, me lo descubres totalmente. Confieso que no soy muy de ensayos, no significa que jamás los lea, sí que alguno cae al año, y es te suena interesantísimo, un tema que aún a día de hoy da bastante juego. Anotado queda. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegra saber que he hecho mi aporte. Por otra parte, no te imagino bajo el tedioso y ancestral epíteto; aunque sí como mujer joven independiente.
EliminarTen temple, María; vendrán otros tan jugosos como éste.
Un fuerte abrazo para ti.
Pues al final, supongo, obviando, por reconocidos, los condicionantes que deben asumir las mujeres en su ascenso en su campo profesional, sea el que sea: Mi reflexión me deja en tus últimas frases sobre la soledad, al final es la sociedad la que está preparada para un tipo de estructura de relaciones, que pasada cierta edad, sea del campo que sea, sea de la condición que sea, te aboca a la soledad. Cosa que no debería ser así, que hay tipos de sociedad o de relación que lo evita. pero es así. Y no hay más prueba que los millones de ancianos y ancianas solitarios que han vivido encerrados, solos, esta pandemia, y viven.
ResponderEliminargracias
Como siempre, Wine, valoro tu comentario. Me has recordado a Bauman en 'Vidas desperdiciadas': cómo el propio sistema se encarga de anular de la vista nuestros residuos, así como de los ancianos, so pena de convertirlos en espejo de aquello en lo que nos convertiremos en un futuro no tan lejano.
EliminarBolick no encara el tema; lo soslaya. Pero no dudo de que hay mucha soledad que grita en el fondo de las almas, despojado el disfraz de 'independencia'.
Un fuerte abrazo, amigo.