I.
Puede parecer
extraño que el autor se haya valido de distintos hechos políticos, culturales,
artísticos para compaginar una suerte de testimonio colectivo de la República
Checa, que abarca el último medio siglo, bajo dominación soviética primero, y
luego, en un régimen democrático. Pero lo más llamativo para cualquier lector
es que el observador y testigo de los cambios suscitados en el período, es de
origen polaco. ¿Alguna elipsis, tal vez?
II.
Narrar
la gestación de la Primavera de Praga del ’68 –que concluiría con el gobierno
de Dubček tras la invasión de tanques del Pacto de Varsovia- no deja de tener
su encanto por más que sea algo trillado. En cambio, la constitución de la Carta
77 firmada por ciudadanos que defendían la independencia de criterio y opinión –y
su Anticarta, promovida desde el poder so amenaza hacia sus firmantes de caer
en el descrédito y en el paro-, no han sido todo lo divulgadas que ameritan.
III.
El industrialismo de la familia Bata; el ascenso
y caída de los Golden Kids –un trío
de cantantes locales-; la erección del mayor monumento a Stalin –y su derrumbe
posterior-; la figura de Franz Kafka –ninguneado bajo el dominio soviético y
reflotado gracias al turismo demócrata-; una actriz amante de Goebbels; la
ambigua vida del escritor Karel Fabián; los trágicos desenlaces de Jan Paluch y
Zdenĕk Adamec; la abnegada entrega de la cirujana Jaroslava Moserová, la
exitosa carrera del tenor Karel Gott son parte de esta ecléctica compilación
que exhibe las enormes diferencias entre quienes medraban bajo el comunismo y
aquellos que sobrevivían como podían.
IV.
Como
era de esperar, Szczygiel tampoco elude los sentires del quehacer literario en
esos años de plomo, en especial de Václav Havel –a la sazón, primer presidente
de la actual República Checa- ni del renombrado Milán Kundera. Por momentos
descarnado, siempre ameno y fluido, el texto alterna escenas dramáticas con descripciones
desopilantes, que arrancan amplias sonrisas en el lector,
‘El señor J. era tipógrafo, pero cometió un pecado mortal: tenía una imprenta en (su) propiedad. Así que el Partido tomó una decisión: se convertiría en electricista. Le quitaron la imprenta y le obligaron a que aprendiera su nueva profesión. Un mes después recibió tal descarga eléctrica que perdió la frente, la nariz y los pómulos, y se le derritieron los ojos.’
V.
Por
último, resulta arduamente difícil ser todo lo agradecido que debiera con
alguien que, desinteresadamente, ha enviado esta copia cinco años atrás y hoy
ha desaparecido de la blogosfera. Esta lectura no hubiera sido posible sin la
ofrenda de Agnieszka, quien me lo hizo llegar en su momento, como recomendación
personal, junto a algunos otros títulos. Vaya para ella, en este párrafo final,
todo mi cariño y mi reconocimiento. ¡Gracias!
La versión digital, gentileza de Agnieszka
¿Tú sabes lo que ha sido de Agnieszka? Me gusta e mucho su blog y de pronto desapareció.
ResponderEliminarLa vida en esos países tuvo que ser tremenda. Estuve en 1994 y en Praga no tanto, pero en Bratislava y en Budapest aún se respiraba la tristeza soviética.
Tanto Hungría como la entonces Checoslovaquia sufrieron lo suyo.
Un beso.
Hola, Rosa. Te cuento que le he escrito a su mail, pero no dio señales de estar conectada. Lamento tanto como tú su silencio. Hacía un gran aporte, especialmente en letras de origen eslavo. Una pérdida sensible.
EliminarEnvidio sanamente tu despliegue al resto del continente; más querría yo conocer todos esos lugares de los que siempre hemos rescatado buenas historias.
Yendo al libro, es muy original en su desarrollo.
Un beso para ti.
Hola. Como comentaba hace un ratito en otro blog, ahora mismo estoy por lecturas evasivas, lo menos reales y cercanas posibles y sobre todo que no me maltraten, que no duelan. Así que nada, me refugio de momento entre letras amables y cuando todo pase ya nos enfrentaremos a otras lecturas como esta que son interesantes y necesarias.
ResponderEliminarBesitos blandos
Entiendo y respeto tu decisión, Maja; al fin y al cabo, ya tenemos suficiente con el diario acontecer en estas circunstancias como para encarar más frustraciones. Pero no dejes de apuntarlo; me ha gustado mucho la idea del autor: conocer parte de la Historia rescatando sucesos de destacadas figuras del ámbito local. Muy original y llevadero.
EliminarBesitos consistentes.
Cuántas cosas interesantes parecen contarse en este libro. Me fascina la historia de Centroeuropa de aquellos años. Es cierto que, como comentas, algunas cosas pueden parecer trilladas, pero no por eso deja de ser conveniente profundizar en ellas.
ResponderEliminarUn abrazo
Lo original del libro es narrar lo sucedido en República Checa a partir de figuras de la cultura local -y el ninguneo sobre Kafka-.
EliminarUna propuesta diferente, Lorena.
Un abrazo para ti.