Libro
Marguerite Duras (Tusquets, 2007)
Cuando se
aborda la literatura de Marguerite Duras, su obra parece transida de una única
visión: la del francés que nació y vivió parte de su vida en alguna colonia de
ultramar.
Pero en
este caso, al repasar el texto de El Amante, sin duda surge un gran
equívoco, pues existen dos versiones: la de marras, y otra posterior titulada El
Amante de la China del Norte, una reelaboración de la primera con el
fin de adecuarla al film que realizaría Jean-Jacques Annaud.
En la
primera de las obras, se conjugan diversos elementos que hacen que el todo sea
superior a las partes. Ambientada en los años ’20 del siglo pasado, no sólo se
trata del inicio sexual de una niña blanca de quince años oriunda de Indochina
con un chino joven rico, mucho mayor que ella, sino que el relato refleja parte
de la vida de los colonos franceses, con sus escuelas y pensiones en Saigón y
Sadec y su arrogancia europea, opuesta a la tradicional sociedad patriarcal
china, que obliga a sus hijos a casarse entre familias de igual condición
económica, entre otras cuestiones sociales.
A ello,
habría que añadir una madre francesa empobrecida, burlada, incapaz de realizar
un seguimiento adecuado de la educación de sus tres hijos como de reconocer su preferencia
por su primogénito; la naturaleza enfermiza del vínculo fraterno, donde se
sugiere –aunque no se explicita- una relación incestuosa entre hermanos y a la
vez la omnipotencia de ese hermano mayor quien, adicto al opio, hace más gravoso
y peligroso el delicado equilibrio familiar; una necesidad de experimentación
de la protagonista que la lleva, a más del descubrimiento de su propio sexo y
del masculino, también a ahondar en una prístina relación homosexual con su
mejor amiga y compañera de pensión.
Estos
elementos nutren uno de los objetivos centrales del relato: la desesperación. La
de la madre, que no cuenta con dinero suficiente para dar de comer a sus hijos;
la del hermano mayor, por conseguirlo para fumar opio; la de la niña, para no
ver morir a su amado hermano menor a manos del mayor... en síntesis, la trágica
historia de una familia desintegrada, sin recursos, al borde de la ignominia,
en una geografía tan exótica como ajena a ellos.
La
protagonista combina su despertar sexual con la necesidad de prostituirse para
conseguir dinero, tan necesario para hacer frente a las deudas en que está
sumida su madre. Así, no sólo se trata de desesperación sino también de
transgresión: la que implica una relación entre una niña blanca y un chino, y la
deshonra a la que se ve sometida al perder la virginidad sin casarse. Hay algo
de triunfo en esto, puesto que el chino es incapaz de enfrentar las normas
impuestas por su sociedad. Todo ello en una atmósfera de sutiles imágenes y
descripciones, como si un velo rodeara por completo la trama.
En
suma, una interesante historia -“autobiográfica”, según la autora-, que vale la
pena leer, no cargada de erotismo -aunque presente-, donde el trasfondo resulta
mucho más rico y profundo, dando lugar a la reflexión y el deleite del lector.
Film
Jean-Jacques Annaud (Metro Goldwyn Mayer, 1992)
La realización de
Claude Berri, basada en la novela homónima, dirigida por Annaud se apega
bastante bien a la novela original de Duras, aunque no tanto a la reelaboración
que, con esa finalidad, hiciera para la adaptación del guión. Es bien conocida
su decepción y abandono de los estudios debido a las escasas sugerencias que
fueron incorporadas a la versión cinematográfica. De hecho, la aparición de El Amante de la
China del Norte ha tenido que ver con
esa frustración, dando a conocer el material como manera de salvaguardar su
propia mirada.
En este caso, una adolescente Jane
March encarna el rol protagónico con bastante soltura y se aviene bien con la construcción
psicológica delineada por Duras: una pobre teen-ager
blanca, en el descubrimiento e inicio de su sexualidad. Tony Leung la acompaña
soberbiamente como amante, tan carnal como incapaz de renunciar al bienestar
familiar que le impone apartarse de su amor. El resto del elenco cumple dignamente
con los roles asignados, otorgando solidez al desarrollo de la trama principal.
Destaco en primer lugar la magnífica
fotografía, con esas panorámicas que conmueven al espectador; luego, el uso
oportuno y medido de los primeros planos, que brindan carácter y fuerza de
expresión a los personajes y finalmente el cuidadoso paneo de la cámara en las
escenas de sexo y de alta carga erótica, tratando de exponer lo menos posible –y
sugerir, más que mostrar explícitamente- a ambos actores, sin menoscabo de lo
rotundo de las mismas. La música, si bien es acorde al film, no descolla.
Por todo esto es una película que se
disfruta tanto o más que el texto entrecortado que eligió Duras como formato para
su novela. Si bien algunas historias presentes en ésta no han sido tomadas por
el guión, el conjunto fluye en un continuo crescendo
hasta su desenlace. La voz en off de
Jeanne Moreau, como narradora, es la frutilla del postre.
Testimonio del Pelibro 22
He leído ambas novelas y he visto la película. Es una historia terriblemente dura y conmovedora, además de inquietante y nada cómoda, pero eso creo que es lo que pretende y, desde luego, consigue.
ResponderEliminarDespués leí otro libro de la autora, El dolor, y he de decir que tiene características similares aunque con una historia totalmente distinta. Una autora muy interesante.
Un beso.
Tengo este último título que citas para leer. Como autora, me parece interesante su mirada sobre quienes han sido parte de las colonias francesas. Buenos testimonios abonan sus letras.
EliminarGracias por darte una vuelta por aquí, Rosa.
Un beso para ti.
Hola. Vi la película y me fascinó, además era muy joven así que imagina. Luego fui rauda y veloz a por la novela y no me enteré de nada. Con el paso del tiempo me he enterado y la aprecio de otra manera pero sigo prefiriendo la peli. Es que me da la sensación de que es de las que quiere sacudir al lector constantemente y eso no me gusta nada. No te deja respirar.
ResponderEliminarEn este caso ya tengo los deberes hechos. No descarto ver la peli de nuevo.
Besitos adelantados
Sobre la peli, yo no era taaaan joven. Estaba casado y la fuimos a ver ambos. Mucho tiempo después, por otras razones, debí encarar texto y peli, pero no me fascinaron en demasía. Esta ocasión despertó un poco más de mi interés, sobre todo por la estructura del texto y parte de la realización.
EliminarBien, en conjunto.
Besitos aquiescentes.